Decir ser un gobierno democrático o encabezar una autodenominada Cuarta Transformación, no es suficiente y mucho menos cuando los zombis defensores de lo indefendible a la voz de Palacio Nacional en coro repiten sin criterio ni objetividad las ideas que salen de las mañaneras, confirmando que requieren de un gobierno paternalista que les diga cómo actuar y qué pensar.
Un gobierno lleno de caprichos, rencor, división y complejos y capaz de actuar por fuera de la Ley.
Indolencia y corrupción
Eventos cada vez más frecuentes como los incidentes y accidentes en el Metro de la CDMX provocados principalmente por la falta de mantenimiento y el recorte del presupuesto dedicado a ese rubro por una malentendida política de austeridad y el irrefutable hecho de que Claudia Sheinbaum está más dedicada a hacer campaña que en atender sus funciones como Jefa de gobierno dan cuenta de una administración que no garantiza el bienestar de sus gobernados y ensimismada en conservar el poder.
Pero AMLO defiende a la más querida de sus corcholatas y las huestes cuatroteístas, que ciegos y sordos aplauden, y lo peor, es que en buena parte los mismos que padecen las consecuencias de un mal ejercicio de gobierno y de su incapacidad administrativa, son quienes mantienen un grado de apoyo tan amplio como inexplicable.
Lo cierto es que los ciudadanos se merecen al menos un poco de conmiseración ante hechos que dejan muertos y heridos, pero, por el contrario, la retórica de López Obrador se mantiene inamovible, las víctimas son él y su movimiento y las tragedias ocurren nada más en el imaginario de “los conservadores” que se empeñan en atacarlo.
Insolencia y cinismo
Está también el tema de la ministra Jazmín Esquivel, una plagiaria confesa, que increíblemente al día de hoy, continúa siendo integrante de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Esquivel es esposa de uno de los principales asesores y más grandes beneficiarios de los contratos de la 4T José María Riobóo, y su defensa surge directamente desde el púlpito presidencial, siguiendo paso a paso la estrategia que mejor le ha funcionado a Andrés Manuel a lo largo de décadas: la victimización, el implantar la falsa idea de que todo se trata de ataques en su contra.
Vaya grado de insolencia de este gobierno, capaz de convertir en víctima a quien defrauda y miente, una falta de respeto tan evidente que hasta resulta ofensiva.
Pero si AMLO lo dice, solo es “politiquería” de los que buscan afectar a su gobierno y las voces entrenadas lo repiten, la voluntad del líder puede más que cualquier prueba por contundente que sea.
Pues bien, como recordar es volver a vivir, en 1995, el periódico Reforma y políticos aliados de AMLO como Manuel Camacho Solís divulgaron que Fausto Alzati, entonces secretario de Educación, que ostentaba un grado de Doctor en Economía por la Universidad de Harvard, no se había titulado.
Al día siguiente de la filtración el presidente Zedillo le pidió la renuncia, sin justificaciones ni victimizaciones, el secretario falló y sin titubeos fue destituido. El presidente actuó, como corresponde en contra del funcionario público que defraudó la confianza.
En cambio, AMLO que no respeta ni hace respetar la Constitución y que se entromete hasta la médula en los otros Poderes de la Unión aludiendo como siempre a su supuesta “autoridad moral”, señala quiénes son los buenos y quiénes los malos, según convenga a sus intereses.
La primera reacción del presidente López Obrador fue justificar el plagio: “El que esté libre de pecado que tire la primera piedra” y, como de costumbre, acusó de “corruptos” a quienes destaparon el escándalo.
Si los que nos gobiernan se dicen “victimas” de sabotajes, en lugar de asumir sus responsabilidades, ¿en manos de quién estamos?
La consecuencia es una sociedad que se polariza cada vez más, porque la corrupción afecta directamente la confianza entre las personas y está tan arraigada a este gobierno como a los anteriores que tanto critican, basta ya de justificaciones y de cerrar los ojos y hacer como que no lo ven, porque guardar silencio ante tanta ineptitud nos hace cómplices.
Twitter: @diaz_manuel