La serenidad de Jesús Murillo Karam fue su primer golpe al oficialismo. La manera en que sintetizó esto, su primer paso hacia la libertad: “no es penoso, es político”. Lo dijo quieto, impávido. Se lo comentó a un agente nervioso y notoriamente contrariado. Él, el agente, siempre estará ahí. Como enunciador. El enunciatario es el que cambiará algún día.
La cárcel y su puerta giratoria se ha vuelto el escenario. Grotesco.
Porque es una realidad: politizaron la justicia y promovieron el populismo punitivo. Todo por la enfermiza obsesión electoral. Atásquense, que hay lodo, dirían. Pero nada es para siempre, les diría la abuela. Algún día dejarán de ser gobierno. Otro día tocará sembrar lo que se está cosechando.
Esperemos a ver en qué termina este irrisorio espectáculo. Porque han hecho un circo de la vida pública y una maroma del día a día nacional. Lo que preocupa es que les sea rentable. En su nefasta alquimia de las emociones lograron transmutar la esperanza, la ilusión de millones, en entusiasmo vengativo, en revanchismo. Por eso les es políticamente redituable ser inquisidores. No por nada se ensalza a los verdugos del oficialismo.
La detención de un presunto criminal puede generar un sinfín de emociones, pero no alegría. Que los zalameros orgánicos del obradorismo celebren que Murillo será privado de su libertad los desnuda, que se burlen, los envilece. Son enemigos de las libertades y anti liberales.
A este paso la reconciliación nacional se antoja utopía.
No pretendo hacer una apología del gobierno de Enrique Peña Nieto. Me pareció deleznable; por corruptos y por frívolos. No fue su política cleptocrática la que provocó la indignación que sirvió como plataforma electoral al lopezobradorismo, sino su desdén por México, por la patria.
Y por supuesto que deben pagar su culpa quienes durante el sexenio pasado quebrantaron la ley de manera persistente e inmutable. Sin embargo, lo que debe prevalecer es la justicia, no el desfile ni la ceremonia politiquera.
Lo de Ayotzinapa nos desgarró el corazón a millones. Dolió y sigue doliendo. Pero duele más que hayan hecho de la dolencia de los familiares de esos estudiantes propaganda electorera.
Ahora concluyen en lo que se concluyó anteriormente; mas lo remataron con la tramoya de la detención de Murillo Karam. Bien lo dijo Acosta Naranjo: pasaron de la verdad histórica a la mentira histérica.
Lo histórico se tornó histriónico y la verdad pasó a segundo plano.
Esperemos que se haga justicia. Que, si existen pruebas, se le condene a Murillo Karam; ya que sería patético que acaben haciendo de esta persona otro preso político.