Al parecer el Mundial de futbol del 2026 cayó en el peor momento político y ecológico para México y sobre todo para Monterrey.

Recuerdo cuando se anunció que Monterrey sería sede nos volvimos locos pues solo serían cuatro partidos y ninguno de una ronda final fuerte. Después nos emocionamos porque había la posibilidad que el sorteo se llevará a cabo en Monterrey y no pasó.

Habría que recordar que cuando se anunció el Mundial, el gobierno del estado iba por la contaminación, la movilidad y una gran planta de Tesla que acabó siendo una artimaña de un señor que vino a vender espejitos.

Para el Mundial se tendría la ciudad más limpia con corredores verdes debajo de las líneas del metro con una gran cantidad de camiones nuevos y todos los problemas de la ciudad desaparecidos de un día a otro.

De esos días para acá, al parecer se cumplirá parcialmente con la construcción de las líneas del metro. Los camiones nuevos o no funcionan o no han resuelto el problema de movilidad y lo de la seguridad pues ahí la llevan.

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El lunes 4 de marzo llegó a Monterrey una gran tormenta de polvo que cubrió la ciudad como si fuera una señal apocalíptica. Eso es contaminación aunque no haya sido causada por fábricas, personas o cualquier causa que no fuera natural. No llamar a una contingencia es un poco irresponsable pues la calidad del aire en la zona metropolitana de Monterrey ayer no era la mejor para nadie.

Todas estas noticias de alguna manera u otra llegan a los organizadores del Mundial. Eso de que se tenga una fábrica que lleva décadas contaminando de manera inusual a la población de San Nicolás o que haya una refinería que contamina a la zona metropolitana claro que afecta. Lo que paso ayer solo hace que el efecto sea más dramático.

Algo contundente tendrán que hacer las autoridades para que no se vaya esta oportunidad de ser parte del Mundial de futbol que al final es una gran vitrina para mostrar al estado.

Alguna vez dijo el gobernador García que lo de la contaminación lo arreglaría en dos semana. Creo que es momento que esas dos semanas empiecen a correr. ¿No cree?

¡Ánimo!