Estimado lector, alejándonos de la estridencia y el amarillismo que un suceso como el que se vive el día de hoy con el tema de la “guerra” entre Ucrania y Rusia, debemos hablar de manera seria, de las repercusiones que se darán en el corto, mediano y largo plazo.
La industria aeronáutica mundial sin duda ha sufrido y padecido por el tema de la pandemia de Sars-Cov-2, llegando a extremos de parar casi por completo las operaciones aeronáuticas en todo el mundo. Pero en el caso que se vive con el conflicto entre dos naciones, Rusia y Ucrania, la primera repercusión a corto plazo ya la conocemos, y es la imposibilidad de sobrevolar el espacio ucraniano.
Y no es tema menor que hacerlo resulte peligroso para la seguridad de los pasajeros. Tenemos ejemplos en el pasado de lamentables “errores”, como fue el caso del vuelo PS 752, de Ukranian International Airlines; el Boeing 737 de UIA fue derribado “por error” por un misil de la Guardia Revolucionaria Iraní, tras despegar de Teherán con destino a Kiev. Ocurrió el 8 de enero del 2020 y tristemente fallecieron 176 ocupantes, según datos de la aerolínea, 82 eran iraníes, 63 canadienses, 11 ucranianos (dos pasajeros y nueve tripulantes), 10 suecos, 4 afganos, 3 alemanes y 3 británicos.
Así que para no tener que lamentar pérdidas humanas por “errores”, es que se cierra por completo el espacio aéreo de Ucrania, como consecuencia inmediata.
Después tenemos los anuncios por parte del gobierno de Gran Bretaña de cerrar la entrada a los aviones de Aeroflot, empresa de aviación rusa. Ellos no podrán sobrevolar el espacio aéreo de dicho país y mucho menos aterrizar o despegar. O sea que miles de pasajeros se quedarán varados en los distintos aeropuertos del Reino Unido. Pero no es el único país, también la República Checa, Polonia, Bulgaria, Estonia, Lituania, Rumania, Finlandia y Alemania.
Además la aerolínea Lufthansa ha anunciado que no usará el espacio aéreo ruso. Por su parte Delta Airlines ha anunciado la cancelación de su código compartido con Aeroflot. Conforme siga avanzando el conflicto, veremos cómo más países se suman al cierre de sus cielos.
Ante tal hecho Rusia no se ha quedado atrás y también ha cerrado el espacio aéreo a los aviones de la Gran Bretaña; ya veremos si también lo aplica con la República Checa y Polonia, más los países que se vayan sumando a dicha iniciativa. Antes estos hechos la aerolínea Aeroflot ha decidido cancelar todos sus vuelos en Europa.
La Asociación de Agencias de Viaje en México (AMAV), reportan que no hay afectación por el conflicto ruso-ucraniano, según declaraciones de su presidente Eduardo Paniagua, en razón de que nuestro país no recibe mucho turismo proveniente de Rusia. Por su parte la Secretaría de Turismo (Sectur) contempla que la cantidad de pasajeros rusos que llegan anualmente al país ronda los 100 mil, y en el caso de los ucranianos son cerca de 28 mil, siendo los principales turistas provenientes de Estados Unidos y Canadá, así como de América Latina.
En donde sí habrá repercusión a corto y mediano plazo será en el rubro de la carga, y por consecuencia en el encarecimiento de las mercancías, que tendrán que sobrevolar por otros espacios aéreos. Ni modo, los pasajeros de Aeroflot se quedarán varados en los países que impongan la restricción de volar.
De no llegar a una pronta solución al conflicto bélico, las restricciones de los espacios aéreos aumentarán, dejando poca o nula movilidad a una industria que la requiere. El costo de los productos importados subirá, pues costará más encontrar rutas seguras por donde sobrevolar.
La aviación comercial, que comenzaba a recuperarse, tendrá pérdidas y si las acciones violentas no se detienen, la confianza de los usuarios que había previa al conflicto armado generará muy probablemente una andanada de cancelaciones de vuelo. La crisis de las aerolíneas se profundizará, pues habrá gente que prefiera cancelar su vuelo, aunque no viaje exactamente a Ucrania, pero los vuelos a Europa se verán afectados por el temor.
Ahora, contrario a lo que nos pudiéramos imaginar, el precio del combustible no debería encarecer los boletos de avión. Tengo que decirles que me consta que, por lo menos en el caso de Aeroméxico, adquieren un seguro especial, para que en caso de que suba el precio del barril la aerolínea no se vea gravemente afectada. Aproximadamente se calcula un sobreprecio entre el 20% y 30% del costo real.
No dudo que otras aerolíneas también lo hagan; en el caso de Volaris, el propio Enrique Beltranena, en entrevista de hace unos días, dijo que la subida de precio en el costo del barril de petróleo no iba a afectar ni el costo de sus boletos, ni sus operaciones. Ojo, señores usuarios, si aumentan el costo del boleto, es más por ganar dinero, echándole la culpa a la pandemia y ahora a la situación entre Rusia y Ucrania.
En un mundo globalizado es evidente que habrá repercusiones en lo inmediato, a mediano y largo plazo. La migración de ucranianos será inevitable y habrá que hacer frente a una crisis de refugiados, en tiempos en los que la pandemia de Covid no ha terminado. Sin duda se antoja difícil.
Todavía no hay nada escrito en piedra, y es imposible adivinar el futuro inmediato. Dependiendo de las artes diplomáticas veremos qué tan grande y profunda es la afectación en la industria aeronáutica; por el momento sólo tenemos claras las repercusiones a corto plazo, y seguiremos atentos para ver que pasará más adelante.
Lo digo sin frivolidad, y con verdaderas ganas de apoyar a nuestra industria: si les da miedo volar a Europa, siempre existe la posibilidad de conocer el país, volando por las líneas mexicanas; hay muchos destinos, y México tiene mucho que ofrecer como país.