Una pregunta ronda el ambiente. ¿Habrá aplanadora legislativa en septiembre? Vamos con calma.
Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum se reunieron por primera ocasión después de la jornada electoral del 2 de junio. El presidente en funciones y la presidenta electa comieron en Palacio Nacional, intercambiaron impresiones de las elecciones, iniciaron el proceso de transición y hablaron de los pendientes, entre éstos, el futuro del paquete de reformas constitucionales enviadas el 5 de febrero.
Forma y fondo. Después del postre, la presidenta informó del contenido del encuentro. Más allá de asuntos como si también vivirá en Palacio Nacional; si continuará con las mañaneras o qué comieron y con quienes compartieron el pan y la sal, habló de la ruta que seguirán la discusión y la probable aprobación de las reformas constitucionales, que la semana pasada generaron turbulencias financieras y en la paridad del peso-dólar.
Transición tersa, continuidad serena. Cinco reformas constitucionales se discutirán en septiembre, las otras más adelante, dijo la presidenta electa. Lo interesante es que cuatro serán nuevas y una, del paquete del 5 de febrero.
Nueva mano, nuevas cartas. Las cuatro reformas nuevas serán: la pensión para mujeres de 60 a 64 años, las becas para estudiantes de educación básica, el aumento a los salarios y pensiones del ISSSTE y la eliminación de la reelección de legisladores. Del paquete del 5 de febrero, la reforma al poder judicial.
La presidenta electa prometió que en la discusión de estas reformas habrá parlamento abierto que no se limitará al Congreso, se ampliará a la sociedad, a las universidades y en el caso, del poder judicial a las barras de abogados, a las facultades de derecho, a los trabajadores del poder judicial y de los propios ministros.
La ciudadanía otorgó a Morena y aliados la mayoría constitucional en la Cámara de Diputados y casi en la de Senadores. Tiene la legitimidad y legalidad para aprobarlas. No es un mensaje menor que el primer anuncio de la Presidenta electa, después de reunirse con el presidente en funciones, abra el debate para analizar sus primeras propuestas de cambios a la Carta Magna; es decir, no habrá albazo legislativo. El nuevo gobierno no lo necesita y no le conviene al país.
Claudia Sheinbaum puso sobre la mesa sus prioridades legislativas y López Obrador las aceptó. De entrada, dos reformas sociales que fueron promesas de campaña. Las becas universales a los estudiantes de educación básica, que fue una de sus políticas más exitosas en la CDMX; la pensión para mujeres de 60 a 64 años, que fue su promesa más celebrada; el mejoramiento de las pensiones y salarios del ISSSTE, un mensaje claro a los trabajadores del Estado, y eliminar la reelección inmediata para legisladores.
Estas primeras declaraciones hablan de prudencia, pero sobre todo de sentido común. Ni López Obrador quiere terminal su casi sexenio con turbulencias, ni Claudia Sheinbaum iniciar el suyo con nubarrones en el horizonte.
Quizá las declaraciones de Claudia Sheinbaum calmen los mercados y estabilicen el peso. Quizá no. De por sí, los mercados siempre están nerviosos. Las declaraciones de Sheinbaum no son para darle gusto a la comentocracia. Nunca se calmarán los nervios de los conservadores, porque en cada declaración ven la amenaza de los comunistas o de los ateos. Lo importante en estos momentos es la apertura de la Presidenta electa que deben traducirse en hechos. Eso pienso yo. ¿Usted qué opina? La política es de bronce.