En el umbral de una nueva era tecnológica, la inteligencia artificial (IA) ha dejado de ser un tema exclusivo de novelas de ciencia ficción para convertirse en un elemento central de nuestra vida diaria. Sin embargo, también es un motor de volatilidad económica y social. Un claro ejemplo reciente fue el impacto de DeepSeek en NVIDIA y en los mercados financieros globales., no solo Trump se encarga de generar polémica en Estados Unidos.
¿Qué es DeepSeek?
Es un startup china de inteligencia artificial, misma que llevo acabo el anuncio de su modelo R1, el cual ha aparecido con rendimientos comparables con los mejores como OpenAI y Meta, con la diferencia que los insumos de estos (semiconductores ) los proveía NVIDIA y el modelo R1 no hace uso de ellos, derivado del veto que implemento Estados Unidos sobre exportar alta tecnología a China, el problema radica en que NVIDIA, es el principal fabricante de hardware del mundo para IA y por lo cual, tuvo consecuencias dramáticas. El día de ayer, las acciones de NVIDIA sufrieron una caída del 16.87% en la bolsa de valores, que se traduce en una perdida de 589 mil millones de dólares de su valor de mercado. Este desplome recordó a muchos inversores la caída significativa que la compañía experimentó durante la crisis tecnológica de 2008, cuando los mercados también enfrentaron fuertes fluctuaciones debido a la especulación sobre el futuro de la tecnología.
La situación se agravó debido a la incertidumbre sobre la fiabilidad de las plataformas de IA, especialmente en sectores sensibles como la salud y las finanzas. El problema de DeepSeek también tuvo un efecto dominó en otros valores tecnológicos, intensificando una jornada de pérdidas para el Nasdaq.
Simultáneamente, la incertidumbre generada por el evento también contribuyó a una depreciación significativa del dólar. Ayer, la moneda estadounidense cayó un 1.8% frente a una canasta de divisas internacionales, alcanzando niveles no vistos desde principios de 2022. Este movimiento refleja cómo los problemas en la tecnología también pueden afectar la confianza en la economía global y en activos tradicionalmente considerados seguros.
Un texto esencial para entender este contexto es “Ethics of Artificial Intelligence”, editado por Markus D. Dubber, Frank Pasquale y Sunit Das. Este libro subraya cómo las aplicaciones de la IA pueden reforzar desigualdades sociales y plantea la necesidad de una gobernanza global para mitigar estos riesgos. Una de sus ideas centrales es que los sistemas de IA, aunque diseñados para ser eficientes, no están exentos de sesgos y fallos que pueden tener repercusiones sistémicas. El caso de DeepSeek es un claro ejemplo de cómo los problemas tecnológicos pueden trascender lo puramente técnico y convertirse en una crisis económica y social.
Max Tegmark, en su libro “Life 3.0: Being Human in the Age of Artificial Intelligence”, también aborda estas cuestiones desde una perspectiva futurista. Tegmark plantea un escenario donde la IA podría redefinir el concepto de humanidad y pone de relieve la necesidad de que su desarrollo esté alineado con valores humanos. Pero, ¿quiénes deciden cuáles son esos valores? ¿Y cómo garantizamos que estas decisiones reflejen la diversidad de perspectivas globales?, creo que valdría la pena plantearse esas preguntas como lector viendo estos acontecimientos.
Stuart Russell, en “Human Compatible”, defiende que es posible desarrollar sistemas de IA que prioricen el bienestar humano si adoptamos una visión más amplia y ética de su desarrollo. Esto implica no solo regular la tecnología, sino también fomentar una colaboración entre científicos, legisladores y la sociedad civil para garantizar que los avances tecnológicos beneficien a todos por igual, pero que se puede esperar en un país donde abogan por quitar los órganos reguladores a diestra y siniestra.
En mi opinión el caso de DeepSeek demuestra cómo las tecnologías emergentes pueden convertirse en fuentes de vulnerabilidad si no se implementan con los controles adecuados. Como afirman Dubber, Pasquale y Das, “la gobernanza de la IA no es una tarea opcional, sino una obligación moral para asegurar que las decisiones automatizadas reflejen los principios de equidad, inclusión y justicia”.
En tiempos confusos como los que vivimos hoy, no todo gira en torno a grandes personalidades o eventos mediáticos que acaparan los titulares. A menudo, las verdaderas transformaciones provienen de acontecimientos aparentemente silenciosos que generan un impacto devastador, como el caso de DeepSeek y NVIDIA. Este evento nos recuerda que la inteligencia artificial, aunque poderosa, no está exenta de riesgos y su mal manejo puede desencadenar crisis económicas y sociales de gran alcance.