Ya lo saben amigos, no es cosa que intente ocultarles. Acepto que me gustan los realities shows, sobre todo el del género de La Casa de los Famosos. Como psicóloga me interesa analizar el comportamiento  del ser humano en medio de un encierro y un aislamiento social, en donde son llevados al extremo por falta de comida suficiente además. Y todo con tal de ganarse 4 millones de pesos.

Más allá de que me extrañe el comportamiento de los concursantes en esta cuarta temporada, existieron golpes, una de las concursantes se escapó de la casa, otro más renunció y se salió, entre ellos se acosan, se agreden y se burlan  unos de otros, sobre todo,  unas mujeres permiten la ofensa y el maltrato hacia otras, lo realmente espeluznante también es la gente que ve este reality y que toma partido por los “malos”.

Increíblemente un Alfredo Adame, artista mexicano que lo último que se ha sabido de él son sus arranques de ira y sus declaraciones misóginas,  y que ya tenía su fama de violento y agresivo desde antes, ahora solo lo viene a comprobar dentro de La Casa de los Famosos y sorprendentemente para muchos es el el favorito.

Los “buenos” generalmente aburren y les llaman “muebles”, tan solo por no hacerle daño a otros o no cometer actitudes negativas o nocivas contra ellos o contra los demás.

Me parece que los dos participantes que se salieron por su propia voluntad dieron cuenta de que por más que haya un premio de 4 millones de pesos hay algo que no tiene precio o vale más, que es la dignidad y la decencia.

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Quizá por un momento se vieron tentados a corromperse y a pasar por encima de los demás con tal de alcanzar el premio, pero sus valores y su integridad fueron más fuertes y prefirieron salir.

Sin embargo, y a pesar de todo, siguen concursantes ahí encerrados capaces de soportar todo y hacer lo inimaginable con tal de ganar, han robado hasta comida de otros para lograrlo.

Quizá ni ellos se imaginaban sus alcances como seres humanos. En un experimento así, salen los peores demonios, esos que te llevan a aceptar cualquier cosa con tal de tener dinero.

¿No les suena a algo parecido?

Así tal cual se manejan muchos políticos en la vida real.

Su burbuja , su encierro viene de sus propios partidos políticos donde no los dejan moverse como quisieran y los manipulan a su antojo.

Pero tampoco son víctimas. Son capaces de lo que sea por ir tras ese premio que es una candidatura, una presidencia, una diputación o una senaduría. Hasta una embajada.

La gente de fuera apoyará al malo porque se identifica con él. Porque hay algo de maldad en aquel que apoya a un político que es malo. Eso es sin duda. El resentimiento se conecta con el de otra persona en automático.

Y aunque ante los ojos los malos de veras sean malos dentro de La Casa de los Famosos, ellos saben, como los políticos, que no va a pasar nada, no habrá sanción... no pasará nada. Lo seguirán queriendo afuera y tendrá muchos fanáticos tras de él.

El concursante que golpeó a otro tuvo que ser expulsado porque dejarlo ahí ya era un acto cínico y de total falta de valores por parte de Telemundo pero por ellos, lo hubieran dejado, feliz de la vida porque la agresión da rating, aunque todos lo nieguen.

Las preguntas son: ¿Por qué hacemos ídolos a la gente mala? ¿Por qué nos aburre la gente buena? ¿Por qué la gente que trata de controlarse emocionalmente nos parece aburrida y estorbosa? ¿Por qué somos espectadores de acoso, de burla, de misoginia sin hacer nada más que observar?

En fin… Para mí en este reality nadie merece ganar. Así tal cual.

La manera en que ninguno ve por la integridad del otro con tal de apoderarse del botín me parece deleznable.

Pero creo que así pasa en la política: gente pasando por encima de otra gente para alcanzar sus fines, gente que hiere la vulnerabilidad de otros para debilitarlo, gente que es omisa y ciega ante la violencia.

¿Quién podría ganarse 4 millones por ello? Habrá un ganador, eso sin duda. Como hay políticos a borbotones que se comportan igual.

A veces me sorprenden que ya nada nos sorprenda. Y, aterradoramente, como dice el presidente: “Lo mejor se va a poner peor”.

Es cuanto.