“Ruin señor, cría ruin servidor”.
REFRÁN
“Sólo el tiempo puede revelarnos al hombre justo; al perverso se le puede conocer en sólo un día”.
SÓFOCLES
Hemos sido testigos de una nueva humillación hacia el ejército mexicano; esta vez por partida doble. Primero al ser correteados en Michoacán por ‘seres humanos que merecen todo nuestro respeto’; segundo, un día después, en razón de lo dicho por el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de México, el presidente López Obrador.
Un ejército encargado de todo y a la vez de nada. Al cual se le pide lealtad y obediencia absoluta —a cambio de muchas prebendas que animan a sus jefes superiores— , pero cuya base ha sido vapuleada por criminales y por su propio comandante supremo.
Un país convulsionado en materia de seguridad pública y donde, para colmo, los soldados deben salir huyendo cuando son perseguidos por miembros de las fuerzas del crimen organizado.
Si López Obrador pregunta —acusa, más bien— a Felipe Calderón el porqué de que su brazo derecho, Genaro García Luna, trabajara para los delincuentes, la misma interrogante y con doble de razón se le debe formular ahora a nuestro primer mandatario.
Pero para no irnos a profundidades, probemos con una pregunta muy práctica y sencilla; le debería ser fácil responder: ¿para qué queremos al ejército en las calles?
Soldados que sirven para ser parte de la Guardia Nacional, actuar como constructores del AIFA, administradores del mismo y de las aduanas. Encargados de actividades que no deberían estar realizando, pero impedidos y frenados para cumplir su misión principal que es velar por la integridad de nuestro país y la seguridad de los ciudadanos. ¿Y luego?
Después de la corretiza que le metieron a las Fuerzas Armadas, uno habría esperado que desde Palacio Nacional de anunciara una estrategia para detener —ahora sí— al crimen organizado. Mas nada hay de eso. De hecho, López Obrador se refirió a los victimarios como víctimas y dijo que se tenía que cuidar a los delincuentes porque también son seres humanos.
Pero la burla no terminó ahí, ¡qué va! Luego del video compartido en redes sociales, donde se ve a militares siendo perseguidos por delincuentes, el propio general Luis Crescencio Sandoval, secretario de la Defensa Nacional, aseguró que no se debía actuar con la fuerza. Que la indicación era no repeler estas acciones.
No se percibe como normal que los bloqueos en los caminos de la comunidad de Nueva Italia, Michoacán, fueran tomados por civiles desarmados (como sostiene la autoridad castrense) y que no representan un peligro para los militares. Si fuese así, ¿por qué salieron huyendo los elementos militares? Todo indica, más bien, que los soldados desplegados salieron huyendo porque les perseguían con armas y ellos tenían la orden de no atacar.
Luis Crecencio Sandoval afirma que la actitud del ejército al ser perseguidos fue para respetar los derechos humanos de los miembros del Cartel Jalisco Nueva Generación. Resulta un tanto cuanto extraño esa explicación cuando la actual administración se ha especializado en destruir el Estado de Derecho y violentar derechos fundamentales de los ciudadanos.
En todo caso, el general y el comandante supremo deforman lo que la población ha solicitado una y otra vez: que el Estado contenga la violencia generada por estos grupos delictivos; en ninguna ocasión se ha exigido que se les mate.
Mientras el tabasqueño prefiere no hacer valer la ley ante los criminales, los deudos de todas las víctimas del crimen organizado preguntan porqué ellos no han recibido ese trato.
Se piden abrazos y no balazos para los delincuentes, pero para quienes opinan diferente a López Obrador se les tacha de traidores a la patria.
A los militares se les exige respeto, pero este no se les brinda. Al cuerpo castrense de nuestro país se les educa bajo el concepto de: “no hay mayor valor que el honor como el más noble estímulo del valor militar, representa el respeto hacia uno mismo, el ejercicio de la virtud, del deber y la rectitud, indica lo que debemos hacer, lo que debemos evitar; la base del honor está en nuestro corazón, como soldados leales, dignos e íntegros, inalterables en el cumplimiento de nuestro deber”. Por lo cual, ¿qué sentirán cuando ven vapuleado su honor? ¿Cómo guardan la compostura al ser la burla y chanza de los delincuentes?
Los militares requieren que se respete su honor y se les permita hacer su trabajo, no dedicarse a otros muchos. Esta afrenta molesta a la tropa; su valor y su lealtad a México está en entredicho.
Ello nos debería decir mucho de lo que es la administración pública y de lo que viene. Es el anuncio reiterado del desprecio del presidente hacia todo el pueblo de México: militares, víctimas, mexicanos en general. Por cuanto a lo que viene, espero no sean más abrazos que no sirven y balazos siguen matando.
Ojalá tampoco sea la excusa anhelada por parte del Ejecutivo federal ¡para militarizar su gobierno! Menos aún para poner una junta militar o a un miembro del ejército a dirigir al país al término de su mandato.
¿Es la reacción de cientos de miles de mexicanos, la indignación por el trato a los militares, lo que López Obrador mañosamente busca para establecer la absoluta militarización gubernamental? Digo, AMLO es perverso pero espero no lo sea hasta ese punto.