Durante el año pasado y el presente, la relación que estaba fría entre Corea del Norte y Rusia, ha venido convirtiéndose en una alianza económica y militar de cada vez mayor envergadura.
Lo anterior cobra relevancia en función de la decisión tomada por Kim Jong-Un, líder supremo del Estado comunista de Corea del Norte, de dinamitar las carreteras que comunican su país con la parte sur de la península donde se encuentra la muy desarrollada y capitalista Corea del Sur. Las relaciones entre ambas Coreas nunca han sido regularizadas pues el estado de guerra latente ha continuado desde 1953, año en que se definió que el paralelo 38 sería la frontera entre ambos estados, ubicando en el centro una zona desmilitarizada de 4 km de ancho. Sin embargo, continuas provocaciones han venido generándose a ambos lados del paralelo, pero hasta ahora, no dejaban de ser gestos más bien simbólicos; lo que ha cambiado es que en 2023 y 2024, desde que Corea del Norte reconoció el Donbass donde se encuentran ubicadas las regiones separatistas de Ucrania de Lugansk y Donesk, como regiones independientes, Corea del Norte se ha vinculado de manera significativa a la Rusia de Putin.
El 19 de junio de 2024 el presidente de la federación rusa, Vladimir Putin, visitó por primera vez en 25 años la emblemática capital comunista de Pyongyang, reuniéndose con Kim y firmando un pacto de “asistencia mutua en caso de agresión contra una de las partes”; la cumbre estableció una cooperación militar de naturaleza defensiva. En el capítulo geopolítico anterior que podría fecharse el 30 de julio de 2019, en un hecho sin precedentes, el presidente norteamericano, Donald Trump, cruzó la histórica frontera, entrando a territorio norcoreano, hecho por el que fue alabado como muy valiente por parte del nieto de Kim Il-Sung, líder del país comunista.
Este acto heterodoxo de Donald Trump permitió una interlocución del más alto nivel con el entonces casi aislado régimen que ha servido como “Estado colchón” a la China comunista frente a las grandes potencias: Corea del Sur y Japón. Aunque en la reunión no se llegó a ningún acuerdo y Trump se retiró precipitadamente del encuentro, lo cierto es que la presión bajó de manera considerable entre ambos países, logrando Trump, una vez más, mantener separados a sus enemigos. En este contexto, el presidente Zelensky ha “informado al mundo” que tropas norcoreanas están ya desplegadas para apoyar a Rusia en su invasión contra Ucrania. El presidente ucraniano ha dicho: “Nuestra inteligencia registra no sólo la transferencia de armas de Corea del Norte a Rusia, sino también la transferencia de personas. Se trata de trabajadores para las fábricas rusas, en lugar de los rusos muertos en la guerra. Y personal para el ejército ruso”; a este hecho, Zelensky se refirió como una coalición de criminales y luego agregó: “soldados norcoreanos ya están luchando contra las tropas ucranianas en la región rusa de Kursk, y se espera que varios miles más se unan pronto al combate”.
Analistas militares han sostenido que las tropas norcoreanas serán utilizadas en el frente de Kursk para empujar al ejército ucraniano fuera de Rusia. Según una fuente de inteligencia militar ucraniana, se han producido ya deserciones de norcoreanos en posiciones rusas. No obstante, Corea del Norte puede enviar muchos más soldados y esto dotaría de un rol significativo dadas las dificultades ucranianas para engrosar su ejército como lo señaló el analista militar Oleksander Kovalenko. Este mismo analista dijo: “las unidades de artillería norcoreanas, equipadas con armas antiguas pero múltiples, también podrían convertirse en un grave problema para Zelensky”, en relación a esto, el jefe de la oficina presidencial de Ucrania, Andrí Yermak ha escrito en su cuenta oficial de Telegram: “El eje del mal se está convirtiendo ahora en una alianza militar en toda regla que desafía las democracias y al orden mundial”.
Cualquier analista geopolítico de mediano prestigio puede percatarse de que la necesidad de Putin de hombres e insumos, lo llevan a garantizar con sus armas nucleares la integridad de norcorea y a sostener al cruel régimen comunista del país. En este contexto, la vocero oficial del Kremlin ha señalado en días pasados: “Las autoridades surcoreanas deben tomar muy en serio las advertencias de Pionyang, y dejar de atizar la situación en la península con su campaña irracional de provocaciones, que genera una escalada de tensiones que puede derivar en incidentes armados reales... Este tipo de acciones por parte de Seúl (refiriéndose al envío de drones con publicidad) pueden ser vistas como una grave violación de la soberanía de Corea del Norte, y una injerencia en sus asuntos internos con el claro fin de destruir el legítimo sistema estatal y social de un estado soberano”.
La anterior advertencia sólo es posible porque la trama internacional urdida desde la oficina oval, ha logrado que actores marginales y repudiados de un pasado comunista que se creía superado, resuciten por la ilógica campaña que se sostiene contra Rusia. Es importante señalar que esta tensión en Corea del Norte implica contundente y directamente a China quien está obligada a asistir militarmente a Corea del Norte en caso de una agresión; en otras palabras, China se había abstenido de convertirse en un actor en el escenario europeo, dando señales de una suerte de neutralidad favorecedora a Putin, pero no de un respaldo militar concreto. Este nuevo frente asiático implica que si las tensiones en la región, pasando por la muy escalada situación en el estrecho de Taiwán, se elevan a una confrontación militar, las fuerzas chinas y rusas tendrían ya un motivo legalmente establecido a través de la alianza por Corea del Norte de combatir conjuntamente. Es un elemento más para entender por qué geopolíticamente se necesita un actor que coloque los intereses norteamericanos primero, por sobre los negocios y los intereses del complejo industrial militar o de las familias presidenciales demócratas. El estilo particular de acción diplomática de Donald Trump mantuvo inactivos y distantes a chinos y rusos entendiendo, el gobierno americano de aquel momento, que la batalla económica debía librarse contra China y permitiendo que Rusia profundizara sus vínculos mercantiles exportando gas y petróleo a Europa e importando con dólares, toda clase de mercancías de occidente. Ese sólo hecho, demuestra la capacidad de Trump para operar el tablero geopolítico y, en sentido contrario, esta situación al borde de la guerra ahora en tres frentes, debe ser un elemento para los electores norteamericanos del porqué no elegir a Kamala Harris que se ha comprometido a continuar profundizando la actual tendencia de la administración Biden, a la que ella pertenece.
Si Trump no gana, es muy probable que las hostilidades puedan iniciarse en la inestable Corea del Norte, donde el gobierno ha anunciado que, mediante la conscripción, sumará un millón 250 mil efectivos más.