La Divina Comedia del Florentino Dante Alighieri es un clásico de la literatura universal de ficción del mismo Universal y aquí se relata el viaje de Dante por el infierno, el purgatorio y el paraíso guiado por el poeta romano Virgilio.

Bueno, se preguntarán ¿y esto qué? Quizá lo sepan algunos y quizá otros no, pero desde hace muchos años me ha gustado sintonizar el Canal de Congreso. Soy de esa clase de ser humano extraño que lo ve.

Mi fascinación y pasión por la política me lleva a eso. Así que aquí les traigo, desde mi óptica y perspectiva lo que se vivió ayer:

Pues una Divina Comedia se gestó ayer casi podría decir, hace algunas horas en el Senado de la República y luego en otra sede.

Y es que hubo de todo: Los reclamos de Yunes contra Markito Cortés y Markito Cortés reclamándole a Yunes papi que porque ya no se hablaban, que todavía recordaba sus tardes en La Parroquia de Veracruz casi al borde del llanto. Épico... Estábamos viendo casi un “truene” entre novios. ¡Vaya drama!

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Luego algunos panistas exponiendo sus argumentos en contra de la reforma judicial. Nada pasaba realmente.

Ni siquiera la participación de Ricardo Anaya.

Poco a poco los ánimos empezaron a calentarse. Un extraño y fingido Gerardo Fernández Noroña desde su púlpito llamando a la calma cual padrecito de parroquia... ¡¡Quién lo viera!! Él que daba de gritos siempre en el Senado de la República.

Una secretaria de Mesa Directiva, Verónica Camino, que se comportaba como toda una diva y  que se le vio dándole de codazos a otra mujer. Un poco haciendo el papel de Citlalli Hernández, aplaudiendo y gritando porras para Morena y a favor de la reforma judicial.

Ella supuestamente que tendría que servir al público y no estar a favor de Morena. Su puesto así lo exige... pero esto ya es un desastre.

Vinieron más posicionamientos y todos los senadores de la oposición dormidos.

Lilly Téllez fue la única senadora que en verdad se apoderó y empoderó para defender su argumentación y le aventó monedas a Miguel Ángel Yunes, padre, durante su intervención. Cómo dando a entender que se había vendido.

Luego vino justamente el drama o la comedia.

En fast track el padre Noroña declaró a Miguel Ángel Yunes como senador, en calidad de eso, el señor dijo que su pobre hijo no iba a estar en la sesión. Luego dijo que sí, pero que en la tardecita, que porque tenía mucho dolor de cervicales.

Total que se vio a un Miguel Ángel Yunes, hijo, por la tarde, perfectamente bien de salud, bendito Dios.

Luego vino lo que no sé cómo describir: Los manifestantes dieron portazo e ingresaron al Senado. Muchos morenistas corrían aterrados, pero muchos de los manifestantes no sabían quién era quién, de tal modo que por ejemplo, un Luis Donaldo Colosio fue agredido arrojándoles gasolina en los ojos, tan solo  porque la gente asumió que él pues era “de los malos”.

Me emocionó ver que el pueblo bueno y sabio intentará detener esta estupidez de reforma.

Entonces, el padre Noroña dijo que se suspendía la sesión ahí y que sesionarían en la antigua sede del Senado de la República, conocida como “La Casona de Xicoténcatl”.

Hasta allá se empezaron a trasladar los senadores, muchos con sus choferes, los de Morena resguardados en camiones de la Policía de la CDMX, es decir atención VIP de primera.

No duró mucho la paz ahí. El padre Noroña con total mesura pedía silencio para escuchar a los senadores y orden.

Mientras un mesero le servía café calientito al padre Noroña, afuera los manifestantes eran gaseados por la Policía capitalina. Algo que jamás había visto en mi país.

Adentro,  conforme pasaban las horas todo era risas, diversión y empujones.

Conforme avanzaba la sesión quedaba claro que la reforma judicial caminaba.

Y de pronto apareció Miguel Ángel Yunes Márquez afortunadamente se le veía sin dolor alguno de sus cervicales, sonriente y dejándose apapachar por los morenistas.

Y en su intervención, esa que todos esperábamos, se aventó un rollo que ni Cantinflas.

Media hora casi hablando diciendo nada, enredándose en palabras, pasando de un tema a otra, para luego concluir que pues que sí, que daba el voto positivo para la reforma judicial. Ese voto que era casi el definitivo y el que marcaría la diferencia.

Ya de ahí sentí que nada tenía sentido. Tomaron la tribuna, lo de siempre, casi se le encimaban al padre Noroña por los empujones, que, hasta este punto seguía luchando por mantener la serenidad pero poco le duró porque casi como Hulk se fue poniendo verde y ya histérico gritaba que ya le pararan al show, que por el bien de México y de los pobres. Nomás le faltó ponerse una peluca blanca.

Y así transcurrió la noche y la madrugada. Ya nada se podría hacer.

Y entre empujones y porras estériles  la mayoría terminó por votar por la reforma.

A las casi 4 de la mañana terminó todo. Ya como cuando se va vaciando un antro, ahí se encontraban abrazándose Manuel Velasco con Alito Morena, un sonriente Marko Cortés dándole palmadas a un Félix Salgado. Todos celebrando como un triunfo lo que no es de ellos y es del pueblo.

Pero al pueblo se le engañó otra vez.

Y como diría nuestro director, don Federico Arreola, habrá que ver si esta reforma funcionó y asegura que no podemos emitir un juicio de algo que no conocemos todavía... Y yo diría pues no, no lo conocemos todavía pero ya lo vemos venir. Y es aterrador.

Me siento vulnerable y preocupada. Siento que nadie velará por mí ni por los míos.

La banda de Morena solo “trabajan” para ellos mismos. O eso es lo que me transmiten.

Me gustaría que el presidente hoy hiciera un llamado a la paz . Me gustaría escuchar a Claudia Sheinbaum decir que todo va a estar bien.

Fue tanto el caos ayer, tanta la rabia de muchos, que siento que no hay realmente quien quiera convocar a la unidad y a la paz.

Y hasta aquí mi crónica de esta comedia, que de divina no tiene nada, pero de locura sí.

Es cuanto.