La virtual candidata de Claudio X. González y la alianza PRI-PAN-PRD a la Presidencia de la república, Xóchitl Gálvez, no puede con el peso de sus propias contradicciones e hipocresía.
Como política poca seria y “ajonjolí de todos los moles”, Xóchitl se presenta, por ejemplo -aún contendiendo por un partido abiertamente antiderechos cómo Acción Nacional”, como presunta aliada de la comunidad LGBT, incluso llegando a aparecer en un evento del orgullo gay en uno de los carros alegóricos.
Sin embargo, este pasado jueves, Xóchitl aceptó una patética “invitación a comer” de la furibunda transfóbica y homofóbica Lilly Téllez a “comer”, lo cual le atrajo en redes sociales fuertes críticas de personas de la diversidad sexual.
Otra contradicción que muestra la hipocresía de la señora Gálvez es el intento de martirizarse por la información sobre su “casa roja” un tremendo “townhouse” de 15 millones de pesos que ella afirma haber comprado “con descuento” en preventa.
Más allá de todas las acusaciones de tráfico de influencias y conflicto de interés que esto conlleva, esto es muy típico de personajes cómo Gálvez y otros de su estilo: les gusta hacer, pero que no les hagan.
Recordemos que la falsa indígena Xóchitl viajó a EU a acosar a los vecinos que vivían en la zona en donde, meses antes, la esposa del hijo del presidente, una mujer empresaria con recursos, rentó una vivienda para su familia.
Para acosar a un familiar del presidente sí es bueno exponer una vivienda en renta, pero para la “transparencia” es “malo” que balconee las propiedades de Xóchitl.
Por eso va a perder.