En México es deporte nacional hablar de la “ineficiencia” de nuestras autoridades. Desde tiempos remotos un tópico que utilizamos como tema de conversación es la monserga que representa la burocracia, y generalmente las autoridades -ejecutivas, legislativas y judiciales- salen muy mal paradas.
La corrupción es un tema concomitante, y ahí las opiniones se dividen. Algunos consideran que es el aceite que permite que funcione el engranaje burocrático. Hace poco escuché un podcast que se especializa en análisis político, que señalaba que en los años sesenta, un grupo de académicos del siglo pasado aseguró que esta “tesis” favorecía el crecimiento de las economías.
Recientemente esta “teoría” ha tomado fuerza, y que la corrupción podría facilitar procesos burocráticos al permitir la “dinamización de la economía”. Lo sé, es muy polémico defender esta postura, sobre todo cuando en la escala axiológica la corrupción es un cáncer que se debe de combatir.
Y es muy fácil buscar los puntos comparativos; de hecho, cada año la Organización de Transparencia Internacional publica el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC).
Y cuando leemos esos resultados solemos asegurar que nuestro país es muy corrupto, ya sea porque lo tenemos en el ADN, o porque así es nuestra idiosincrasia. Y suele tomarse a los pueblos anglosajones como ejemplos de la virtud, rectitud y como paraíso terrenal donde no existe la corrupción.
Lo anterior viene a colación porque la Agencia Federal de Aviación (FAA por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos de Norteamérica se ha visto envuelta en diferentes y muy variadas polémicas; y no… No es ese gran ejemplo a seguir.
Hace unos días la cadena de noticias Univisión transmitió una noticia, a la que por cierto en México no se le dio difusión: “46 incidentes de aviación en un mes: cada vez más aviones tienen riesgo de chocar”.
¿Se acuerdan del escándalo que armaron cuando en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) un avión “se fue al aire” (en vez de aterrizar) y todo quedó videograbado? El periódico Reforma de plano designó a un reportero para estar cubriendo todas y cada una de las “idas al aire”, que de manera normal ocurren en todas las terminales aéreas, pues son un procedimiento de seguridad, y no una “emergencia” o algo “catastrófico” como se intentó hacer pasar en ese y otros medios de comunicación.
Univisión informó que según los datos de la FAA analizados por “The New York Times”, hubo hallazgos sumamente interesantes que deben servir para hacer un análisis más profundo. Lo que encontraron es que en Estados Unidos hay una gran cantidad de incidentes con las aerolíneas comerciales; lo que más les llama la atención es que estos “incidentes” se dan incluso con las aerolíneas más grandes del país, como Delta y American Airlines. Los resultados arrojaron que esto es debido, en gran parte, a errores humanos.
Estamos hablando de un país de primer mundo, y líder en la industria aeronáutica, donde se supone -y lo subrayo- la corrupción no tiene los niveles de nuestro país, sino que están muy por debajo de nosotros. A pesar de ello, y de que algunos incidentes ya fueron registrados por la FAA, esta dependencia sigue sin emitir ninguna solución al respecto, como si no hubieran existido, y lo que es peor, dejando que se sigan sucediendo nuevos incidentes.
Un ejemplo es el caso en el mes de julio, cuando un piloto de Southwest, aerolínea de bajo costo, se vio obligado a “irse al aire”, es decir no pudo aterrizar porque un avión de Delta se disponía a despegar en la misma pista, asignada (por error) por los controladores aéreos en el Aeropuerto de Nueva Orleans.
Otro incidente similar ocurrió en el Aeropuerto de San Francisco, entre un avión de American Airlines y otro de Frontier. Uno más sucedió en pleno vuelo: a un avión de American con destino al Aeropuerto de Dallas se le activó la alerta de coalición (TCAS) en la cabina, ya que por “error” un controlador aéreo le había dado la indicación a otro avión (de United Airlines), de descender, por lo que el piloto de American Airlines optó por elevar su A321 en 700 pies, con ello libró una inminente colisión con el avión de United.
Uno de los puntos que la FAA señaló como “deficiencia” de nuestra Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC) fue precisamente respecto a nuestros controladores aéreos; este tema ha sido utilizado por ciertos personajes de los medios de comunicación, que han dejado a su paso ríos de tinta, hablando precisamente de la corrupción dentro del Servicio a la Navegación en el Espacio Aéreo Mexicano (SENEAM).
No pretendo decir que no tenemos problemas, ni que somos una aviación “inmaculada”; lo que sostengo es que no es un tema local, y que no debemos quedarnos en la crítica superficial.
El gran problema que enfrenta nuestro vecino país del norte es precisamente uno de los puntos por los que nos “reprobó”: la escasez de controladores de tráfico aéreo y por las pésimas condiciones laborales. Tal y como lo leen, según la investigación que se llevó a cabo por el periódico norteamericano, los incidentes en Estados Unidos están ocurriendo de manera más frecuente, de lo que se considera “aceptable”, dentro de la seguridad aérea.
Los registros internos de la FAA, así como los informes federales de seguridad, revelan que esto es consecuencia de “errores humanos”, y que la gran mayoría se deben a que los controladores aéreos tienen una sobrecarga de trabajo, derivada de la escasez que hay de este personal en todo el país.
Otro hecho del que el New York Times se percató, es que si bien es cierto hay incidentes de los cuales nos enteramos (como el del avión de Southwest en el aeropuerto de San Diego, en el que casi le aterriza encima un avión particular), hubo un caso cuatro días antes en el Aeropuerto de Phoenix, donde se vieron involucrados dos aviones, y este incidente no se hizo público.
La “escasez de controladores de tráfico aéreo y las pésimas condiciones laborales” son mucho más que una mera frase. La FAA reprueba a nuestra AFAC, y nos degradan a Categoría 2, y uno de los puntos fue precisamente el “desgarriate” que tenían en el SENEAM; y en ese momento las plumas y voces a favor de la oposición señalaron de manera constante desde “nepotismo”, hasta “gente sin conocimientos” trabajando para el SENEAM de la “4T”.
La presión ejercida consiguió quitar al director del SENEAM y aprobaron uno que tuvo el voto de la oposición, que achacó todos los males a la llegada del gobierno de López Obrador. Pero en el caso estadounidense no hay una 4T ¿a quién culpamos entonces? La grave ineficiencia es clara por parte de la FAA y no es un caso aislado.
Recordemos la pifia del modelo de avión B373MAX, en el que la FAA delegó sus obligaciones y permitió que la Boeing se auto certificara; sabemos cómo acabó esa historia: con dos accidentes fatales y cientos de víctimas mortales.
Por este tipo de situaciones no debemos pontificar a la FAA. Sí, de sobra sabemos que México debe de cumplir -como país- con los estándares internacionales en materia de seguridad aérea; nadie está en contra de ello. Pero tachar que todo se hace mal en nuestro país, implica una ceguera absoluta, premeditada y convenenciera.
Debemos tomar en cuenta que desde hace muchos años, el tema de la aviación estuvo relegada por los gobiernos anteriores; hasta ahora se le da la debida importancia. De manera extraordinaria se habla de sus deficiencias, pero eso permite escudriñar a las autoridades y exigir que hagan el trabajo correspondiente.
Del caso de los controladores aéreos, podemos señalar los siguientes hechos: que faltan en México este tipo de especialistas, y que los salarios han sido recortados. Eso siempre me ha parecido un grave error, estos trabajadores no deben distraerse mientras trabajan pensando en cómo van a llegar a fin de mes; el SENEAM está pidiendo gente que quiera hacer carrera como controlador de tráfico aéreo, una profesión nada fácil, con personal con excelente manejo del estrés y con nervios de acero.
Poco a poco se han ido subsanando todos y cada uno de los traspiés que se cometieron en el pasado; pero eso no garantiza que en el futuro se cometerán errores, nadie es perfecto. El punto importante es darse cuenta de qué se está haciendo incorrectamente y corregirlo, eso es lo que es valioso.
En Estados Unidos están pasando exactamente por lo mismo que nosotros, no hay suficiente personal y el que hay muchas veces es improvisado porque quienes trabajaban como controladores aéreos dejaron de laborar al recortarles el salario. Esto ha puesto en riesgo las operaciones aéreas del vecino país del norte.
Se vuelve imperante hacer un análisis a profundidad sobre la importancia de elevar los salarios del personal aeronáutico, para acercarnos a una mayor seguridad aérea. Yo sé que los sesgos politiqueros son inevitables, pero nada nos impide que sean robustecidos con información clara, precisa y con la verdadera finalidad de mejorar la seguridad aeronáutica.