“El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones”

Winston Churchill

“Una golondrina no hace verano”

Dicho popular

De primer vistazo pareciera que no le fue mal a López Obrador en su visita a Washington, DC, si bien ello no significa que le fue bien (o citando a Liz Vilchis, cortesía de la sección mañanera ‘Quién es quién en las mentiras de la semana’: no es falso pero no es verdadero).

Claro que se agradece que esta vez no metiera la pata con algún ganso-gazapo cansado, pero lo anterior tampoco es para aplaudirle cual focas como hacen algunos…

Hay que destacar que desde hace cinco años los presidentes de las tres naciones no se reunían, y ante las crisis de los últimos tiempos, iniciada por la pandemia y derivada en una económica —de la que aún nos falta conocer todas sus implicaciones—, era necesaria esta cumbre.

Mas justamente por ello, el liderazgo que se requiere (uno que comienza por organizarla y participar) se define o termina por medirse y palparse en los resultados. Las palabras (sí, antes me hubiera conformado con eso) ya no bastan. Y si bien la actitud de López Obrador fue la correcta en Washington, no es como para llamarlo un ‘estadista’; sabemos que en el día a día, AMLO dista mucho de comportarse como tal.

Lo que vimos fue una reunión donde todos ganaron un poco (¡qué bien por las tres naciones!) y se tocaron los temas necesarios, pero sin alcanzar la profundidad requerida.

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Fue positivo el acuerdo en el sentido de otorgar las vacunas anti Covid que necesitan tanto México como otros países de América Latina. Celebro enormemente que se le arrebaten a Hugo López-Gatell los pretextos para no vacunar a menores de edad.

Fue muy bueno, también, que López Obrador se pusiera el cubrebocas en prácticamente todo momento de su estadía (obvio debió retirárselo para las fotos), pero cabe la pregunta: ¿por qué no hace lo mismo en nuestro país? Y en ese sentido causa gracia ver a los lopezobradoristas convencidos presumiendo al presidente por su actuación en Estados Unidos, cuando que adoptar precisamente ese comportamiento que tuvo ayer es lo que los críticos como yo le hemos pedido, implorado, desde hace ya mucho rato.

En otras palabras, ojalá ese presidente que vimos ayer fuera el mandatario que tuviéramos todos los días. El que usa el cubrebocas y da el ejemplo, el que no habla mal de la prensa, de la iniciativa privada o ¡de los mismos Estados Unidos!

Pero como el cuento de La Cenicienta, el encantó se esfumó en cuanto regresaba a casa… Mientras Estados Unidos y Canadá celebraron las vacunas y las posibilidades para que las cadenas de suministro dejen de romperse, en México lo que se enfatizó es la insistencia de que el programa ‘Sembrando vida’ se lleve a todo Centroamérica. La 4T se enterca en engañar a la audiencia local —y también la de la mencionada región— con la historia aquella de que dicho programa es la solución para los éxodos masivos de centroamericanos que querrán migrar ilegalmente a EU, transitando por México.

Cuento que no se traga la población de nuestro vecino país del norte, y lo que a su vez no le ayuda a Joe Biden en remontar su popularidad (no se olvide, parar el flujo de migrantes hacia Estados Unidos es una de las exigencias más importantes de la población de aquel país hacia la autoridad y una de las razones por las cuales el presidente norteamericano no pasa su mejor momento).

López Obrador sabía bien de la debilidad de Biden en este sentido, lo que ayudó a que el estadounidense tuviera una ligera desventaja en las pláticas.

Mayor debilidad de EU, mayor fortaleza de AMLO. Eso no es resultado de la persuasión o de destreza negociadora de AMLO.

Nada de eso. En esta reunión trinacional, los presidentes sencillamente requerían quedar bien. Mostrar que tienen la intención de construir y crecer como una de las regiones económicas más importantes del mundo. Era necesario que los tres en diversos momentos pudieran adornarse, venderse con éxito ante sus respectivos públicos. Y así resultó.

Total que la cumbre puede resumirse de esta manera: buena reunión en términos de diplomacia; consecuencias reales que conoceremos con el tiempo, uno que es muy acotado.

Solo cuando se llegue a resultados tangibles y verificables será el momento para recetarnos con sustento un sólido “tomen para que aprendan”.

Mientras tanto, el hombre serio y prudente que vimos ayer fue tan solo un espejismo que se evapora y cuya cruda realidad hoy amanece hecho en Palacio Nacional.

Verónica Malo el Twitter: @maloguzmanvero