En el turbio panorama de la política, las campañas negras emergen como una estrategia despiadada, donde no hay límites ni moralidad. Cuando un adversario comienza a convertirse en una amenaza, los ataques se vuelven personales, apuntando directamente a lo más íntimo y querido: la familia.

Es lamentable ver cómo se despliega esta táctica, como si la política fuera un juego sin reglas ni escrúpulos. Nos encontramos en un escenario donde un joven renuncia a un cargo por un incidente, mientras el país se sumerge en una vorágine de problemas mucho más serios.

La ingobernabilidad en varios estados, la alarmante impunidad, y los múltiples casos de corrupción, enriquecimiento y obras a sobre costos son algunos ejemplos.

Es indignante observar cómo se desvía la atención hacia aspectos superficiales, mientras los verdaderos problemas continúan sin solución. Obras millonarias que no solo resultan ineficaces, sino que también evidencian el despilfarro y la falta de rendición de cuentas.

Un sistema judicial que a veces falla en impartir una justicia pronta y expedita porque en ocasiones no se entienden fallos que ‘aparentemente’ favorecen a los culpables pero porque hay casos mal armados por las fiscalías, obvio la ciudadanía paga las consecuencias.

Las columnas más leídas de hoy

La delincuencia desbordada en nuestras ciudades, más de cincuenta aspirantes a un cargo asesinados, la tragedia de cientos de miles de desaparecidos y sus familiares que claman por justicia, el manejo negligente de la pandemia que se traduce en miles de vidas perdidas y la muerte de personas por falta de mantenimiento al metro son solo algunas de las crisis que enfrentamos.

Y mientras tanto, ¿dónde están los responsables? ¿Por qué no hay renuncias en los cargos que realmente importan? ¿Por qué no se exigen disculpas públicas?

Es momento de poner fin a esta hipocresía en la política. Atacar a la familia como estrategia para desacreditar a un adversario es una muestra clara de la falta de ética y de la decadencia moral que aqueja a nuestro sistema político. Es hora de exigir un debate basado en propuestas y soluciones reales, dejando de lado las difamaciones y los ataques personales.

El futuro de nuestro país merece un liderazgo que esté a la altura de los desafíos, y eso solo se logrará con honestidad, transparencia y un verdadero compromiso con el bienestar de la sociedad.

Alberto Rubio en X: @Alberto_Rubio