Bienvenidos amantes de la gastronomía. Este viernes se celebró el “Día Internacional de la Cerveza”. El primer viernes de agosto es la fecha para levantar nuestros tarros y brindar por ella.

Agüita que ataranta, hecha a base de trigo, cebada, levadura y lúpulo, es una de las bebidas más antiguas del mundo. Los historiadores han encontrado que los sumerios, en el año 4000 antes de Cristo ya elaboraban esta bebida en la baja Mesopotamia; sin embargo, fue el Imperio Babilónico quien se dedicó a perfeccionarla. Incluso se encuentra una receta de como prepararla en el Código de Hammurabi.

Los egipcios que también aprendieron a elaborarla, y gustaban de mezclarla con dátiles, canela y miel. Pero no fue la única civilización del pasado que cayó rendida a sus pies, también fue una bebida importante dentro de las civilizaciones griega, la romana y por supuesto los germánicos, los antiguos habitantes de lo que hoy se conoce como Alemania.

Con la llegada de los españoles a nuestro territorio, la cerveza hizo su aparición cuando pidieron autorización al Imperio Español de fabricarla en la Nueva España, en un lejano año de 1542. El Emperador Carlos I de Alemania y V de España -sí, ese mero que decía “en mis tierras jamás se pone el sol”-, permitió que Alfonso Herrera abriera la primera cervecería al pie de los volcanes, en lo que hoy se conoce como el municipio de Amecameca, en la Hacienda del Portal, y para ello contó con expertos maestros en la elaboración de la cerveza.

Sin embargo, fue hasta el siglo XIX cuando la industria cervecera explotó en México; primero en Monterrey con Grupo Cuauhtémoc fundado en 1890 y después en 1925, cuando nace Grupo Modelo.

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Quienes hayan sido vecinos de las colonias Granada, Nueva Granada, Verónica Anzures y Polanco no me dejaran mentir, nuestra infancia estuvo aromatizada con el dulce olor a lúpulo y cebada que se desprendía todas las tardes de esa chimenea tan curiosa, rematada con una corona, de la Cervecería Modelo.

Durante muchísimos años la cerveza mexicana gozó de muy buena fama, pues era de excelente calidad y reconocida internacionalmente; la Corona era una cerveza de exportación que gustaba mucho, tanto a los extranjeros como a los nacionales. Las cervezas han sido icónicas en nuestro país, sobre todo en una época que se tenía que viajar para probarlas.

Para acompañar una deliciosa cochinita pibil nada mejor que una Montejo; un aguachile sinaloense va de la mano con una Pacífico; una torta ahogada con una Estrella; el cabrito sabe mejor si se toma una Modelo Especial; unos tacos de asada de Sonora bajan mejor con una Tecate.

Llegamos a la globalización, y nuestra cerveza pasó a formar parte de grandes corporaciones, y con ello decayó la calidad. Desde mi particular punto de vista, ya no saben igual; la Corona ahora tiene ese sabor aguado de la Budweiser, perdiendo toda su personalidad.

No hay mal que por bien no venga. Y no puedo ignorar que tal vez esos cambios coadyuvaron al gran auge de las cervezas artesanales, que pretenden apapachar a quienes buscamos un buen sabor, equilibrado en boca y que se sientan los granos con la que fue elaborada.

Aunque muchas veces desaparecen muy rápido del mercado, podemos decir que cada vez crece más la oferta de las artesanales; hay propuestas muy interesantes para explorar, lugares donde elaboran su propia cerveza Lager, IPA y Hazy IPA. También destacan los estilos alemanes, como Kölsch, Schwarz, Alt, Dunkel, Helles, Bock, Weizenbier.

Todo un mundo por descubrir, y en la Ciudad de México, como en el interior de la República podemos encontrar muchas opciones. Celebremos pues el “Día Internacional de la Cerveza” levantando nuestros tarros, bien helados... ¡Salud y Bon appétit!

Cat Soumeillera en Twitter: @CSoumeillera