“¿Qué hacer, si de un color andan vestidos

El vicio y la virtud? ¿Con qué mirada

Distinguirá la mente atribulada

De los puros afectos los fingidos?

Sonrisas de placer, ayes sentidos,

¿Sois lo que ser debeis, ó no sois nada?

¿Quién adivina la verdad ansiada

Cuando mienten del pecho los latidos?Disfrázase de ingenio la osadía,

La astucia de valor, y entre las gentes

Muestra el crímen aspecto de hidalguía.Tal del Índico mar en las corrientes

Arroyos mil desaguan á porfía

¡Que pareciendo arroyos son torrentes!”

MANUEL DEL PALACIO

María Elena Ríos, saxofonista, es una de muchas mujeres víctima del machismo que sigue imperando en el país. Ella fue quemada con ácido.

Por lo que a justicia se refiere, esta ha seguido su muy lento caminar en Oaxaca. A veces pareciera se busca proteger más al victimario que a ella…

Pero esta mujer es ejemplo de resiliencia. Entre otras cosas ha logrado que el juez no dejara en libertad al autor intelectual del atentado contra su vida. Se ha convertido, además, en una de las voces más importantes contra la violencia de género que azota a nuestras mujeres mexicanas.

Como si no fuera suficiente quedar marcada de por vida por la violencia física, casi mortal, enfrenta ahora otro acto de agresión. Y lo que menos se esperaba es que esta proviniera de quien hace ruido —alharaca— aduciendo ser discriminado por su tono de piel.

Tenoch Huerta, actor mexicano, quien en Twitter se presenta como: “Prieto resentido, miembro de Poder Prieto y bien quién sabe cómo”, está siendo señalado por María Elena como un depredador sexual. Todo indica que, quien en “Black Panther Wakanda Forever” aparece como Namor, semi dios iracundo, y que en la vida real exige derechos e igualdades, denigra a las mujeres. Sí, el valor de María Elena Ríos ha abierto la puerta para que otras mujeres también expongan el que este señor las violentó.

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Pero independientemente de a dónde lleven las indagatorias, quiero subrayar otro hecho: la valentía de la saxofonista puso a la luz el sinfín de amenazas hacia su persona que se dieron después de que ella acusara a Tenoch. Una de las múltiples amenazas de muerte por ella recibida es esta: “deberías beber ácido y morirte”.

De subrayar por intolerable es el que, en lugar de ser comprendida y protegida por la ciudadanía, Ríos recibe amenazas. Deplorable que una mujer no pueda acusar e iniciar un proceso judicial contra una persona del sexo opuesto, y en cambio sufra una nueva victimización por no callarse ante un hombre.

Tenoch Huerta es integrante de Poder Prieto, colectivo fundado en 2021 que lucha para erradicar el racismo sistematizado que existe en México. Tristemente, las acciones de este grupo reflejan lo que acusan: una discriminación sistematizada en contra de quienes no piensan o apoyan su pensar. Lo que es peor, en lugar de disminuir esa discriminación, el colectivo se regodea ampliándola.

Poder Prieto, presidido por la actriz Maya Zapata, tiene en Tenoch Huerta a uno de sus miembros más destacados y vocales. Y ambos personajes han fomentado lo que critican: el racismo, la discriminación, el abuso.

Valgan algunos ejemplos:

• María Elena Ríos expuso haber sido explotada laboralmente. Poder Prieto lo negó (no convenció a nadie, pero esa es otra historia). Con su derecho de réplica (ramplón y falso) llevó a que la saxofonista expusiera el abuso del actor, pero también el esquema de defensa que hace Poder Prieto de Tenoch.

• La promotora cultural Luz Valdez acusó a Poder Prieto de intimidarla. Todo porque reveló que la artesana Feliciana Bautista no recibió el crédito correspondiente por un rebozo elaborado por ella, el cual fue reconfigurado para una prenda que utilizó Tenoch en la Milán Fashion Week 2023 (octubre de 2022). Poder Prieto en lugar de señalar a quienes le vendieron el rebozo u ofrecer una disculpa o buscar a la artesana, se lanzó con el infantil argumento de que la creadora no había solicitado crédito por la prenda… La solidaridad, empatía y justo reconocimiento brillaron por su ausencia. En una contención de daños, terminaron elaborando una carta disculpa y fotografiando a Tenoch con doña Feliciana (pero nunca pusieron el nombre de la artista a pie de foto).

• Para terminar la polémica del rebozo, Maya Zapata hizo un video que fue criticado. Este se centraba en victimizarse de que hubieran grabado sin su consentimiento una conversación telefónica; nada dijo al respecto de que su participación en dicha conversación no había sido muy afortunada. Luego, para acallar las críticas a su video, contestó: “la gente inteligente sabe que los buenos y malos no existen: eso es una ficción creada por la mente binaria. La vida y los conflictos son más complejos que lo que la comprensión chata de Twitter, permite mirar”. Remató con un: “acuérdense que soy actriz y amo el show. Y si tengo que elegir entre la buena o la villana, prefiero mil veces la villana. Así que villanícenme. ¡Es hasta liberador!” Vaya ejemplo social…

• Ante la acusación de María Elena Ríos contra Tenoch, Poder Prieto ha guardado silencio. Nula empatía y menos solidaridad con quienes han sufrido violencia, racismo o discriminación a manos de los integrantes de ese grupo. La última respuesta de Zapata en torno al caso es además un compendio de clasismo, racismo y discriminación. ¿Dónde quedaron los valores que dicen defender?

Tenoch Huerta, por su parte, en un comunicado afirmó que tuvo una relación consensuada con la oaxaqueña y que ella “tergiversó los hechos”… ¿En serio? Una mujer que ha sufrido en carne propia tanta violencia no tiene necesidad de tergiversar nada; lo que sí: dará testimonio una y otra vez para hacer ver que hay hombres que no entienden que la violencia contra las mujeres no va a ser tolerada.

Tenoch y Maya se quejan de ser excluidos, de ser discriminados, de haber sido abusados por su color de piel. Es una lástima que cuando tienen la oportunidad de hacer un cambio, repiten esquemas.

La hipocresía del colectivo y la violencia del actor no pueden ni deben ser justificadas. Se han convertido en lo que criticaron: un poder, sí, pero abusivo y abusador.

Con su silencio, la hipocresía siempre anida la violencia; María Elena Ríos hoy lo constata.