La precipitosa caída de FTX, una de las mayores intermediarias de criptomonedas, y de Alameda Research (su brazo operativo), la semana pasada, es considerado el peor descalabro que ha tenido esa industria desde la creación del Bitcoin en el 2008.
Para quienes lo veníamos advirtiendo (en su oportunidad, frente al desplome de Terra/Luna mencionamos que este era “un fuerte golpe de realidad” a la frágil fundamentación del ecosistema cripto), esta no es más que una “crónica de un desastre anunciado”.
En pocos días, FTX pasó de estar valuada en más de 32 mil millones de dólares a acogerse a la la Ley de Quiebras en EU (Chapter 11), por falta de liquidez, y sus activos vieron desaparecer todo su valor. Una pérdida directa para sus inversionistas, usuarios y acreedores (FTX extra limitaba sus operaciones), marcada por la desprotección a usuarios que, por contagio, afectó a varios otros intermediarios que tenían inversiones en FTT (el token de FTX).
Así, la burbuja de altos precios de todos los activos digitales de la industria, que de por sí ya se había reventado por el fin del dinero fiat barato (con la nueva política monetaria restrictiva de la Reserva Federal de EU), se desinfló aún más.
Esto ha profundizado la caída del precio de las criptomonedas como Bitcoin (la más representativa), cuyo precio se precipitó a niveles por debajo de los 16 mil dólares, no vistos desde hace dos años, y acabó con las expectativas de que en el corto plazo logre recuperarse de la baja que ha sufrido a lo largo de todo 2022 (llegó a más de 65mil dólares en 2021).
Y es que se ha dado una salida masiva de criptoinversionistas que ahora ponen en duda la viabilidad de la industria por la ausencia de regulación, supervisión, e institucionalidad. Son miles los participantes que han visto su dinero esfumarse. En FTX se calcula que sus clientes perdieron por lo menos mil millones de dólares (desde gente común, hasta fondos como SEQUOIA y el de Pensiones de los Maestros de Ontario).
La descentralización financiera (o DeFi, por sus siglas en inglés), que es el espíritu de la criptoindustria (que se basa en la ausencia de un servicio, autoridad o eje central que supervise y garantice su funcionamiento ordenado), es lo que permite su “libre” operación, y lo que alienta la no regulación. Hay que destacar que en esta industria operan no solo organismos descentralizados (DEX – decentralized exchanges-), sino también centralizados (CEX, -centralized exchanges-). La debacle actual fue originada por FTX (una CEX), y la premisa del “not your keys, not your crypto”.
Por su anarquía, al día de hoy se le conoce al ecosistema cripto como el “Wild West” del mundo financiero. Y el colapso de FTX y sus daños colaterales, así como de las crisis anteriores en el sector, lo confirman.
Efecto dominó
La razón principal del desplome de FTX se debe a que Sam Bankman-Fried (SBF como se le conoce), su joven presidente ejecutivo (CEO) y principal accionista, usó fondos de los clientes, sin su autorización, para hacer operaciones de alto riesgo, que perdieron todo su valor. Esto llevo a una corrida masiva de depósitos que le ocasionó un déficit de 8 mil millones de dólares.
FTX operó como una empresa típica de este sector, sin ningún tipo de “mejores prácticas” corporativas. SBF renunció a la empresa y se presume que ahora se encuentra en Bahamas -sede corporativa de FTX-, donde se espera que declare frente a las autoridades de ese país. En EU, FTX opera en un terreno de lagunas legales, porque la industria no está regulada.
Por lo pronto, su única rendición de cuentas ha sido decir un simple “lo siento” y “debí estar más concentrado en lo que hacía”. Hay que recordar que la crisis anterior de TERRA/LUNA en mayo (que también generó perdidas catastróficas para los inversionistas), fue auspiciada por otro joven, el koreano Do Kwon (un activista anti-moneda fiat).
Antes de FTX, se dio el colapso de Celsius en septiembre, un “banco” de criptomonedas. Y ahora están cayendo otros intermediarios, como piezas de dominó. Es el caso de Ikigai (una administradora de activos digitales) cuyo CEO, Travis Kling, a través de Twitter anunció que: “lamentablemente hemos sido golpeados por la quiebra de FTX… lo lamento, perdí el dinero de mis inversionistas después de que tuvieron fe en mi para administrar riesgos… me equivoqué… no tengo palabras para describir la profundidad y alcance de la porquería que permea en cripto… tanto sociópata al que se le ha dado carta libre para causar tanto daño…muchos hemos sufrido quemaduras demasiado fuertes”.
Por su parte, Crypto.com el fin de semana advirtió que por “error” habían mandado su posición de Ethereum (la segunda criptomoneda más representativa), a una dirección de depósito equivocada, y “estaban recuperando los fondos de los clientes”.
Todo esto ha encendido las alarmas de emergencia y ahora se reclama, por ejemplo, que todos los intermediarios prueben que cuentan con reservas para asegurar su solvencia, (“proof of reserve”), para garantizar los depósitos de sus clientes. Como es de esperarse, ante la desconfianza, los usuarios han empezado a retirar masivamente su dinero. Con esta crisis se espera que pronto pueda verse, como dice Warren Buffet, “quién ha estado nadando desnudo”, y que sobrevivan solo los intermediarios verdaderamente solventes.
Binance y Coinbase
El CEO de Binance Changpeng Zhao -conocido como CZ-, (el líder y principal operador de criptomonedas y, hasta hace una semana, el mayor rival de SBF), frente a todo este caos, afirmó que: “el que FTX caiga no es bueno para nadie en la industria, y no debe verse como una victoria para nosotros, pues la confianza de los usuarios se ve severamente sacudida”. Ha sugerido la creación de un fondo de rescate para las intermediarias que requieran liquidez, para detener el efecto dominó en la industria, “las criptomonedas no se van, estamos aquí para reconstruir”. Cabe anotar que algunos en “crypto twitter” lo señalan como copartícipe en este escándalo por la posición que liquidó de FTT -token de FTX-, previo a su desplome.
Binance ahora representa mayor riesgo de concentración en la industria por quedar como el mayor jugador en la operación de criptoactivos. Sin embargo, es interesante el proyecto del Global Advisory Board (GAB- Consejo Asesor Global, compuesto por expertos financieros a nivel mundial) que es un esfuerzo de CZ para diseñar el futuro de la industria, basado en mayor seguridad y solidez.
Por su parte, el CEO de CoinBase (cuyo distintivo es que cotiza en Nasdaq), Brian Amstrong, ha asegurado que no tiene ninguna exposición a FTX ni FTT, y ha hecho hincapié que está sujeta a regulación de la SEC, por estar listada. Por efecto colateral, su valuación en el mercado se ha visto dañada.
Regulación y gobernanza
Frente a los platos rotos, ahora se pretende ordenar la vajilla. El colapso que presenta criptolandia (como algunos le llaman), exhibe la ausencia de buenas prácticas en un sector supuestamente basado en la confianza alrededor de su fundamento principal: blockchain (-cadena de bloques-, que es la tecnología detrás de los criptoactivos).
Los sucesos recientes han dado lugar a que lo que en principio trató de evitarse, sea ahora una necesidad urgente: la existencia de regulación y supervisión de las autoridades.
La industria cripto debe institucionalizarse si quiere subsistir en el medio financiero. Deben implementarse prácticas de gobierno corporativo en las empresas del sector para impedir que se tomen decisiones fraudulentas y se estafe a los inversionistas. Inclusive hay quienes sugieren que deban someterse a auditorías externas de parte de las llamadas “Big Five”, como el resto de las empresas del sector financiero.
Además, debe transparentarse la forma en que se interactúa entre los CEOs de las empresas cripto y los reguladores en el proceso de diseño y elaboración de las reglas del sector. Entre otros escándalos, se ha sugerido que Gary Gensler, presidente de la SEC (Comisión de Valores de EU), tuvo reuniones que levantan suspicacias con SBF de FTX, quien además hacía fuertes donaciones al Partido Demócrata.
Recuperar credibilidad
La industria de criptomonedas ha perdido más de dos trillones de dólares en valor en los últimos dos años. Si bien el volumen de capital invertido aún no es tan grande como para causar un efecto sistémico global (como el de las quiebras de grandes bancos), por los efectos colaterales que genera sí añade inestabilidad en estos momentos de gran incertidumbre económica y financiera a nivel mundial.
Pero como en toda crisis, se presentan grandes oportunidades, para fortalecer a la industria. El reto para los reguladores es grande. Deberán garantizar la creatividad e innovación del sector a partir de la ingeniera financiera tecnológica originada en blockchain, identificar las vulnerabilidades y a su vez, mitigar los riesgos para el sistema financiero en su conjunto.
Deben establecerse bases sólidas que brinden transparencia y seguridad jurídica en protección de los recursos de los usuarios. Entre tanto, en el corto y mediano plazo, como se dice en el ambiente financiero, más vale “pagar por ver”, y en lo que se define el andamiaje jurídico, los inversionistas individuales e institucionales deben actuar con mucha cautela.