Ya va llegando el mes de mayo y la propuesta de la CNTE, aquella que invita a sus bases a un paro nacional de actividades al considerar que no ha sido oída en temas del ISSSTE, ha cimbrado al gobierno federal. La CNTE, como referente nacional de lucha, sobre todo, dentro del sector magisterial, es innegable que tiene ese halo de justicia para los trabajadores en general. Muchas de las conquistas actuales dentro del sector magisterial se deben a la lucha obstinada y justa de la CNTE.
Sin duda, uno de sus principios inviolables que la han mantenido cohesionada es aquel que, como organización, tiene prohibido involucrarse con los partidos políticos y también con las estructuras gubernamentales, sean del color que sean. Eso le ha dado una enorme calidad moral a su lucha, misma imagen moral que la ha mantenido viva por décadas.
No obstante, es posible que el movimiento que encabezó el expresidente mexicano Andrés Manuel López Obrador le haya impreso una especie de reflujo al movimiento de la CNTE. Esto, debido a los acuerdos que se hicieron en campaña entre el político tabasqueño y la dirigencia de la CNTE. Se dice que el político se comprometió a abrogar la ley educativa del 2013, aquella que contemplaba el despido de los trabajadores si estos reprobaban un examen estandarizado, y reinstalar a los cesados. Ley que la CNTE había venido combatiendo aun a costa de la desaparición y cese de sus miembros. Además, también, en esos acuerdos, Andrés Manuel se comprometió a echar para atrás la ley del ISSSTE que había sido instaurada por las huestes de Felipe Calderón en el 2007. En esta ley, además del atraco de las afores y lo lesivo de sus cuentas individuales, se impuso una combinación de entre edad y antigüedad para poder jubilarse para todos aquellos trabajadores que habían optado por esta opción.
En ambos temas, la dirigencia de la CNTE le creyó al expresidente por eso en varias regiones los contingentes disminuyeron su activismo. No obstante, conforme envejecía el sexenio, las confrontaciones arreciaron ante el hielo gubernamental puesto a las negociaciones no cumplidas y ante la impericia de la secretaria del trabajo obradorista, María Luisa Alcalde.
Antes del 2007, los trabajadores que deseaban jubilarse, únicamente debían de cumplir dos requisitos elementales: antigüedad en el servicio y haber cotizado al ISSSTE los mismos años de trabajo. En general, 29 años, 6 meses, 1 día de labores para los varones y 27 años, 6 meses, 1 día para las mujeres; la edad no importaba.
La modificación a la ley del ISSSTE del 2007, trajo el efecto cascada para los demás institutos de seguridad social de carácter estatal. Los institutos estatales también modificaron sus normas para estar a tono con las leyes federales del ISSSTE. El argumento fue el mismo. No había dinero para mantener a pensionados y jubilados. Según se decía, miles se estaban jubilando demasiado jóvenes, en promedio a los 52 años y su esperanza promedio de vida rondaba por los 74 años, por lo tanto, de mantenerse el mismo régimen, implicaba mantener a los jubilados, en promedio, 22 años del resto de su existencia y eso sería la ruina para las finanzas estatales, explicaban. Además, argumentaban, había disminuido el número de activos que aportaban sus cuotas al instituto y, por el otro lado, existía un aumento sistemático del número de jubilados que sangraban las finanzas de mismo instituto.
De ahí que la alternativa, decían los del gobierno neoliberal, era mantener más años en activo a los trabajadores para que, al jubilarse, viviesen menos años cobrando sus pensiones. La alternativa era reducir el cobro de pensiones vitalicias a 14 años o menos. Es decir, le apostaban a que el jubilado únicamente cobrara y disfrutara su pensión muy pocos años antes de morirse. Según publicitaban, era para salvar al ISSSTE y para salvar al régimen de pensiones. Además, lo que poco se dice es que todos los trabajadores que ingresaron al servicio, posterior a la publicación de la ley del 2007, en automático fueron incorporados al régimen de las afores y ellos, cuando se retiren, únicamente podrán disponer de lo que ahorraron durante su vida útil en una bolsa individual.
Como es de observarse, los argumentos usados para reformar a la ley del ISSSTE del 2007 encajaban perfectamente en las tesis neoliberales: menos dinero para la salud y pensión del pueblo; los impuestos y rentas del Estado, deberían de servir para apuntalar al capital voraz.
No obstante, el expresidente Andrés Manuel ya en funciones, y a pesar de sus compromisos con la CNTE, únicamente se comprometió públicamente, sin hacerlo, a quitar la edad como requisito de jubilación sin tocar otros temas como las afores y sus cuentas individuales. En apariencia, al expresidente ya no le dio tiempo concluir esa promesa hecha a la CNTE y el asunto se lo dejó a su sucesora.
Poco se publicitaron los alcances de la iniciativa de ley que la presidenta había enviado al Congreso en el 2025 para modificar el régimen legal del ISSSTE, misma iniciativa que, ante la molestia de la CNTE, fue retirada días después. Lo que la disidencia magisterial argumenta es que era una tomadura de pelo pues violaba las promesas del expresidente. Además, el asunto de congelar la edad, mas no quitarla, cosa que ofertó la presidenta, era dejar las cosas casi igual a las disposiciones de la ley del 2007. Pues desde el 2007, conforme pasaba el tiempo, la edad para lograr la jubilación se había venido incrementando.
Ante ese escenario, esto es, ante la cerrazón del Estado a volver las cosas en temas del ISSSTE a lo que existía antes de 2007, la CNTE, acostumbrada a la lucha y a las calles, optó por la única alternativa que le ha quedado: parar actividades de manera definitiva y aliarse con la sociedad en esta confrontación. Por cierto, la alianza social ha sido su fortaleza de la disidencia a diferencia de los charros del SNTE quienes, desde siempre, han desdeñado a los padres de familia y han optado por la rentable subordinación de las dirigencias al Estado.
El magisterio, ante la desinformación provocada por los llamados charros, siempre ha salido perdiendo. Veamos como ha venido funcionando esta ecuación perversa: la CNTE, con el desgaste físico y económico de sus bases, presiona y logra conquistas para todos; los llamados charros, con el paso de los años, entregan esas conquistas o las venden sin el menor pudor.
La cohesión de la CNTE, su organización y su cimiento ideológico, ha sido mal entendido por el régimen actual. Es posible que se esté errando el camino cuando se ha publicado que, para frenar o desactivar a la CNTE, se está echando mano de lo mismo que usaban los gobiernos neoliberales: el uso de esquiroles y la utilización de la estructura gubernamental para contener la inconformidad.
El SNTE, léase dirigencia, sistemáticamente, ha jugado el rol de esquirol a favor del estado. Lo hicieron con los neoliberales y lo están haciendo ahora. Pero en casos cruciales, cuando están en juego las conquistas de los trabajadores, miles de ellos se salen de su órbita de control de entes como el SNTE y cientos, de manera pasiva, se adhieren a la resistencia. A los neoliberales eso no les importaba pues sabían que su juego de control era independiente al sentir de las bases pero a la 4T, la molestia de los trabajadores y los asomos de autoritarismo usados en su contra, eso debería de preocuparle.
Paralelo al SNTE, ha venido existiendo otro grupo de trabajadores agrupados en un ente llamado Comité Ejecutivo Nacional Democrático. Este grupo surgió en la época de Elba Esther. A la cacique, el CEND, le funcionó a la perfección pues jugó para ella el papel de esquirol. Este grupo fue usado para desactivar movimientos genuinos de trabajadores de la educación en toda la república. Básicamente, el CEND le sirvió a Elba para contener la fuerza de la CNTE o para evitar que nuevos grupos de inconformes se acercaran a esta organización disidente. Si bien es cierto que a la cacique le sirvieron a la perfección los miembros del CEND, igual como antes, ahora el Estado actual pretende usar nuevamente a este grupo para contener a la CNTE. Total, alguna experiencia ya deben de tener se podrá argumentar.
Pero no perdamos de vista que miles de trabajadores ya conocen a estos dos grupos, SNTE y CEND, así como el papel que han venido jugando en contra de las mayorías. Por lo tanto, es posible que ahora, cuando el Estado pretende usar a estos grupos para desactivar a la CNTE, tal vez y, a diferencia de antes, ahora los esquiroles solo van a servir para contaminar la imagen social de la 4T.