Cuando escribí mi artículo previo a la visita de la candidata del PRI-PAN-PRD, Xóchitl Gálvez, a Estados Unidos, para llevar a cabo una serie de reuniones con grupos de interés en ese país, en un tipo “road show”, cuestioné si usaría esta oportunidad para crear expectativas positivas sobre sus capacidades, o si generaría más dudas sobre sus deficiencias.
Me parece que su gira de trabajo dio elementos críticos para que los ciudadanos, como reclutadores, la evaluemos, y el 2 de junio decidamos con nuestro voto si está a la altura del puesto que pretende ocupar: la presidencia de nuestra república.
Nadie puede poner en duda que gobernar es una responsabilidad que requiere de la mayor seriedad y compromiso. Conectar con los gobernados no debiera significar denostar o rebajar el nivel de la discusión de los temas que nos importan a chistosadas, ocurrencias, bloopers y burlas provocadoras.
En Nueva York y Washington vimos a Xóchitl escabullirse y eludir situaciones que la pusieron a prueba y no aprovechó, para mostrar señales de algún posible liderazgo real, que pudo haber lucido con cualidades que dejó ver que no tiene.
Parece haber defraudado, por lo que se comenta en redes sociales, a la gran comunidad de migrantes (más allá de los que se manifestaron contra ella), que estuvieron observando sus reacciones y comportamiento. Nuestros paisanos son duros para juzgar a los políticos, que les han quedado a deber en el pasado.
Pero quizás lo más destacado fue que, pese a que su equipo de campaña llevaba una agenda controlada y a la medida de la candidata, para reunirse con grupos de élite e instituciones a modo, y, por encima de los incidentes que ya quedaron para la memoria colectiva de actitudes violentas de miembros de su comitiva hacia los migrantes, de manera irónica, el mayor “contratiempo " que tuvo fue realizar una visita a nuestros vecinos, justo cuando los demócratas y republicanos aprobaron, este fin de semana, por primera vez de manera bipartidista, un proyecto de Acuerdo Migratorio que pone a nuestro país en el filo de la navaja.
Xóchitl llevaba preparados una serie de discursos para ofrecer una disposición que se interpretó en círculos mediáticos, como de apertura y flexibilidad (por no decir, debilidad) frente a los grandes retos que tenemos en nuestra relación bilateral, cuando EU discute el endurecimiento de su política migratoria en términos inéditos, que puede redundar en exigencias a México que comprometan nuestra seguridad nacional y soberanía.
En su afán por querer exhibir la posición de la actual administración del presidente López Obrador en materia migratoria, del fentanilo y de seguridad, Xóchitl quedó exhibida.
Acusó al gobierno de López Obrador de tener nulo interés en acabar con el tráfico de fentanilo. También, señaló que AMLO utiliza como moneda de cambio el problema migratorio. “López Obrador ve a la migración como un arma de chantaje sobre el gobierno de Estados Unidos. Y ve al fentanilo como un problema de los estadounidenses”.
¿En qué posición negociadora puso a nuestro país Xóchitl en caso de llegar ella a la presidencia? ¿Qué ofreció la candidata? Por lo pronto, parece haber renunciado a pedir reciprocidad o algo a cambio, al condenar que la migración sea tema de negociación.
Además, como se esperaba, Gálvez solicitó la participación de observadores internacionales en el proceso electoral, ante, según dijo, “el riesgo de que el crimen organizado y la autonombrada Cuarta Transformación atenten contra la democracia”.
En la contienda electoral de EU, el tema migratorio puede inclinar la balanza a favor de Joe Biden o Donald Trump. Ambos buscan una salida que los favorezca política y electoralmente, y en el proceso uno de ellos ganará, pero México tiene mucho que perder, sobre todo a partir de la medida de Remain in Mexico (Quédate en México), donde habremos de recibir a todos los migrantes que EU rechace.
Xóchitl perdió la gran oportunidad de erigirse como jefe de estado en un momento histórico, para defender los intereses de nuestro país. Solicitar la “protección” de EU y mostrar signos de cooperación unilateralmente, cuando menos se ven dispuestos a pagarnos ningún favor, es un total despropósito.