Recuerdo con mucho cariño y admiración a mi profesor del taller de electricidad de la secundaria: Un hombre íntegro, responsable y respetable que amaba su profesión, tal como lo han hecho la gran mayoría de los electricistas de México por siempre.

También recuerdo como por el año 1992, cuando era estudiante de Medicina y me estacionaba en la calle Chiapas de la colonia Roma para asistir a mis clases al Hospital General que fundó don Porfirio Díaz, en una ocasión, unos trabajadores de la compañía Luz y Fuerza del Centro, ahora Comisión Federal de Electricidad (CFE), al cortar una rama de un árbol para liberar los cables de energía eléctrica, dañaron mi automóvil sedan japonés por un error al no sostenerla adecuadamente, uno de ellos se esperó en el lugar mencionado, y cuando me vió, solicitó la asesoría de la entonces compañía de seguros Comercial América, quienes en uno de sus talleres automotrices dejaron mi automóvil como nuevo en pocos días… esa es la grandeza de los electricistas.

Ser electricista, más que una profesión, es un don, la electricidad es una energía creada por la inteligencia humana que no cualquiera domina, es como la Medicina o el Derecho en cuanto al grado de vocación que se requiere para su buen desempeño.

Y claro que dirigir a un gremio de seres humanos tan ejemplares como describo a los electricistas en éstos párrafos no es fácil, por eso es admirable la gestión de Manuel Bartlett en éste sexenio, digan lo que digan, y fue también admirable su discurso que presentó en el recinto legislativo de la nación en el que dijo: “Yo he sido más legislador que ustedes”. Me recordó a Winston Churchill cuando con su finísimo inglés declaraba en el parlamento de su país: “Yo soy el primer ninistro de éste país” (I am the Prime Minister of this country), claro que Churchill siempre fue respetado como político por sus decisiones y su audacia, a pesar de todas las propiedades que tuvo, incluyendo el castillo de Oxfordshire, sus propiedades en Westminster, y un restaurante que heredó acá en la Ciudad de México que llevaba su nombre, que recientemente cerró sus puertas.

El problema en el México actual es que la gran mayoría de críticos se creen eruditos y eruditas en todos los temas políticos de la nación, al parecer, todas las personas que critican al actual régimen político en cuanto a la CFE son graduadas en energías renovables y no renovables, y conocen a la perfección la ingeniería mecánica y eléctrica para calcular la cantidad de energía que produce una planta hidroeléctrica actual de la CFE, para así poder afirmar categóricamente que la energía eólica es más efectiva, por describir un solo ejemplo al respecto.

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En conclusión, como dice un gran sabio que conozco: “Sólo sabe lo que tiene la olla de comida, la cuchara que la menea”. Dejen que los que saben de electricidad, manejen la política energética de México.

Alberto Halabe en Twitter: @cancercuretop2