Gustavo Zagrebelsky es uno de los juristas más influyentes y conocidos de Italia e Iberoamérica. El Presidente Emérito de la Corte Costituzionale, ha escrito un bello libro (Imparare democrazia, Einaudi) en el cual hace una antología de fuentes literarias clásicas sobre la democracia, de Heródoto, Aristófanes y Cicerón hasta autores modernos como Brecht, Arendt y Bobbio. La pluma de Zagrebelsky es una de las mejores del mundo jurídico, y su amplia cultura humanista lo hace un referente de unión de disciplinas como el derecho, la filosofía y la literatura.
Se han hecho correr ríos de tinta en la empinada tarea de definir la democracia, pero la comprensión abierta y la amplitud del concepto no parecen permitir la uniformidad de pareceres. Tal vez, como afirma el autor, politólogos y constitucionalistas se abocan a estudiar y explicar las reglas externas de su funcionamiento, pero lo que realmente importa, el factor espiritual, se les escapa de las manos.
Bajo esa premisa, sin categorías librescas y pensando en los ciudadanos (y especialmente en los ciudadanos políticos), Zagrebelsky postula una guía de diez puntos para la práctica de la democracia.
1.- La fe en algo valioso. Dado que la democracia es relativista y es una institución de muchos, no defiende credos ni valores absolutos, a excepción de aquellos en los que se basa. Democracia y verdad absoluta, democracia y dogma, son incompatibles. 2.- El cuidado de las individualidades. La democracia se funda sobre los individuos, no sobre la suma aritmética de ellos. Por ello, la democracia debe cuidar la originalidad de cada uno de sus miembros y combatir la pasiva adhesión a cualquier uniformidad.
3.- El espíritu de diálogo. La democracia es discusión, esto es, razonar juntos. Quien rechaza discutir, rechaza la democracia, forma de gobierno discutidora. La mentira intencionada, instrumento ordinario de la derecha en la vida pública, —agrego yo—, debería tratarse como crimen contra la democracia.
4.- El espíritu de igualdad. La democracia se basa en la igualdad; es minada mortalmente por la excepción y el privilegio.
5.- El respeto hacia las identidades diversas. La democracia exige el acogimiento y la participación en igualdad de todas las identidades; el respeto recíproco de todas, todos y todes.
6.- La desconfianza hacia las decisiones irremediables. La democracia implica la reversibilidad de cualquier decisión, excluida sólo la de la democracia misma.
7.- La actitud experimental. La democracia se orienta en principios, pero debe aprender cotidianamente de las consecuencias de sus propios actos.
8.- Conciencia de mayoría y conciencia de minoría. En democracia ninguna deliberación se interpreta en términos de razón o sinrazón, de verdad o error. No existe ninguna razón para sostener, en general, que los más ven mejor y están más cerca de la verdad que los menos. Y tampoco lo contrario.
9.- La actitud altruista. La democracia es la forma de vida común de seres humanos solidarios entre sí.
10.- El cuidado de las palabras. Siendo la democracia diálogo, el medio que lo permite, o sea, las palabras, debe ser objeto de un cuidado particular.