Hace un par de días, la detención de Gloria García Luna, hermana de Genaro García Luna, exsecretario de Seguridad Pública durante el gobierno de Felipe Calderón, ha generado una raya más de fisura al sistema de seguridad nacional. Nos ha dejado de sorprender la vileza y la corrupción, pero este acontecimiento, que se suma a una serie de acusaciones que involucran a la familia del conocido “superpolicía” calderonista, no solo daña la reputación de quien ocupó el cargo más elevado en materia de seguridad, sino que también destapa las redes de complicidad que, según las investigaciones, se urdieron para obtener contratos ilícitos del gobierno federal.
Tendría que importarnos debido a que varios integrantes de aquellos equipos ahora acompañan a Xóchitl Gálvez en sus aspiraciones, comenzando como el encargado de su política de seguridad, Francisco Cabeza de Vaca, ex gobernador de Tamaulipas.
La orden de captura contra Gloria García Luna no es un incidente aislado, sino parte de un conjunto de 61 órdenes emitidas en abril pasado dirigidas a la esposa, familiares y asociados de Genaro García Luna. Estas acciones judiciales ponen de manifiesto la magnitud de la presunta trama delictiva que se desplegó durante su gestión. El espectro del peculado, las operaciones con recursos de procedencia ilícita y la delincuencia organizada se ciernen sobre la familia del exfuncionario, evidenciando una red de corrupción que se extiende tanto a nivel nacional como internacional. También deja en evidencia la rabiosa actitud con la que parece, buscan recuperar aquellos espacios.
Las investigaciones federales revelan que, a través de 10 contratos ilícitos con empresas controladas por Genaro García Luna, se sustrajeron 5 mil 112 millones de pesos. Estas operaciones, realizadas mediante triangulaciones criminales a nivel internacional, plantean preguntas inquietantes sobre la integridad y transparencia de las instituciones encargadas de resguardar la seguridad nacional. ¿Cómo es posible que el máximo responsable de la seguridad pública estuviera vinculado a una red de corrupción de semejante envergadura?
Según las últimas encuestas, a Xóchitl Gálvez se le relaciona principalmente con el PAN. El fenómeno que comienza a enfrentar su candidatura es similar al vivido por José Antonio Meade en 2018, cuando algunos votantes encontraban en su perfil uno idóneo, sin embargo, tan sólo por aquello que le rodeaba con la marca PRI, decidían descartarlo. Por muy bueno que fuera. Xóchitl Gálvez tuvo un súbito despegue de viralidad por sus reclamos a las puertas de Palacio Nacional, logrando los ojos de las personas anti-AMLO que conocieron la noticia. Ese primer dato nos muestra que no era su perfil sino su antipatía la que podía permitirle crecer. Ahora, avanzada la precampaña y presentados varios de los perfiles que integraran sus equipos, hay certeza de que en ellos domina el panismo que es el menos “panista”. Las antipatías podrán generar opinión pero no movimiento y la caída de Xóchitl aumenta a medida que la conocen o que la relacionan con este tipo de personajes.
Además de Gloria García Luna, se busca a otros tres hermanos del exsecretario de Seguridad, así como a Eduardo Guerrero Durán, quien ocupó el cargo de oficial mayor del Órgano Administrativo Desconcentrado de Prevención y Readaptación Social.
El desangelado Boric
Otro personaje que se desinfló ha sido Gabriel Boric, presidente de Chile, cuya juventud se leyó como un sinónimo de rebeldía y radicalidad que podría unificar a las izquierdas de aquel país pero que no ha logrado, en primer momento, arrancar las raíces conservadoras de la constitución dictatorial
El pasado domingo, los ciudadanos chilenos expresaron su rechazo en un plebiscito a la propuesta de Constitución elaborada por un consejo mayoritariamente conformado por la ultraderecha, lo que significa que el país continuará regido por el marco normativo impuesto durante la dictadura de Augusto Pinochet.
Con el 99% de las mesas escrutadas, la opción “en contra” del cambio constitucional prevaleció con un 55,75% de los votos, mientras que la opción “a favor” obtuvo el 44,25%, según los datos oficiales del Servicio Electoral (Servel). Este resultado, después de cuatro años desde el inicio del proceso de reforma constitucional, surge como respuesta a las masivas protestas sociales de 2019 y tras dos procesos constitucionales, uno liderado por la izquierda y otro por la ultraderecha, llevando al país de vuelta a su punto de partida.
Chile permanecerá bajo la Constitución redactada durante la dictadura de Pinochet, aunque ha experimentado diversas reformas en el periodo democrático. El presidente Gabriel Boric descartó la posibilidad de iniciar un nuevo proceso constituyente.
La propuesta rechazada fue elaborada por un consejo dominado por el Partido Republicano y se caracterizaba por ser aún más conservadora que la actual Carta Magna heredada de la dictadura. Entre sus disposiciones, se limitaba el papel del Estado en la economía de mercado y planteaba la revisión del derecho al aborto en tres causales (violación, inviabilidad del feto y riesgo para la madre). Asimismo, proponía medidas más rigurosas contra los migrantes, incluyendo la expulsión “en el menor tiempo posible” de aquellos en situación irregular. En un tono mucho más conservador, la propuesta fue impulsada por José Antonio Kast, líder del Partido Republicano y excandidato presidencial derrotado por Boric en diciembre de 2021.