“Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora que es la tragedia de no querer luchar por superarla.”
ALBERT EINSTEIN
“Estamos tan acostumbrados a que nos lata el corazón que no le damos mucha importancia, pero cuando la cosa no está clara, entonces aprendes a valorar lo que significa.”
PAU DONÉS
Los pantalones Brioni, todos arrugados. La corbata roja, demasiado larga. Para Trump, su vestimenta es una declaración de poder: una burla al despreciado Zelenski y un desdén evidente hacia Musk. Pero más allá de la imagen, esa corbata larga también revela que el juego económico que Trump sostiene con Wall Street y sus magnates no va tan bien como parece (y como él quisiera).
Pero ojalá ese fuera el problema. El asunto es que lo que ocurre en los mercados estadounidenses influye mucho más en nuestro país de lo que quisiéramos admitir. La incertidumbre política pesa sobre las empresas, las decisiones de inversión se detienen y la migración se incrementa. Sí, se incrementa a pesar de que la migra gringa está “perra”. Mientras, esperamos hasta el 2 de abril para saber si enfrentaremos nuevos aranceles o si reaccionamos con represalias… (lo que sea de cada quien, creo que no hay de otra).
El Wall Street Journal ya soltó la bomba: calificó a Trump como un “reverendo loco” que no sabe lo que hace. No es una opinión más; es la voz del medio financiero más influyente del mundo. Su crítica confirma que la guerra comercial sigue firme y que, nos guste o no, esa corbata que cuelga en la Casa Blanca nos ha convertido en su piñata: con la constante amenaza de un golpe o de que nos tome como mero adorno temporal en su fiesta.
En ese mismo tono incomprensible, la presidencia estadounidense recientemente justificó el desplome de las bolsas con “espíritus animales”, afirmando que lo importante no son los mercados, sino lo que ven los empresarios.
Pero aquí a lo que quería llegar: tan incomprensible como la anterior explicación fue la postura de nuestro secretario de Hacienda, quien insistió en que “no hay guerra comercial”. Lo cierto es que la guerra ya está aquí y estamos pagando las primeras bajas; en otras palabras, goza de cabal salud.
El mundo del dinero lo tiene claro: la incertidumbre política y visceral de Trump no está ayudando. No es lo que esperaba el sector financiero global cuando recién lo habían anunciado ganador en la carrera por la presidencia de los Estados Unidos. Y evidentemente es muy distinto al festín que disfrutan los multimillonarios estadounidenses que hoy controlan el gobierno…
Parte de la ofensiva de Trump que insiste en ello y aquí no queremos ver, es que para él el T-MEC está muerto. A sus ojos nunca funcionó. O sí, pero para detrimento de los Estados Unidos (y de sus negocios particulares). Y lo desaparecerá. Ya lo he comentado en otras columnas, pero cada día es más y más claro.



El tratado comercial, que alguna vez fue un bastión de fortaleza económica, hoy es apenas un fantasma de lo que fue. Trump lo ha dicho una y otra vez: quiere que se acabe. Lo peor es que, mientras él lo grita cada vez más fuerte, aquí seguimos sin enterarnos. O eso pareciera.
Por eso, ojalá, espero y deseo que Claudia Sheinbaum no se haya precipitado al celebrar la “pausa temporal” de los aranceles el pasado domingo. Conociendo los arranques y caprichos de Trump, todo apunta a que lo peor está por venir.
Y no solo lo pienso yo. Moody’s cambió a ‘negativa’ la perspectiva del sistema bancario mexicano, citando la desaceleración económica, la incertidumbre jurídica (alimentada por la reforma judicial que amenaza como un glaciar acercándose al Titanic) y la necesidad de mayores provisiones financieras que solo con el hoyo que significa Pemex, México evidentemente no tiene. Todo esto complica la situación, mucho. Muchísimo.
Las cifras son contundentes: durante el primer bimestre del año se fabricaron en México más de 629 mil automóviles, un ligero aumento del 0.4% respecto al mismo periodo de 2024. Pero las exportaciones de autos cayeron un 11.3% en enero y un 9.2% en febrero. Mientras tanto, el mercado interno cerró para ese sector apenas creció un modesto 4.4%, insuficiente para compensar la caída en las ventas al extranjero. Los fabricantes de automóviles enfrentan además la creciente presión de los autos chinos (¿les suenan los BYD?), dificultando aún más colocar sus vehículos en el mercado interno.
El novel secretario de Hacienda, Edgar Amador, insiste en que “no habrá guerra de aranceles”. ¿Cómo? ¡La guerra ya está aquí! No solo existe, sino que vamos atrasados y con bajas importantes en nuestro lado. Amador también mencionó que la SHCP “robustecerá los amortiguadores fiscales” para proteger la estabilidad macroeconómica ante posibles choques externos. Pero esos amortiguadores fiscales ya no existen o están por colapsar. El margen de maniobra del gobierno está comprometido por la deuda impagable de Pemex, el creciente déficit y una lista interminable de desajustes financieros.
La guerra comercial está más viva que nunca. ¿Qué estamos haciendo para enfrentarla? Urge una estrategia conjunta (sí la hay, el gobierno de Claudia Sheinbaum no lo ha anunciado); un proyecto real que no termine en un evento simbólico —y hasta desangelado— como fue el del Zócalo del domingo pasado. La guerra ya está aquí, y cada día que pasa sin una acción contundente es un día perdido.
Giro de la Perinola
Anoche, el tema más comentado en X fue #BBVA. Muchos pensaron que se trataba de algo relacionado con el anuncio de Moody’s sobre la calificación negativa del sistema bancario mexicano. Pero no. La razón fue que Shakira se presentó en el estadio BBVA de Monterrey, con un lleno total. Hahahahaha... Nuestras prioridades.
Una noche de música y escape, en medio de la cruda realidad que vivimos. Un país que se desangra, que ve su futuro desvanecerse. En fin.