“No hay hombre que, revestido de un poder absoluto para disponer de todos los asuntos humanos, no sea víctima de la soberbia y la injusticia.”
PLATÓN
“La turbulencia de los demagogos derriba los gobiernos democráticos.”
ARISTÓTELES
Por la boca muere el pez (y también el peje). López Obrador va por 15 mil millones de los fideicomisos del Poder Judicial. A ello sumémosle un recorte presupuestal considerable a esa rama del Estado. Afectará a más de 50,000 trabajadores. Porque más allá de los dichos de López Obrador —que los fideicomisos existen para beneficiar a los ministros de la SCJN—, lo cierto es que su extinción afectará a todos los servidores públicos que laboran en el Poder Judicial.
Pensiones, apoyos médicos y económicos complementarios para servidores públicos de todos los niveles y ámbitos (a excepción de la SCJN). El plan de prestaciones médicas, el manejo del producto de la venta de publicaciones, los remanentes presupuestales y otros fondos desaparecerán solo porque esa es la intención de Palacio Nacional, la cual siguen a pie juntillas los legisladores de la 4t.
Increíble el poco sentido de compromiso ético y moral de un individuo con los trabajadores del Estado (en este caso los del Poder Judicial). La burla transita por diversos niveles: desde decir que no trabajan, y que por ello da igual si se manifiestan, pasando por afirmar que se dedican a soltar delincuentes (quizá el primer mandatario considera que solo él puede perdonarlos u ofrecerles abrazos), hasta sugerirles que mejor se vayan a trabajar a despachos (como por cierto lo hace al menos uno de los hijos del presidente López Obrador) si lo que quieren es percibir un salario digno.
La burla continúa: arrebata estos fideicomisos, pero no hace lo mismo con ni uno solo de las Fuerzas Armadas. El del Ejército, por ejemplo, supera los 99 mil millones de pesos (y va por la creación de otro). ¿Cómo se manejan?, ¿qué sucede con ese dinero?, ¿para qué se utiliza? El hermético silencio es la respuesta. Se queja de que no hay dinero, pero permite los fideicomisos de las Fuerzas Armadas, incrementa los presupuestos del Tren Maya, de Dos Bocas y de la propia institución castrense.
El sexenio de López Obrador entró a su último año de su gobierno. En el transcurso de este, mientras la SCJN se plegó a sus intereses, nunca mencionó los fideicomisos y tampoco intentó arrebatar los mismos. Bastó que la ministra presidenta Norma Lucía Piña señalara la independencia y autonomía del Poder Judicial para que la andanada de la 4t se dirigiera en contra del Poder Judicial.
Lejos, muy lejos queda aquel López Obrador quien dijo, ya siendo presidente electo en agosto de 2018, que su sexenio mantendría absoluto respeto por sus veredictos y que el ejecutivo no buscaría someter a otros poderes (“…ninguna autoridad encargada de impartir justicia será objeto de presiones ni de peticiones ilegítimas cuando esté trabajando en el análisis, elaboración o ejecución de sus dictámenes”, 2018, en sesión del TEPJF). Aquel demócrata, respetuoso de las instituciones y de la división de poderes desapareció. ¿O fue solo una narrativa que en la substancia nunca existió?
Porque lo que estamos atestiguando con la desaparición de los fideicomisos del Poder Judicial es triturar su autonomía; dar un paso que solo se da en la dictaduras. Es anunciar un golpe de Estado.
Si López Obrador respetara la división de poderes, plantearía hacer lo que hoy impulsa mediante la reforma a la Constitución. Mas en estos momentos no puede intentarlo pues no controla la mayoría calificada en la Cámara de Diputados. Entonces el mandatario, para hacer su autocrática voluntad, recurre a violentar la ley. Dinamitar la división de poderes y destruir instituciones es lo suyo.
Y sí, preparar el terreno para seguir gobernando al concentrar el poder.
Con una megalomanía absoluta, a sabiendas de que esa no es la función de ese tipo de instrumentos, llama a consulta a la población para con los resultados reafirmar lo que de antemano él ha decidido: qué hacer con los fideicomisos del PJ. Usa el tema para erosionar al Poder Judicial y tenerlo como piñata de campaña.
Muy pocas son las personas que logran escapar la locura del poder. Desafortunadamente, López Obrador no es una de ellas.
P.D.
Olga Sánchez Cordero, senadora de la república y exministra de la SCJN, se abstuvo en la votación para desaparecer los fideicomisos del Poder Judicial. Ni leal con López Obrador, ni con el pueblo de México. Tampoco honesta en su actuar; es una persona que podía explicar el adecuado uso de los fideicomisos y prefirió guardar silencio.
P.D. 2:
El uso de términos seudo-religiosos por parte de López Obrador (como es el de “pecado social” para señalar al Poder Judicial) es sumamente hipócrita e inmoral. Somos una república, un Estado laico; nos inspiran los valores cívicos y debemos vivir conforme a derecho. Eso que denomina “pecados”, son delitos. Están tipificados en la norma y son varios los que AMLO comete.