A dos semanas de concluir el año y a poco más de un mes de que Donald Trump asuma nuevamente el poder, la totalidad de las declaraciones y acciones -entre éstas los nombramientos clave de la nueva administración estadounidense- que nos llegan, hablan de que, el otra vez presidente de Estados Unidos cumplirá su promesa de detener la “invasión” de indocumentados y realizar la deportación masiva más grande en este siglo.
Bien hace la presidenta Claudia Sheinbaum en prepararse ante los desplantes de Donald Trump. En este aspecto, el gobierno cuenta con el apoyo de todos los sectores de la sociedad. En ese plan de trabajo, el Instituto Nacional de Migración (INM) es una pieza clave.
Recordemos que el INM es el organismo del gobierno que se encarga de aplicar la legislación migratoria y de garantizar la seguridad y los derechos de los migrantes. Entre sus funciones se encuentran: verificar la situación migratoria y los documentos de los extranjeros en el país; asegurar y presentar a los migrantes con estancia irregular; orientar a los inmigrantes para su entrada al país; emitir resoluciones para conceder, denegar o cancelar permisos de permanencia; elaborar y coordinar programas de apoyo y asistencia a los migrantes.
Dada la coyuntura, al frente del INM se necesita a un verdadero crack, una persona con gran capacidad profesional, experiencia, trayectoria y sensibilidad social, no solo alguien cercano a la secretaria de Gobernación o a la propia presidenta de la República. El problema es que, hasta el momento, la presidenta mantiene a Francisco Garduño al frente de Migración, a pesar de su pésima gestión y resultados durante el sexenio anterior.
Recordamos a Garduño actuando como policía represor en la contención y detención de migrantes en la frontera con Guatemala, pero sobre todo su actitud y comportamiento indolente ante la tragedia del incendio en el centro de detención de migrantes en Ciudad Juárez el 27 de marzo de 2023, donde el fuego mató a 40 personas y dejó a 26 gravemente heridas.
Si hablamos y criticamos los campos de concentración de Donald Trump, no podemos cerrar los ojos ante las lamentables condiciones en las cuales se encuentran los centros de detención de migrantes en México. La tragedia de Ciudad Juárez puso al descubierto estas condiciones, se castigaron a chivos expiatorios, servidores públicos menores, pero Garduño olímpicamente se lavó las manos; el presidente López Obrador le dio su respaldo, cuando debió haberlo removido de inmediato, pero ahí sigue, envalentonado y haciendo declaraciones impertinentes.
Francisco Garduño es una manzana podrida, o en el mejor de los casos peso muerto, en el equipo del nuevo gobierno. Puede ser muy leal y tener otras habilidades, pero no es la persona indicada para permanecer en el INM. Trascendió en medios que podría llegar a este cargo Sergio Salomón Céspedes, exgobernador de Puebla. Tampoco es una gran propuesta, pero cualquiera es mejor que la continuidad de Garduño. Eso pienso yo. ¿Usted qué opina? La política es de bronce.