En un giro inesperado, el polémico Alfredo Jalife-Rahme se encuentra tras las rejas en la Ciudad de México, acusado por la exsecretaria de Economía, Tatiana Clouthier, de difamación y calumnias. Este hecho, más allá de ser una mera detención, es un enfrentamiento entre actos de abuso y discriminación.
El derecho a la verdad, a la privacidad y al buen nombre es el opuesto a la violencia narrativa. Un antónimo por definición. La violencia narrativa se trata del acto de manipular o falsear hechos con el objetivo de contar historias que ensucien o construyan negativos sobre una persona. Aquella violencia suele tomar algunos acontecimientos reales para desarrollar escenarios ficticios sobre los que se construyen narrativas cargadas de odio, desventaja o construcción de villanos con el dolo para desacreditar a alguien.
Las argucias narrativas de Jalife, que solían construir escenarios falsos cargados de odio, prejuicios y desventajas, finalmente tocaron la puerta de la justicia. La captura, llevada a cabo por la Policía de Investigación de la Fiscalía de Justicia de la Ciudad de México en colaboración con diversas instituciones, pone de manifiesto que el juego de agredir de forma narrativa con calumnias tiene consecuencias.
La denuncia de Clouthier se gestó en 2022, cuando aún no ocupaba cargo, señalando constantes ataques del articulista. En su momento, preocupada por la mancha en su buen nombre, la exsecretaria dejó claro que las afirmaciones de Jalife eran puras falacias, desde acusaciones de entrega del litio hasta operar a favor del fracking.
Ahora, con la detención de Jalife, Clouthier reclama justicia y defiende su derecho a proteger el buen nombre construido a lo largo de los años. Contrario a las acusaciones del analista geopolítico, sostiene que nunca dañará al Estado Mexicano y confía en que la justicia actúe a su ritmo.
Ante los cuestionamientos por su participación en la precampaña de Claudia Sheinbaum, Clouthier enfatiza que la denuncia va dirigida solo hacia ella. Dejando claro que las decisiones las toma de forma personal y asumiendo su responsabilidad, insiste en que la denuncia se presentó en 2022, mucho antes de su vinculación con la Cuarta Transformación.
En el juego del derecho y la justicia, Clouthier espera que esta batalla legal contra Jalife sirva como ejemplo de que la libertad de expresión no es licencia para manchar reputaciones con mentiras. Que la verdad prevalezca, más allá de las argucias narrativas que intentan empañar la realidad.