Hubo una madre a la que todos le llamaban “loca”. Se encontraba hospitalizada, tras el parto, en Hospital de Gineco Obstetricia No. 4 “Luis Castelazo Ayala” del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). Las enfermeras que la trataban reportaban su mal carácter, reportaban su locura, su rebeldía y su antipatía. Evitaban ayudarle y por lo tanto, dejaban de pasarle antibióticos y medicamentos analgésicos. Maltrataban sus venas en cada catéter y sus brazos, machacados, eran testigo fiel del dolor que cargaba en su corazón.

Una de las mujeres que le pudo atender, resultó ser mi madre. Le escuchó y sin preguntar, la madre adolorida le confesó que nadie sabía lo que pasó. Resulta ser que una de las peores negligencias le sucedió.

Aquella madre despertó después de parir. Sin oportunidad de alegar o despedirse, le notificaron que su bebé había fallecido. Lloró sin cesar, aun cuando jamás reconoció el cadáver. Pero con el paso de los días, no lograba recuperarse. Resulta que antes de ser dada de alta, la esposaron a su camilla y le notificaron que era investigada por el robo de un menor.

Sin entender qué sucedía, le notificaron que su bebé estaba vivo pero que el niño que le dieron, por error, había fallecido y pertenecía a otros padres. Resulta ser que su familia ya había velado al bebé, pero mientras no entregaran el cuerpo, eran imputados. Detuvieron a su marido y lo encarcelaron.

Ella lloraba sin cesar. No podía irse. No podía recuperarse. No podía ver a su bebé. Estaba en calidad de detenida, recién parida, sin bebé, sin certeza, sin nada.

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Resulta ser que debían exhumar al bebé fallecido para realizar peritajes y entonces, solo entonces, darle libertad y devolverle al suyo.

Trabajadores tuvieron un error al cambiar a los menores. El que falleció era de los padres que alegremente, recibieron y cuidaron al bebé de “la loca”. Ella estaba detenida mientras los otros reclamaban justicia. Los padres del menor vivo notaron que no era su bebé, pero al volver al hospital, recibieron la noticia: su verdadero bebé estaba muerto.

La insoportable realidad era peor. ¿Preferían un bebé equivocado pero vivo a la ausencia del hijo que implicaba su verdadero menor?

Nunca lo sabremos, hay brazos vacíos y violencias que superan la voluntad humana. El hecho es que quienes pensamos que están locos o locas, a menudo, tienen mucho que contar.