En el contexto actual de la administración pública, el término “austeridad” se ha convertido en una consigna de gestión financiera. Sin embargo, su implementación ha sido motivo de intensos debates y profundas críticas, especialmente cuando se examina su ejecución en instituciones como la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (CONADE).

Durante los ejercicios presupuestales recientes, la CONADE ha estado bajo el escrutinio constante de la Auditoría Superior de la Federación (ASF). Los informes de la ASF revelan una serie de prácticas cuestionables que, lejos de reflejar austeridad, parecen más bien ser ejemplos de flagrante malversación y falta de transparencia.

¿Es austeridad pagar vuelos a sobreprecio hasta un 200%? ¿Es detener pagos a entrenadores por períodos prolongados bajo el pretexto de ahorro? ¿Es otorgar apoyos exclusivamente a deportistas afines a la directora? Estas preguntas no solo cuestionan la gestión financiera de CONADE, sino que también ponen en duda su compromiso con los principios básicos de eficiencia y equidad.

La modificación de reglas de operación para justificar gastos excesivos en eventos y la contratación sin justificación clara de proveedores son prácticas que socavan la confianza pública y distorsionan el propósito fundamental de los recursos destinados al deporte.

Es imperativo que la austeridad no se reduzca a meros recortes presupuestales o a la creación de fachadas de eficiencia. Debe ser un compromiso genuino con la racionalización de recursos, la eliminación de prácticas corruptas y la garantía de que cada peso invertido se traduzca en beneficios tangibles para los deportistas y para la sociedad en general.

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El reciente señalamiento de la CONADE y de su directiva, como centro de escándalos financieros y malversación, además de manchar la imagen de la institución, también socava la credibilidad del gobierno en su conjunto.

La corrupción y la falta de rendición de cuentas deben abordarse con la misma urgencia que se exige la austeridad presupuestal.

En este sentido, es fundamental que las instituciones como la CONADE se comprometan a ejercer la austeridad de manera transparente y eficaz, y que se sometan a una rendición de cuentas rigurosa y constante. Solo así podremos garantizar que los recursos públicos se utilicen de manera responsable y en beneficio del desarrollo integral de nuestros deportistas y de la sociedad en su conjunto.

La austeridad no debe ser reducida a una palabra de moda; debe ser un principio rector de la gestión pública que refleje verdaderamente el compromiso con la eficiencia, la honestidad y el servicio a los ciudadanos.

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