A unas semanas  de la elección, cuando la candidata de la coalición Sigamos haciendo Historia aventaja en cualquier encuesta al menos con veinte puntos a la candidata de la coalición Fuerza y corazón por México; Luis Donaldo Colosio, candidato a senador por Movimiento Ciudadano, ha propuesto que  quien esté colocado en tercer lugar en las encuestas renuncie a su postulación y sume  los votos al segundo lugar.

En ese supuesto, Álvarez Máynez, debe dejar de hacer campaña por él mismo e iniciar una campaña proselitista por Xóchitl Gálvez para lograr vencer a Claudia Sheinbaum.

Muchas han sido las posturas respecto a esta propuesta de Luis Donaldo, pero sin duda la que más destaca es la del presidente del PRI Alito Moreno; quien pretende hacer creer que le ha tomado la palabra y ofrece a Máynez, a cambio de su eventual renuncia a la candidatura presidencial, la renuncia a la presidencia del revolucionario institucional y de sus aspiraciones como senador.

Lo qué podría verse como una respuesta generosa y consecuente con la propuesta de Luis Donaldo, en realidad sólo es el posicionamiento mezquino del último de los dirigentes del partido qué mantuvo en la antidemocracia por más de setenta años a las mexicanas y los mexicanos.

De entre las muchas propuestas que se han hecho, en diversos momentos y de diferentes sectores de oposición, para la reforma política del Estado se encuentra la de la segunda vuelta electoral en las elecciones presidenciales que, en términos concretos, da la posibilidad al electorado de sólo decidir entre las dos propuestas con más aceptación; si ese fuera el caso, es evidente que en una segunda vuelta electoral el candidato de movimiento ciudadano ya no participaría y la contienda se definiría entre Xóchitl y Claudia.

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Pero esta propuesta y algunas otras como la construcción del gobierno de coalición o el tránsito hacia un régimen semi parlamentario  (por mencionar algunas) nunca  encontraron eco en el hoy minoritario Partido Revolucionario Institucional, por el contrario: han sido los más ferreros defensores del presidencialismo y detractores de la segunda vuelta.

Si le faltan huevos yo le presto”, dijo Alito a Máynez en su lenguaje de priista vulgar y arrogante, es difícil hacer prestamos fálicos de lo que no se tiene, pero no solo es soberbia, es falta de esa inteligencia política que a los viejos priístas les había mantenido en el poder y los abandonó hace mucho tiempo.

Los demás partidos no han hecho mucho eco, al PAN por supuesto no le caería mal qué Máynez llamará a votar por Xóchitl, sin embargo, a estas alturas en las que las boletas están impresas sería más que imposible algún tipo de declinación informal.

Al tercer partido de la coalición de Xóchitl, del cual hablamos en la columna pasada,  le da exactamente lo mismo; lo único que quiere es qué algún despistado o despistada crea que es la opción de izquierda y, qué lo qué no pudo hacer en 30 años de intentos de gobiernos, lo haría en el contexto actual.

En Movimiento Ciudadano la propuesta de Colosio no cayó nada bien, más ahora que Máynez se auto posiciona como el tercero que puede sustituir eventualmente al segundo lugar.

Todo evidencia lo que ya sabíamos: Máynez, el de los tenis fosfo fosfo, forma parte de esa manera mediocre de concebir la política que tiene Dante Delgado; la misma con la que fundaron un partido satélite que, aun con apellido socialista (Partido Socialista de los Trabajadores), estuvo siempre al servicio del verdadero poder y, aunque aparentemente tomaron rumbos distintos, Jesús Ortega y Dante Delgado tienen un mismo punto de partida y con el tiempo veremos qué también tendrán un mismo punto de llegada.

La propuesta de Luis Donaldo está fuera de lugar; había que dejarla pasar y no darle más importancia que la de una simple ocurrencia; sin embargo, detrás de la ocurrencia, no sólo hay una propuesta que debe analizarse en la siguiente reforma electoral; hay también un profundo odio a las políticas públicas impulsadas en el gobierno de Andrés Manuel, una revancha social de un sector que ni posee la verdadera riqueza del país, ni tampoco representa los intereses de la clase trabajadora.

“La clase fifi”, dice Andrés Manuel, y quizá no sea correcto ponerle un mote a este gran sector; quizá sea un error porque no se trata de sólo descalificarlos, hay qué caracterizar a este bloque para empujar no sólo la transformación económica y política, habrá que empezar a trabajar la transformación cultural.

Este bloque de las clases medias son un gigantesco dique que la oligarquía pone delante de ellos para evitar la fuerza de las olas de los más pobres. Y hay qué hacer lo que sea para que no siga el esfuerzo democrático, hay qué hacer sacrificios para qué vuelvan los privilegios, hay que ir por la revancha en contra de quienes se han atrevido a cuestionar el régimen presidencial y totalitario, garante y defensor del gran capital en el país