En los últimos días he experimentado un intenso acoso en redes sociales. Una cosa es no estar de acuerdo con el posicionamiento que uno tenga -en este caso dentro del mundo aeronáutico-, y otra muy distinta cuando se escudan detrás de una pantalla para agredir, pero si te los encuentras en el mundo real, la historia es muy distinta.
Dentro del ámbito aéreo, la gran mayoría de quienes escriben sobre aviación de manera exclusiva son hombres; las mujeres somos contadas. Hay muchísimas páginas en redes sociales, sobre todo en Facebook, de gente que le gusta el tema aeronáutico.
Todos somos libres de abordar la aviación como mejor creamos, lo que no se vale es el acoso, y eso es precisamente lo que he estado viviendo a raíz de que solicité apoyo para acudir a cubrir la Feria Aeroespacial México 2025 (FAMEX) los días 23, 24, 25 y 26 de abril.
Les tengo que ser muy sincera, a mí no me da pena en lo absoluto pedir ayuda, lo he hecho en anteriores ocasiones, de distintas formas, incluso desde mi adolescencia para irme de campamento con la técnica del huevo. Como buena niña scout que fui, para allegarnos de recursos económicos para salir de campamento, nos poníamos el uniforme y generalmente elegíamos una unidad habitacional por la densidad de población que tienen.
Tocas la puerta, saludas a quien te abre y le dices que eres scout de la tropa (en mi caso la 244 Nahui Ollin) y que requieres de dinero para irte de campamento, así que le preguntas si te regala un huevo. Generalmente la gente en aquellos ayeres era muy amable y nos regalaba uno, solo uno era lo que necesitábamos para ir a la puerta siguiente y vender el huevo por un peso, y luego en la siguiente pedir que nos regalaran otro huevo, así hasta conseguir el monto necesario para el campamento en cuestión.
Por eso, como dije, no me apena pedir ayuda, y tengo que decir, la recibí gracias a mis compañeros sobrecargos de Mexicana, de Aeroméxico, pilotos, personal de tierra y hasta de mantenimiento, pero también de algunos seguidores, ¡gracias infinitas! Con su apoyo podré llevar a cabo una digna cobertura de la FAMEX.
Sin embargo, quiero destacar (porque me parece lamentable) el odio que esta solicitud desató en redes sociales. Quien me apoya es gente que de una u otra manera me conoce o que le gusta mí trabajo, y como lo aclaré, el apoyo era completamente voluntario. Pero gente que no conozco en lo absoluto, y que jamás me he topado con ella, entró a mi publicación a realizar una serie de comentarios, uno más agresivo que el otro.
Desde el “rugido de tripas”, que es lo más suave, hasta mandarme a importunar a mi madre (quien por cierto ya tiene más de 20 años de muerta). La facilidad que tiene la gente de dejar comentarios hirientes, hacer sorna, escarnio, y sobre todo bullying es increíble.
Los peores son los creadores de contenido que se enfocan a la aviación, en general hombres, quienes no dudaron en lo absoluto en violentarme de manera digital. Una de mis dudas, y la FAMEX fue muy amable en contestarme, fue si podía ingresar agua y alimentos, y la respuesta fue positiva por parte de la feria.
Pero estas páginas de aviación, que incluso tienen muchísimos más seguidores que yo, se abocaron en la denigración de mi persona como una “muerta de hambre” por pedir cooperación.
De por sí los creadores de contenido, periodistas, o páginas y perfiles en redes sociales dedicados al mundo de la aviación son mayoritariamente masculinos, y una trata de abrirse paso en este mundo tan maravilloso, pero pareciera que es un pecado ser mujer y peor aún, haber sido sobrecargo, bajo la miope perspectiva de que “yo solamente servía café”.
Esa es su lógica, que no debería de abordar temas del mundo de la aviación, porque lo único que hice es ser sobrecargo y además de una empresa que ya no vuela, lo que, según su visión, me imposibilita para analizar al mundo aeronáutico, sin importar que desde 2006 escribo columnas de opinión sobre aviación.
Como si por ser mujer y sobrecargo fuese incapaz de comprender los temas más complejos de la industria aérea, porque asumen que carezco de la inteligencia suficiente para elaborar un análisis, pues yo solo servía refrescos y café.
Este tipo de violencia digital en nada abona a que nuevas generaciones, en especial de mujeres que quieran utilizar su voz y dar su opinión. En verdad creí que después de la pandemia de Covid la gente se iba a sensibilizar más con respecto a no ejercer violencia digital, pero es todo lo contrario.
Paradójicamente esto sucede mientras la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) trabaja arduamente para abrir espacios a las mujeres. De acuerdo, dentro del área de servicios al cliente, suelen ser más mujeres que hombres en los puestos de trabajo, pero en lugares como mantenimiento, pilotos y direcciones, siguen siendo pocas las mujeres. Ahora, si les hablo a nivel periodístico, en actualidad somos tres las que nos dedicamos exclusivamente al tema aeronáutico.
Ojalá y los violentadores digitales se dieran cuenta que no abonan en nada positivo a la aviación. Al contrario, busquemos apoyarnos entre todos y hacer del mundo aeronáutico un lugar mejor.