En el escenario político mexicano, la corrupción ha sido un lastre que ha pesado sobre varios actores. Uno de los casos más notorios es el de Joaquín Jesús Díaz Mena, conocido como “Huacho”. Este político yucateco, que una vez se destacó como miembro del Partido Acción Nacional (PAN), hoy se erige como un ejemplo de corrupción en el seno de Morena, el partido en el poder en aquella entidad. Su trayectoria política es un claro testimonio del oportunismo y la búsqueda insaciable de poder, sin importar las siglas partidistas.

“Huacho” Díaz Mena comenzó su carrera política en el PRI, durante la era de Víctor Cervera Pacheco. Sin embargo, su sed de poder lo llevó a cambiar de partido, pasando al PAN, donde ocupó cargos como alcalde, diputado local y diputado federal. Como albiazul, en 2006, participó en la polémica toma de la tribuna en la Cámara de Diputados, donde le levantó la mano a Felipe Calderón al protestar como presidente de la República.

En 2012, se postuló como candidato a la gubernatura de Yucatán por el PAN, pero sufrió una derrota contundente frente a su antiguo partido. Esta tendencia se repitió en 2018 cuando, al no recibir nuevamente la candidatura del PAN para la gubernatura, decidió unirse a las filas de Morena, solo para enfrentar otra derrota ante su antiguo partido.

Sin embargo, la historia más reciente de “Huacho” Díaz se teje en el marco de su papel como delegado de Bienestar en Yucatán. Bajo su gestión, la dependencia se ha visto salpicada por el nepotismo. Familiares de primer y segundo grado ocupan puestos clave en la Secretaría de Bienestar y en las oficinas del gobierno federal en Yucatán.

La corrupción también se hace patente en la asignación de programas y en los despidos masivos de empleados de la dependencia. Denuncias de discriminación, asociación delictuosa, abuso de autoridad y más, han llegado a la Fiscalía General de la República en Yucatán. Incluso el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación ha encontrado al delegado del Bienestar de Yucatán responsable de realizar propaganda personalizada en un periodo prohibido por la Constitución (SUP-REP-0433-2021).

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El caso identificado como “Kanasín” resalta como un ejemplo representativo de esta corrupción. Se ha denunciado fraude en la distribución de fondos destinados a indemnizar a los ejidatarios que cedieron sus terrenos para el Tren Maya. Ejidatarios legítimos han sido sacados de la lista de beneficiarios, mientras que operadores políticos cercanos a “Huacho” Díaz se han beneficiado ilegítimamente.

La historia de Andrés Peralta Rivera, otro delegado en Yucatán, añade más capítulos a esta historia. Antes de su nombramiento como delegado de la Segob en Yucatán, enfrentó acusaciones de corrupción y mala administración en su cargo anterior como director del Colegio de Estudios Científicos y Tecnológicos de Tabasco (CECyTE). A pesar de las denuncias y señalamientos, Peralta Rivera fue nombrado delegado en Yucatán, lo que sugiere una falta de escrutinio adecuado en la selección de funcionarios.

En su historial, se destacan denuncias de fraude, corrupción y abuso de poder. Padres de familia y maestros se levantaron contra él debido a la falta de transparencia en la recaudación de cuotas escolares y otros recursos destinados a la educación.

Estos casos ponen de manifiesto la urgente necesidad de abordar la corrupción en la política mexicana. La promesa de un gobierno más transparente y justo debe ser respaldada por acciones concretas que erradiquen estas prácticas nocivas. La sociedad merece representantes honestos y éticos, no políticos que aprovechan su posición para enriquecerse a expensas de los ciudadanos. La dirección de Morena, hoy a cargo del senador con licencia Mario Delgado, debe poner orden y actuar en consecuencia; al final del camino, sólo lesionan al partido que fundó Andrés Manuel López Obrador.

Periodista | Twitter: @JoseVictor_Rdz

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