“El escritor original no es aquel que no imita a nadie, sino aquel a quien nadie puede imitar”

René de Chateubriand

Igual que a Miguel Hidalgo y Costilla se le ocurrió independizar a México, a Andrés Manuel López Obrador se le ocurrió transformarlo, nombrando a su movimiento, con gran originalidad: “La Cuarta Transformación”, en contextos históricos diferentes, pero con finalidades ideológicas muy similares.

Esa originalidad y genialidad que tuvo nuestro expresidente López Obrador generó muchos cambios mentales, psicológicos, sociales, políticos y hasta históricos en nuestro país, incluyendo haberle llamado a su partido: Morena, independientemente de lo que pudiera significar por el contexto ideológico que representa, llamarle a sus conferencias: mañaneras, nombrarles corcholatas a los candidatos presidenciales, fundar el llamado “humanismo mexicano”, la original idea de vivir en el Palacio Nacional como don Benito Juárez, el concepto de bienestar que acuñó incluyendo al INSABI, llamarle Guardia Nacional a los policías, fundar una mega farmacia con todos los beneficios, formular el famoso “Plan C” y regresar al horario habitual con base a los tiempos de Dios, entre muchas otras innovaciones y ocurrencias, que definitivamente se extrañan.

El legado tan impresionante de innovaciones y ocurrencias que ya no tenemos los mexicanos desde el pasado 1 de octubre, ha dejado una gran desolación, casi el total de la población de México todas las noches esperábamos verlo al otro día, independientemente de lo que pudieran significar por el contexto ideológico sus conferencias, y con esto no estoy diciendo que la audacia política de la Dra. Claudia Sheinbaum sea menor o diferente, y menos que ya trascendió en el mundo entero como una gran política, siendo reconocida como la segunda mandataria con más aprobación de todo el mundo, pero la originalidad de Andrés Manuel López Obrador es única e irrepetible, y se extraña repito.

Deberíamos valorar que en México los expresidentes después de su mandato pudieran seguir ejerciendo algún cargo de liderazgo o gubernamental, yo propondría que nuestro expresidente Andrés Manuel López Obrador fuera ahora nombrado rector de la UNAM, o algún otro cargo académico desde el cual pudiéramos seguir recibiendo su genialidad, originalidad, y sabiduría todos los días, como lo hicimos durante todo el sexenio pasado.