Durante la reactivación de los Consejos Técnicos Escolares (CTE), de la educación básica en México, en 2013, las autoridades educativas argumentaron sobre la conveniencia de llevarlos a cabo en contra turno, sin embargo, esa propuesta fue rechazada por el sindicato (cúpula del SNTE). En su lugar, las autoridades propusieron que se parara la escuela un día por mes durante el desarrollo del calendario escolar.
Esa dinámica hacía recordar una vieja analogía entre la escuela, el avión y su tripulación. Las autoridades educativas así justificaban la decisión, que luego fue aceptada por la representación gremial: Es necesario que la escuela haga un alto en el camino como cuando un avión requiere aterrizar de emergencia o hacer una escala para revisar cualquier desperfecto y darle el mantenimiento correspondiente. Así, desde entonces, las escuelas hacen una parada al mes durante el calendario escolar para que su tripulación sesione en formato de CTE.
Hoy los CTE se han “normalizado” como el espacio-tiempo oficialmente legitimado, en el cual la tripulación lleva a cabo la revisión de “los desperfectos” y le da el mantenimiento respectivo a la aeronave educativa. La diferencia con la analogía mencionada es que el avión no fue diseñado por dicha tripulación, sino que sólo es operado por ésta, y que los servicios de mantenimiento los llevan a cabo equipos de especialistas en aeronáutica (si siguiéramos la analogía ¿las/los diseñadores curriculares son como los ingenieros o arquitectos en aeronáutica?)
Pero, en fin, lo que observamos, desde 2013, es que los CTE se reactivaron con el propósito de recuperar su papel clave en una ruta intencionada para transformar las prácticas docentes y crear, simultáneamente, un espacio de trabajo de colaboración horizontal y vertical propio de los colectivos o equipos docentes, ello con la finalidad de revisar periódicamente, junto con directivos escolares y asesores técnicos, los procesos educativos y pedagógicos de la escuela sobre todo para enfocarse en la “mejora continua” de la formación integral de sus estudiantes.
Así lo estableció formalmente, en 2013, la Secretaría de Educación Pública (SEP) a través del proyecto de revitalización de los CTE: “Artículo 2. De la definición del Consejo Técnico Escolar. Es el órgano colegiado encargado de tomar y ejecutar decisiones comunes enfocadas a que el centro escolar cumpla de manera uniforme y satisfactoria su misión.”… “Artículo 9. De los procesos que atiende. El CTE deberá centrar su tarea en: a) La gestión de los procesos de enseñanza y aprendizaje en el aula; b) La gestión escolar, y c) La participación social en favor de los aprendizajes”. (Lineamientos para la organización y el funcionamiento de los Consejos Técnicos Escolares, SEP, 2013).
En aquel entonces una de las personas que conocía a profundidad las funciones, atribuciones y el valor técnico pedagógico de los consejos técnicos escolares fue la maestra Alba Martínez Olivé, subsecretaria de educación básica de la SEP durante los primeros años del gobierno del ex presidente Peña Nieto, quien tuvo la iniciativa, entre otras acciones, del relanzamiento de los consejos con un enfoque orientado hacia la gestión educativa. Gran acierto.
El foco estaba puesto entonces en la revisión que dichos consejos realizarían a las tareas académicas, es decir, a los procesos educativos y didácticos derivados de los planteamientos curriculares; a reflexionar, en fin, en torno a las prácticas docentes y directivas, entre otras tareas sustantivas.
Hoy, ante la inminencia de un cambio curricular de la educación básica en México (proyecto de nuevo plan y programas de estudio, SEP, 2022), surgen algunas preguntas acerca del rol que juegan los CTE: ¿Cuál es la función sustantiva y actualizada de los CTE? ¿Es prioritaria la discusión sobre el diseño curricular o habrá que dar mayor importancia al rezago de los aprendizajes escolares (sobre todo en la etapa post pandemia)? ¿Debería de concentrase dicho espacio colegiado sólo en la revisión de los asuntos del aquí y del ahora de la vida escolar, en términos de aprendizajes escolares o se hace un alto en el camino, como los aviones, para dar pie a la formación continua en materia curricular?
Me parece que ambas funciones o responsabilidades de los CTE son válidas. Me explico: Tanto las tareas del diseño, desarrollo y evaluación de la propuesta curricular (SEP, 2022) y sus respectivos dispositivos de formación continua y de desarrollo profesional como la revisión permanente de los asuntos concernientes a los proceso educativos y escolares son, ambas, piezas clave de las agendas de estos consejos.
Esto escribí en 2020, poco antes de la suspensión de clases por pandemia: Debido a que el debate sobre el CTE está abierto, …me pronuncié a favor de que los CTE (y particularmente los CTE “Interniveles”, que se han puesto en marcha durante el presente ciclo escolar), cambien sus contenidos y pasen de una Guía “centralizada” a una Agenda Educativa autónoma. Me refiero a una Agenda Educativa que permita el abordaje de los asuntos específicos concernientes a las tareas docentes, directivas (situadas) y de asesoría técnica, y su relación con los procesos de enseñanza y aprendizaje, así como con la formación integral de los participantes de los procesos educativos. Por otra parte, manifesté que no existe, en los CTE que hoy operan en la mayoría de las escuelas públicas, una lista ordenada, de manera lógica o con alcance teórico ni práctico, de puntos a tratar o para realizar los análisis pertinentes y las discusiones oportunas, con criterios fundados en la investigación educativa actual, sobre temas-procesos-propuestas educativos con sentido crítico y a profundidad.” (Ver: Consejo Técnico Escolar: el debate está abierto).
No hay que perder de vista la orientación oficial que desde su inicio la autoridad educativa sugirió a estos cuerpos colegiados en esta etapa de revitalización: “… el Consejo Técnico Escolar (CTE) representa una oportunidad para que el personal docente, bajo el liderazgo del director y el acompañamiento cercano del supervisor, discuta y acuerde en torno de los desafíos que le representan los resultados que obtienen los alumnos que asisten a la escuela.” (Lineamientos para la organización y el funcionamiento de los Consejos Técnicos Escolares, Introducción, SEP, 2013). Aunque se hablaba de “resultados”, hoy sabemos que también se deberán de tomar en cuenta los procesos educativos.
Temas paralelos que se habrán de discutir y retomar en el proceso de actualización o puesta al día de estos importantes cuerpos colegiados o CTE (2023-2024), son los siguientes:
1) Analizar el riesgo permanente y latente de la habituación institucional o la burocratización negativa que se puede producir cuando estos espacios académicos se reducen a la realización de tareas administrativas mediante mecanismos de control (llenado de formatos o de oficios sin sentido).
2) Preservar y valorar las ventajas de la horizontalidad académica en el sentido de continuar con la práctica de diálogos entre docentes de diferentes escuelas del mismo nivel educativo, así como también entre niveles o modalidades educativos (necesidad de la comunicación horizontal con la finalidad de lograr la articulación en términos de formación y aprendizajes escolares).
3) Dar continuidad a los proyectos de formación continua y de desarrollo profesional más allá de la coyuntura del cambio curricular, así como redoblar las acciones de colaboración entre pares con intencionalidades formativas y fortalecer las tareas de acompañamiento técnico pedagógico en la escuela y el aula con el propósito de apuntalar los procesos de intervención y evaluación educativa y pedagógica.
Juan Carlos Miranda Arroyo en Twitter: @jcma23