Desde temprana hora la captura del hijo del Chapo Guzmán, Ovidio, mantuvo en alerta a la población no solo de Culiacán, sino de todo el país.
Y es que no es para menos.
Allá, en el enigmático Sinaloa, familias enteras se resguardaban en sus casas al ver cómo su ciudad ardía.
Hubo incendios, asaltos, bloqueos, que dejaron un saldo de al menos ocho personas fallecidas.
En paralelo, en el submundo de las redes sociales los “todólogos” opinadores, como suele suceder, especulaban si era una farsa o si había un acuerdo del actual gobierno federal para quedar bien con Estados Unidos ante la próxima llegada del presidente Joe Biden a nuestro país.
Esto es solo algo de lo que se dijo.
Repetir la andanada de tonterías que suelen decir los cibernautas o los comunicadores malquerientes de la 4T es ocioso.
Ya sabemos que toda estrategia implementada desde el gobierno federal les da urticaria y aunque sea válida, legal y funcional, la harán pedazos pues como dijo el clásico, “ningún chile les embona”.
La primera captura del hijo del Chapo Guzmán, también conocido como “el ratón”, aquel fatídico jueves 17 de octubre de 2019 dejó a los malquerientes de la 4T con un sentimiento, --equivocado por cierto--, de que el presidente López Obrador tenía algún interés turbio para dejar al delincuente en libertad.
Hoy, a más de tres años de distancia, Ovidio Guzmán fue detenido y está en la cárcel, que es donde los delincuentes deben estar.
Los muertos de Calderón
Tengamos memoria.
Cuando Felipe Calderón implementó su guerra contra el narco en el año 2007 había 20 grupos criminales operando en el país y que fueron protagonistas de al menos 79 enfrentamientos, según se lee en una nota publicada en febrero de 2017 en el portal de noticias Animal Político.
Para el año 2011 es decir, cuatro años después del inicio de la guerra fallida, las cifras se habían incrementado en forma exponencial
Cito textual:
“Tres años después, en 2011 ya se encontraban en operación 200 grupos criminales que solo en ese año estuvieron implicados en más de mil enfrentamientos.
Con ellos aumentó 2,093% el número de muertos. Mientras que en 2007 la tasa de víctimas letales por cada incidente era apenas de 0.08 (en promedio un civil muerto por cada 10 enfrentamientos); para 2011 esta tasa ya era de 1.9 muertos (en promedio dos personas muertas por un solo enfrentamiento)
Y aún hay más.
En el mismo portal de noticias se menciona que durante ese sexenio los grupos criminales crecieron un 900 por ciento y el número de civiles muertos durante enfrentamientos (los llamados por el mismo Calderón “daños colaterales”) se incrementaron más de 2000 por ciento.
Un verdadero terror.
Los odiadores de la 4T tendrían que razonar un poco sus comentarios, pues si bien es cierto que la frase “abrazos no balazos”, repetida constantemente por el presidente López Obrador, pudiera no ser la indicada (la metáfora a veces es difícil de entender, cuando el fondo de la frase en “no más muertes innecesarias”) tampoco lo es el tirar a matar derivado de una estrategia a todas luces fallidas.
Ovidio Guzmán y todos los grupos criminales son el resultado de una herencia maldita que venimos arrastrando de mucho tiempo atrás, incluso antes de Calderón, y que no se terminará pronto. Pero el camino es el correcto.
Con los programas sociales que existen en el actual gobierno, uno de ellos el de Jóvenes Construyendo el Futuro, nuestra juventud tiene la opción de aprender a ganarse la vida en forma honesta y dejar de delinquir.
Para ello, es urgente el desmantelamiento de las células delictivas que aún existen.
Las cifras escandalosas de muchachos y muchachas que se adhieren al crimen organizado poco a poco irán decreciendo si se continúa dándoles apoyo, educación, fuentes de empleo.
Lo duro es que el camino puede ser largo y sí, se tendrán que vivir otros días como el de ayer que se detuvo a uno de los delincuentes más buscados. Es parte de la desintoxicación social que acompaña el camino hacia la paz y el progreso de una nación que aprende a vivir con un gobierno distinto que combate el crimen y la corrupción intentando que los daños sean menores.
Los días y meses venideros serán cruciales para ver el resultado de la captura del hijo de uno de los delincuentes más peligrosos de nuestro país. Atentos.