Una manera de manifestar disposición -en la carta que envió Mario Delgado- es garantizar reglas claras y democráticas en un proceso electoral. Esto consiste en que, el partido de Morena, tenga apertura y flexibilidad para reformar los estatutos que contemplan -desde hace muchos años- un mecanismo de encuesta qué más que evaluar la voluntad del pueblo, se ha convertido en un instrumento irrelevante y superfluo que significa un recurso fácil de manipular con respecto a tanta injusticia que se ha cometido en casos específicos.
En primer lugar, no es un mecanismo democrático, sino un criterio poco confiable que sigue sin superar esa barrera de la transparencia ya que acota el margen de claridad y, al mismo tiempo, reduce considerablemente la comprobación de un hecho que ni siquiera es tangible porque hay elementos o ponderaciones que jamás salen a la luz pública. En otras palabras, la encuesta es una opción obsoleta pues su función no ha respetado la voluntad del pueblo en casos donde ha sido inverosímil la postulación, sobre todo por lo cuestionadas que se han vuelto.
No hay seguridad, ni mucho menos certeza en un mecanismo que fácilmente puede ser manipulable. Aunque la instrucción de Palacio Nacional sea abrir el compás de la pluralidad a través de los gobernadores, los aspirantes a la silla presidencial, en su mayoría, no tienen confianza en ese método, al menos no en el que organiza la dirigencia nacional, sobre todo por los antecedentes que hemos conocido.
Esos usos y costumbres en Morena tienen que modificarse en aras de consolidar la verdadera democracia. Es verdad que el presidente López Obrador insiste en legitimar ese mecanismo, sin embargo, está claro que, lejos de sentar un precedente importante, genera división y encono a pesar de que se justifiquen en qué el pueblo ha tomado la determinación.
Ese discurso, incluso, se ha ido desgastando en la medida que el mecanismo de la encuesta pierde más credibilidad. Ahora que el presidente ha dado muestras de equilibrar la balanza, sería bueno proponer alternativas y optar por un nuevo instrumento que no deje margen a la duda y la sospecha. De hecho, esa misma suspicacia nos sigue manteniendo en la postura de que no somos ingenuos. Hay evidencias y testimonios que siguen alimentando un criterio cuyas opiniones no son favorables, incluso en la propia militancia de Morena.
Salvo que una o dos corcholatas estén de acuerdo porque acatan lo que dice el presidente, hay otras tantas que no. Eso puede ser un punto de inflexión para proponer o buscar una alternativa, sobre todo para salvaguardar y cuidar la unidad que fue, sin duda, una de las causas por las que el presidente corrigió para incluir a Claudia, Marcelo, Adán Augusto y Ricardo Monreal, que por cierto no cree en la encuesta en este momento porque él, en 2018, vivió en carne propia la ignominia.
Morena o la militancia no pueden seguir siendo rehén de las decisiones unilaterales que puedan llegar a continuar tomándose. Quizá las encuestas -como muchos especialistas aseguran- son mecanismos aritméticos con un grado de confiabilidad grande, sin embargo, no es el caso de la metodología que levanta el partido, al menos la inmensa mayoría de la población no confía en ella, especialmente porque ha perdido la esencia democrática sí es que alguna vez la tuvo.
No dudo que muchos han merecido ser abanderados por el efecto que han generado, pero hay casos en que no. Son las reglas del partido, no obstante, pueden ponderar hacer cambios estatutarios dado el grado de escepticismo que provoca. Asimismo, hay muchos contrastes y claroscuros que encierran ese enigma ya que son ejercicios intangibles.
Por ello, la elección primaria sería una buena alternativa democrática para abrir más el compás a la participación de la propia militancia del partido.
De hecho, no he conocido a nadie, al menos desde que Morena implementó este mecanismo, que haya sido encuestado. No sé sí se lleven a cabo o no, lo cierto es que se prestan fácilmente a la manipulación. En otras palabras, se puede decir que esas decisiones dañan el verdadero pulso de la población civil porque hacen a un lado su opinión cuando se trata de tomar determinaciones o juicios.
Qué sea el pueblo quien tome la determinación, pero bajo otros mecanismos más democráticos donde reine la pluralidad y el consenso. Una alternativa, ya lo dijimos, es la elección primaria pues sus características encajan perfectamente, sobre todo cuando hay desconfianza porque jerarquiza más la democracia.
Notas finales
Hay que tener cuidado en andar propagando fakes news, a pesar del movimiento que existe en las redes sociales, hay que checar la fuente de lo que difundimos, no vaya a ser volada…
Esto viene a cuento por lo dicho en voz del coordinador de los senadores de Morena y presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado de la República, en su cuenta de Twitter.
Como tema central de su mensaje está lo sucedido con el fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero y su presunta muerte o bien gravedad. Además del oficio falso, en que su nombre aparece como posible sucesor del titular de la FGR.
Nada más falso, él está en otra cosa y pide que este hecho se investigue.
Las redes sociales deben ser usadas para acercar y comunicar a las personas, para informar, sin duda, pero verosimilitudes, no falsedades, malos deseos, insultos o denostar a quien cae en las “benditas”.
Éstas, dijo Monreal, “deben ser usadas con responsabilidad para evitar especulaciones y conjeturas” que afecten a cualquiera.
No abonar, pues, al ya de por sí rojo vivo del ambiente social.