“Entre más se fortalecen las instituciones, más se fortalece la sociedad”
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), es una institución perteneciente a la Organización de Estados Americanos (OEA) que ha demostrado su profesionalismo en su actuar en esté mundo actual, en el que el arte de defender los derechos humanos se tuvo que transformar en una necesidad jurídica cotidiana por la misma necedad humana que progresó negativamente.
Basta buscar en la sección de noticias de los buscadores de internet a la CIDH para verificar su inmensa colaboración en todo el continente americano en la resolución de toda clase de problemas y controversias que afectan de alguna manera los derechos humanos de las personas involucradas en los 24 países que participan.
Las oficinas centrales de la CIDH se encuentran en Estados Unidos, en la Ciudad de Washington, pero actúa en los 24 países de América que hasta hoy están aceptados, incluyendo obviamente a México, de manera muy efectiva; y claro que existen diversas instituciones que defienden los derechos humanos, como la CNDH en México, o la oficina del alto comisionado de la ONU, pero la CIDH, particularmente, funge más que un escudo, como todo un ejército de defensa de los seres humanos que habitan en los 24 países de América incluidos, y que se enfrentan a abusos de autoridad o arbitrariedades diversas.
Yo personalmente tuve necesidad de solicitar apoyo a la CIDH por una cuestión de abuso de autoridad que desafortunadamente me afectó, pero incluso en esa época, a pesar de que un abogado de renombre me comentó que la CIDH no se iba a interesar en mi caso personal, y que no me iban a contestar, sí recibí respuesta de las oficinas internacionales de la CIDH por correo electrónico, y sí recibí asesoría para resolver mi problemática en su momento.
Por eso aprovecho la escritura del presente ensayo para reconocer la importancia de la CIDH como institución autónoma que ayuda en todo momento a las personas que habitan en los 24 países que la conforman, no sólo a preservar honrosamente los derechos humanos universales, también, a promoverlos, y a mantenerlos, como uno de los principales pilares que sostienen a la sociedad actual, y a la humanidad en general, por siempre.
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