Hace poco, a través de un periódico nacional, circuló una encuesta que comienza a ser el preludio de lo que hemos venido anticipando. Algo similar a lo que padeció el PRD hace unos meses en medio de una agonía que terminó por sepultar luego de aquel antecedente vergonzoso para las bases del partido como lo fue el Pacto por México. Eso, además de sufrir un revés en la declaración de principios, constituyó una ignominia para quienes impulsaron el proceso de la lucha democrática del país. El punto es que, con esa evaluación, hemos podido constatar que, efectivamente, la oposición vive el peor momento de su historia. Con esa información confiable, sobra decir, el PAN, al igual que el PRI, están en caída libre por seguir contribuyendo a la pobreza política de una narrativa que, a toda costa, solo busca denostar las acciones de un gobierno cuya abrumador respaldo ronda entre el 80 y 81%.

De hecho, han transcurrido más de cinco meses desde que Claudia Sheinbaum tomó protesta como presidenta constitucional. De ese tiempo, para acá, seguimos viendo una oposición paralizada y, peor aún, desdibujada ante el dominante paso de Morena. No me extraña en lo más mínimo, pues sus liderazgos más visibles, que han demostrado una incapacidad para permear en el ánimo de la población civil, siguen sin despegar. No sé si no les quedó claro el mensaje que el pueblo de México les ha mandado desde aquella elección histórica del 2018. Con esa apatía, y ante el circo mediático que montan los protagonistas de acción nacional desde el legislativo, el PAN, con esa lógica, se perfila a continuar cayendo en detrimento. Hoy, en efecto, la derecha se ha ido rezagando en la ciudadanía. Para ser exactos, su intención del voto, en términos de votación bruta, anda entre el 7 y 8%.

Ahí están las consecuencias del PAN por rodearse de personajes que, en nivel y competencia, no aportan prácticamente nada más que testimonios penosos como el de Lilly Téllez. Y, por si eso fuese poco, no ha logrado ser un contrapeso para incidir en la toma de decisiones. Si hoy fueran las elección del 2027, en efecto, sólo aspiran a competir en Querétaro y Aguascalientes. Sin embargo, será insuficiente el hecho de gobernar esas entidades, pues las propias encuestas, esas que tanto cuestiona la oposición, dan muestra que, hoy por hoy, Morena ha rebasado a la derecha en esos territorios que, hasta hace poco, podíamos considerarlos como unos bastiones del Acción Nacional. Eso, naturalmente, no basta para ganar una elección, máxime cuando atraviesas el peor momento como fuerza política. Dadas esas condiciones, para el blanquiazul, de acuerdo con estudios muy concretos, no ha podido despegar luego del revés que sufrieron con Xóchitl Gálvez.

Qué tan mal andará el PAN que, de nueva cuenta, le abrió las puertas a Germán Martínez. El punto crucial es que, en términos de proporción e impacto, no representa absolutamente nada más que un voto más en San Lázaro. Siendo así, eso no impulsará al panismo ni mucho menos lo sacará de ese agujero profundo en el que ha caído. Hizo mal Jorge Romero, que es un personaje señalado de corrupción, recurrir a una estrategia que, como tal, no influye en el ánimo. Lo que sí podemos esperar, con esa reincorporación, es un interés particular por mantenerse en alguna posición legislativa o puesto de elección popular, pues para el PAN, el problema de fondo, sigue siendo su pobre narrativa y su dañina política pública de privatización. Por eso y por muchas razones, hay una lógica en el desplazamiento y la correlación de fuerzas que actualmente experimenta el país.

Y claro, como hemos ido anticipando, Morena, en su mayor momento de apogeo, ganará las 16 gubernaturas que estarán en juego. Aludir a ese futuro tiene una base sólida de fundamentos, lo mismo que la postulación de Ricardo Anaya a la gubernatura de Querétaro. Él será, está más que cantado, el abanderado de la derecha en aquel punto del país. De entrada, llegará con el enorme rechazo de la población civil y, de paso, con un manojo de señalamientos que lo hicieron ausentarse de México. Entonces, que no nos sorprenda que, en unos meses más, Anaya reaparezca en un proceso electoral. Si es así, las chances que tiene Morena para conquistar Querétaro son potencialmente mayúsculas, en especial por el agravio que ha causado los escándalos de corrupción del coordinador de los senadores del PAN en el Senado de la República.

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Pero para que la alternancia política de Querétaro sea una realidad, evidentemente, hay que llevar a cabo más trabajo territorial que, a la postre, se propague en cada uno de los rincones. Algunas encuestas, de hecho, ponen en igualdad de condiciones al partido guinda con el blanquiazul. Es simple: para que las posibilidades de triunfo sean potencialmente altas, Morena, en conjunto con los aliados, tendrán que ir con la carta más fuerte. Hablamos de alguien que, a la par, sepa capitalizar la animadversión que hay con la derecha a nivel nacional. Me refiero a una voz elocuente que conecte con la población y, a su vez, tenga pleno conocimiento de las causas que aquejan. Es verdad, será un enorme desafío el que asumirá aquel que cargue con la responsabilidad de coordinar la defensa del voto.

El pasado dos de junio, en efecto, Santiago Nieto, que fuese abanderado para la fórmula del Senado por Morena, nos dio una demostración del poder de convocatoria y movilización que jaló. Él, de hecho, sentó un precedente importante con el resultado final que arrojó la jornada democrática. Eso, en la coyuntura actual que vivimos de un proceso sucesorio para las 16 gubernaturas, lo pone en condiciones inmejorables, pues el director del Instituto de la Propiedad Industrial, hoy por hoy, lidera la carrera interna de Morena con un abrumador margen de los posibles aspirantes. Y si, Morena, si tiene entre sus prioridades conquistar ese punto determinante, tendrá que apostarle al mejor activo político. En esa lógica, y con la cercanía que tiene Nieto con Marcelo Ebrard, hoy una pieza crucial en materia económica con el vecino país del norte, cuenta con grandes chances de colarse a la coordinación de la defensa del voto; o sea, la candidatura de la coalición Seguimos Haciendo Historia.

Y ante la debacle del PAN, desde luego, Morena debe aprovechar el camino que ha comenzado a allanarse en aquel territorio. Hoy, que el lopezobradorismo tiene un respaldo igual o superior al blanquiazul en aquella entidad, se proyecta una elección muy interesante. Por lo pronto, hay que seguir muy de cerca a Santiago Nieto. Él, como pasó en el Estado de México, puede romper con la hegemonía que, por décadas, ha subyugado a la población de Querétaro en manos de Acción Nacional. Estamos a meses de que ese hecho histórico suceda, máxime cuando el descenso del PAN, en plena etapa crítica, está en decadencia y, con ello, los perfila a la derrota como cuarta fuerza política a nivel nacional, de acuerdo con las encuestas.