Puedo decir con certeza que desde mi entrada al maravilloso mundo de la aviación, en 1998, un tema constante era la saturación del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, también conocido como el “Benito Juárez”. Eran los últimos meses de Carlos Salinas de Gortari en la presidencia de la República, y el 13 de enero de 1994 emitió un decreto para “sacar” de las instalaciones del aeropuerto capitalino tanto a la aviación privada, como a los taxis aéreos, con la finalidad de liberar un poco la saturación que ya se vivía en aquellos tiempos.

Estamos hablando de un decreto que tiene más de 29 años, y no un par de años; no surgió a raíz de la decisión de “cancelar el NAIM”. La saturación de las operaciones aeronáuticas en el AICM tiene muchísimos años afectando las operaciones aeronáuticas de la capital del país.

Me resulta muy simpática la queja de la Cámara Nacional de Aerotransportes (CANAERO), vertida en un comunicado que titularon “Limitar más las operaciones en el AICM afectará gravemente a la cancelación masiva de vuelos”. Y luego, ya en el cuerpo del documento “aclaran” que no existe tal saturación (¿?), de hecho -y cito textual- apuntan lo siguiente:

“El problema de fondo en el AICM no es la capacidad de las operaciones por hora sino la antigüedad de su infraestructura y el deterioro en el que se encuentra que requiere una intervención mayor que resulta apremiante…”

Cámara Nacional de Aerotransportes

Ahora sí que la CANAERO se ha “volado” la barda, y deja de lado la debida seriedad con la debe abordar el tema de la saturación, para convertirse en mera comparsa electorera de la oposición.

Y ni modo, se la voy a tener que refrescar… ¡La memoria, claro! En el año 2000, cuando entró el panismo a gobernar al país con el ranchero Vicente Fox, se estudió la viabilidad de hacer un nuevo aeropuerto. Al final quedaron dos propuestas: una muy interesante y otra completamente inviable; sí, estoy hablando de los proyectos de Tizayuca y Texcoco.

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A Tizayuca le pusieron varios “peros”, y ahora, con el pasar de los años me percato que todos eran completamente salvables, sobre todo el tema de la conectividad. La gran incógnita fue: ¿cómo se van a realizar las conexiones desde la T1? El proyecto de Tizayuca tenía prevista la conectividad entre ambas terminales aéreas por medio de un tren; pero eso tenía un costo, y el gobierno “del cambio” no quiso asumirlo.

La otra opción, a pesar de que desde el inicio se les hizo saber que era inviable, fue la que más les gustó: Texcoco. Por eso pidieron a su buen amigo el gobernador del Estado de México Enrique Peña Nieto, se encargase de los rijosos pobladores de Atenco. Y así lo hizo, con lujo de violencia, donde los policías estatales ejercieron abuso sexual contra las mujeres de Atenco, 11 mujeres fueron violadas ante la permisividad de las autoridades.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) conoció de las quejas que estas mujeres presentaron: eran estudiantes, periodistas que acudieron a cubrir la nota., mujeres que iban al mercado por el mandado y una médica que había acudido a atender a los heridos.

Esto terminó por sepultar la intención de Fox de hacer el aeropuerto en Texcoco. Sin embargo, el proyecto sería retomado por Enrique Peña Nieto, ya como presidente del país, quien junto con el cártel inmobiliario, vieron el gran negocio que representaba cerrar el aeropuerto capitalino y especular con los terrenos: 740 hectáreas, un espacio más grande que el bosque de Chapultepec.

El gobierno de Peña Nieto hizo oídos sordos de una voz que estudió a profundidad el proyecto de Texcoco y le advirtió los peligros de continuar con las intenciones de construir el famoso NAIM. Me refiero al panista y Director de la Comisión Nacional del Agua, José Luis Luege Tamargo, quien en el año de 2012 realizara un informe exponiendo la inviabilidad del NAIM, enumerando las consecuencias ecológicas, así como las razones técnicas.

Lo dijo muy claro, y esas condiciones no cambian en 10 años: necesitamos en esta ciudad ese vaso regulador para evitar graves inundaciones en las zonas de Ecatepec, Chimalhuacán y Nezahualcóyotl, además de que se crearía más desabasto de agua.

Al parecer la CANAERO está tan desinformada al respecto que pasa por alto que la Organización de las Naciones Unidas estima que para el año de 2028 la Ciudad de México podría enfrentar una grave crisis por falta de agua. La Red de Investigación en Agua (AgUAM) y sus más de 180 investigadores coordinados por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) también advierte el año 2028 como el día que los citadinos nos quedemos sin agua.

Y esto se agrava más con el cártel inmobiliario, quienes no dudan en construir sin pensar en las consecuencias; donde había una casa con dos baños y una cocina, levantan en su lugar un edificio con 50 baños y 25 cocinas, colapsando el drenaje e impulsando la extracción de más agua del subsuelo, logrando que el piso se reblandezca y aparezcan socavones, como el que apareció hace menos de una semana en la colonia Roma sobre las calles Monterrey y Chiapas: un hoyo de más de tres metros de diámetro.

Comunicado de la CANAERO sobre la saturación del AICM

Regresemos al punto de partida. Para evitar la saturación de las operaciones aeroportuarias, el gobierno actual, la temible 4T tomó la determinación de hacer un aeropuerto en Santa Lucía, y reactivar el Aeropuerto Internacional de Toluca, para tener un Sistema Metropolitano de Aeropuertos.

Y desde que se habló de esto, la CANAERO sabía que la intención era bajar el número de operaciones diarias en el AICM, primero de 61 operaciones por hora, para pasar a 52; no debe sorprendernos que esto no ha sido suficiente, pues la saturación se da en las calles de rodaje, cuando tenemos a los aviones formados hasta por espacio de media hora -si bien les va- para efectuar la carrera de despegue.

Dice que “lo que es inviable es la infraestructura”, y se refieren a los edificios terminales. La CANAERO ignora plenamente el denominado dedo “L” de la T2, que son obras y adecuaciones con las que se adicionaron siete posiciones más de contacto. Inaugurada en 2020, consta de cuatro plantas, en las que hay más de 8,760 metros cuadrados de construcción.

La CANAERO tampoco tomó en cuenta -¡vaya distracción!- la rehabilitación hecha a la Terminal 2 del AICM. Dichos trabajos consistieron en darle mantenimiento a las pistas: a las de rodaje y la plataforma oriente; también se construyó una bahía de salida, se reforzó la estructura del edificio de la Terminal 2 (que presentaba graves hundimientos), la subestación del cárcamo 5, una plataforma de emergencia. Todo hecho por la actual administración, sin olvidar que esta terminal la construyó Fox, y la inauguró Felipe Calderón, y desde sus inicios tuvo serios problemas de roturas de drenaje.

Y si me obligan a hablar de la Terminal 1, entonces tendrán que volver a leer que esa fue construida por Mexicana de Aviación. Es evidente que a lo largo de los años se ha ido parchando y que necesita una buena rehabilitación. El director del AICM, el vicealmirante Carlos Ignacio Velázquez Tiscareño, tras la última gran inundación que presentó la terminal aérea (21 de agosto), señaló la necesidad de cambiar los desagües y las tuberías, por lo que se tiene que reconstruir dicha terminal aérea.

Entonces, si queremos que las instalaciones se mejoren, es evidente que para ello hay que reducir las operaciones aeroportuarias, para dar oportunidad de hacer estos cambios tan necesarios, y rehabilitar la Terminal 1. Para lograrlo, se usarán las opciones para aterrizar y despegar tanto del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) como el Aeropuerto Internacional de Toluca (AIT).

Voy a poner un ejemplo de más ramplón: es como si yo tuviera una casa con goteras en varias áreas, una tubería rota que ya mojó una pared, y una instalación eléctrica de hace más de 50 años, pero me opongo terminantemente a desocupar las habitaciones afectadas. Quiero que lo arreglen sin tener que mover un solo mueble, ni tener que volver a pintar; ¿no es absurdo?, cuando uno hace mejoras en casa, sabe que hay que mover muebles de lugar, hay que soportar ruido y polvo, entre otras cosas; pues lo mismo pasa con el AICM.

Se quejan amargamente de lo “viejo” de las instalaciones, pero cuando se requiere de tener menos operaciones para poder llevar a cabo las mejoras, se oponen. En fin, la CANAERO y la hipotenusa.