Como dijimos la semana anterior y varias semanas antes, el presidente Donald Trump está cumpliendo sus amenazas de implantar medidas agresivas contra México en distintos órdenes de las relaciones bilaterales. Lo considera más débil que China y Canadá y está concentrando sus ataques diversificados en nuestro país, además de atacar el proceso de transformación nacional y dándole armas a la oposición nacional entreguista para atacar al gobierno en el tema de la seguridad interior, cuando los gobiernos de sus correligionarios partidistas dejaron crecer al fenómeno hasta propiciar una captura del Estado a partir de la penetración del primer círculo de poder presidencial. Hacer responsable al gobierno de México de un tema global en donde 49 millones de consumidores estadounidenses, en distintos momentos, demandan abasto para sus adicciones y EU no ha podido contener o revertir dicha demanda siendo un gobierno opulento con todo para hacerlo.

Esto ya se ha documentado con precisión, y los EU, sus agencias de inteligencia, saben perfectamente bien quiénes, cuándo, cómo y con qué consecuencias, lo han hecho en México, pero con la complacencia o disimulo de autoridades de los EU, quienes entregaron premios a quién hoy tienen encarcelado acusado de conspiración para exportar drogas ilícitas, sin que haya habido una sola investigación y menos encarcelamiento para sus socios en EU. No pudo haber hecho todo solo Genaro García Luna.

Por ello atacar cobardemente al gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum diciendo que está ligada al narcotráfico en México, es una calumnia irresponsable y temeraria, que habla pésimamente de un presidente de los EU, que en otro momento tuvo algún gesto amistoso para México. Ataca vilmente al gobierno nacional electo con mayoría absoluta por los mexicanos, sin exhibir una sola evidencia de su dicho. Una villanía absoluta. Lo peor de todo es que el criminal, el convicto es el presidente de EU, dicho por las autoridades judiciales de su país, no Claudia Sheinbaum Pardo, presidenta de México.

Está en marcha la cacería de indocumentados en todos los rincones de EU, los persiguen como no se persigue a quienes llevan las drogas ilícitas a todos los rincones de los 50 estados de la Unión Americana, la orden fue buscarlos, esposarlos y concentrarlos para su deportación, estando en iglesias, escuelas, comercios, en fincas agrícolas, etc. México ha decidido sellar sus fronteras norte y sur, recibir principalmente a deportados mexicanos, los cuales, según algunas estimaciones, pasan de 6,200 compatriotas en los primeros días de ejecutada la orden presidencial, de los cuales hay 1,300 no son mexicanos y que fueron recibidos por razones humanitarias. Hay 1,700 órdenes de captura liberadas por las autoridades de migración de EU, son gente que han detectado se infiltró en EU, ilegalmente o a quienes se les venció la visa de estancia extendida y no hay registro de su salida del país.

En una proyección básica, si cada dos semanas se deportaran 6,200 mexicanos de EU, en un mes tendríamos de vuelta 12,400 repatriados, y en 6 meses próximos tendríamos 74,000 personas. En un año, serían casi 150,000 personas. El sector privado ha ofrecido hasta 50,000 vacantes de empleo que serían agotadas, por ejemplo, en los primeros cuatro meses de deportaciones, si nuestro supuesto numérico fuera muy cercano a lo real. Muchos paisanos ya hablan inglés o tienen un buen nivel de entendimiento y conversación, muy útiles para empresas de servicios, incluso, para el gobierno en distintas tareas, como migración o en el área turística, por ejemplo.

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Es normal que, por distintos medios, haya indocumentados no mexicanos que quieran entrar y quedarse en el país, lo mínimo es un censo riguroso de quienes lo logren. El sellado de la frontera es una medida drástica de la autoridad federal, respaldada con una movilización de guardias nacionales que suman miles en la frontera sur y en la del norte, más contingentes del ejército mexicano.

Las caravanas han sido una forma de complicar en extremo la contención para cruzar el territorio nacional y llegar a la frontera norte y tratar de entrar a EU, pero la táctica policiaca y militar encontró la forma de contenerlas y revertirlas: una concentración de fuerza armada agrupada haciendo una valla de 300 efectivos que avanzan sobre la caravana, y usando gas pimienta y gas lacrimógeno, revirtieron una acometida de 5,000 inmigrantes aproximadamente. Incluso, bloqueando cualquier tránsito por el río Suchiate, en donde peligra la vida de muchos migrantes porque tratan de pasar por allí en condiciones muy riesgosas. Este tipo de acciones debilitan el control del crimen organizado de este tipo de migración en masa.

Lo mismo sucedió con una concentración de unas mil personas en el parque central Bicentenario de Tapachula en Chiapas, donde los allí reunidos exigían un pase de tránsito para llegar a la frontera norte. La autoridad mexicana respondió que dentro de las figuras jurídicas migratorias no existe la de “permiso de tránsito”, por lo que no podía accederse a su solicitud. México no puede manejar esta crisis humanitaria si no acude a la represión, lo más mesurada posible de estas concentraciones humanas, que, ante su frustración, reaccionan violentamente y se enfrentan a la Guardia Nacional.

Hubo un trabajador del INM de nombre Luis Alberto Olivas, con 30 años de servicios, muerto en la frontera norte a pedradas por dos venezolanos, supuestamente pertenecientes al Tren de Aragua, una mafia emergente que ha sido detectada en EU y están tras ellos y a los capturados los están deportando, ese tipo de personas no pueden entrar a México y permanecer bajo ninguna circunstancia. No tienen futuro. Otros 15 agentes de inmigración terminaron hospitalizados por agresiones de inmigrantes no mexicanos. Por ello hay 14 puestos de revisión fronteriza en la frontera sur y más de 50 en todo el país.

No tiene sentido que los integrantes de las caravanas crucen la frontera sur de México para ser nuevamente detenidos en la frontera norte o apresados en territorio estadounidense y luego deportados. Su desesperación y adversidad socio-económica no les permite entenderlo. En las actuales condiciones, México no es una opción de migración, ni de residencia, puesto que nuestro país está recibiendo a sus propios deportados y procesando su difícil situación de regreso.

La presidenta está convocando a una reunión regional para coordinar las deportaciones con oros países centro y suramericanos así como caribeños, para no provocar un agravamiento de la situación en la frontera norte de México, en donde están llegando cientos de personas que quieren quedarse en México. No es posible recibirlas, salvo algunos casos muy señalados de deportados, por ejemplo, una mujer centroamericana que estaba con sus tres hijos niños en la frontera mexicana, sin tener a dónde ir, allí puede invocarse el derecho humanitario, pero en casos muy especiales.

La falta de visión histórica de EU, la soberbia hegemonista, de bloquear por más de medio siglo los cambios progresistas en Centroamérica y el Caribe, dándole un sentido más popular contra la brutal concentración de la riqueza y la extrema pobreza de decenas de millones de personas, y revertir la inmensa demanda de drogas ilícita en su papis, que activó la formación y fortalecimiento de estructuras criminales que masacran y agreden comunidades sociales enteras sembrando el terror y el pánico mientras se asociaban con policías, empresarios, militares y altos líderes políticos del Estado, generó este colosal boomerang que hoy EU traslada a México y a los países de origen de millones de indocumentados que acusaron el brutal efecto de sus políticas represivas en favor de oligarquías criollas corruptas y criminales, muy parecido a lo sucedido en México.

Obama deportó en sus cuatro años de gobierno, casi 2.0 millones de indocumentados, Bill Clinton menos, aproximadamente 1.5 millones.