Apenas el jueves pasado el Senado de la República confirmó la decisión de los diputados de eliminar a los organismos autónomos. Con ello se ha confirmado la voluntad de AMLO, y ahora, de la presidenta Claudia Sheinbaum y de la mayoría oficialista, de dar término a una era caracterizada por el desprendimiento de las competencias del poder ejecutivo.

El lector seguramente recodará el extinto Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación. Este organismo, surgido de la reforma educativa de 2013, buscaba poner al servicio de los mexicanos una institución que fuese responsable, entre otros temas, del carácter técnico de las evaluaciones de los docentes, así como de la emisión de directrices para la toma de decisiones por parte de la autoridad educativa.

A diferencia de los otros organismos constitucionales autónomos, mismos que acaban de ser víctimas de la mayoría legislativa, el INEE era erróneamente percibido entre algunos como parte de aquella “represión” contra el magisterio.

Por tanto, ante la victoria de AMLO en julio de 2018, resultó sin costos políticos su eliminación, dando lugar a la creación de la MEJORAEDU, la cual fue privada de autonomía constitucional y que ahora está incluida en la lista de instituciones sacrificadas.

El INEE cumplió bien con sus obligaciones constitucionales. A lo largo de sus escasos 5 años como organismo constitucional autónomo, contribuyó a la evaluación de la educación con el trabajo impecable de cientos de sus funcionarios, así como del profesionalismo de sus consejeros.

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Especialistas en materia educativa como Silvia Schmelkes, Eduardo Backhoff y Gilberto Guevara encabezaron a una institución que se esforzó por contribuir a la mejora de la educación en México.

Como he señalado, el INEE fue el primer organismo constitucional autónomo que fue desmantelado por la mayoría, sin la menor evaluación o criterio técnico.

Fue el resultado, en suma, del cumplimiento de la promesa de campaña de terminar con la “mal llamada” reforma educativa; discurso político cargado hasta la saciedad de mentiras y medias verdades.

La eliminación del INEE sería, a la postre, la antesala de la regresión, hoy materializada con lo que se ha visto estos últimos días en el Congreso de la Unión.