Los enfoques como el que entrego hoy a los lectores suelen estar cuasi censurados desde que la hegemonía ideológica-cultural del neoliberalismo sentó las bases del dominio ideológico y político en México. El cambio global con la transformación de la ideología socialdemócrata en Europa y del liberalismo demócrata en América del Norte, más la caída del “socialismo real” en los países de la Europa Oriental y la URSS en toda la región euroasiática, favoreció la entronización del neoliberalismo, con su amalgama de teorías y postulados económicos, en ocasiones contradictorios en su formulación teórica y praxis económica, y reconstruyendo las teorías del liberalismo económico y la democracia representativa, convirtiendo al país azteca en uno de los más corruptos y autoritarios de América Latina.

El “grupo compacto” Salinas-García Aspe-Camacho Solís, luego Colosio, representó el cambio de fase del capitalismo mexicano, a pesar de su inmadurez por los términos de conformación del patrón de acumulación de capital, llamado por el presidente del sistema de bancos de la Reserva Federal en EUA, “capitalismo de compadres”, y se propusieron abrir un poco el régimen político, a pesar del fraude electoral descomunal con el llegó Carlos Salinas a la presidencia de la república y que conoció todo su equipo de asesores y colaboradores.

Decíamos que interpretaron la nueva fase de desarrollo del capital en México, cuando las intervenciones públicas tenían que pasar por un proceso de restricciones e insertarse en la tendencia en desarrollo de los procesos de integración económica regional, la famosa regionalización. Es cierto que buscaron la opción europea, pero allá no interesaron las fortalezas mexicanas. Pero el grupo compacto tenía claro que el capitalismo mexicano, con sus múltiples defectos y distorsiones históricas, debía pasar a la etapa de integrar su economía con socios estratégicos de mayor fortaleza para ser jalados por tales locomotoras económicas.

Desde esa perspectiva, la ideología del liberalismo social, modalidad compensatoria del neoliberalismo a base de algunos programas sociales, asumió la proyección integracionista con América del Norte respondiendo a la intencionalidad política desde hacía años expresada por los líderes del Partido Republicano en EUA. Los programas de concentración social no pudieron evitar la propagación de la pobreza y el desempleo, los neoliberales mexicanos salinistas fallaron en su cálculo, la concentración y generalización de la riqueza se aceleró en forma inconmensurable. La firma del tratado de integración económica regionalizada generó un boom de exportaciones de manufactura compartida o producción globalizada que dura hasta la fecha, la integración comercial y facilitación de inversiones de fábrica global fue un éxito extraordinario, pero tampoco pudo evitar la crisis de sobre endeudamiento privado de 1994 y “el error de diciembre”. Los neoliberales mexicanos fueron poco brillantes, interpretaron bien las necesidades objetivas de la nueva fase del capitalismo mexicano, peo ejecutaron con severas deficiencias las medidas para progresar sin sobresaltos mayúsculos el avance del gran capital oligopólico.

Propagar la idea, o mejor, la ideología de que el interés del capital es el interés general de la sociedad y del Estado, es una falsificación ideológica, en otros términos, es “un disfraz que funciona”, los propietarios del gran capital y sus intérpretes en la burocracia de Estado derivan y proyectan sus intereses materiales y políticos en la forma de sus ideas, en sus contenidos y prospectiva, no principalmente del individuo aislado, sino del grupo social al que pertenece. De otra manera, si no existiera está articulación orgánica, entonces la ideología aparecería como cuerpo neutral de postulados desconectados de la vida social material y política, y no es así, la neutralidad ideológica no existe, ni existe una ideología que comprenda todos los intereses sociales, salvo en momentos especiales.

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Lo que sí debemos destacar es que el choque de intereses sociales contrapuestos puede tener un manejo conciliatorio, no excluyente, en el marco de instituciones democráticas, como lo demostró la socialdemocracia europea en los 30 años de Estado del bienestar, que permitió avances en el bienestar obrero y general importantes. Si el pensamiento ideológico del gran capital dominante es distributivo y no concentrador en cuanto a la generación de riqueza. Pero el disfraz ideológico tiene impactos concretos en la lucha política y en la lucha ideológica, puede endurecer los términos de la dominación política o suavizarla mediante cambios institucionales. En México la Constitución de 1917 legitimó claramente la propiedad privada, pero no por encima del interés público.

Pero nadie ha planteado su proscripción, más aún en tiempos en donde modelos económicos como los de países asiáticos han demostrado que los sistemas de economía y capital mixto son los más exitosos. Hoy esas economías avanzan en todo el continente asiático mientras que las occidentales que procesaron reformas neoliberales al influjo de los gobiernos de la derecha europea retroceden a ojos vistas. Hasta en lo militar, como están demostrando las guerras en Europa Oriental y Medio Oriente.

Las mediaciones políticas e ideológicas del gran capital hoy se han agotado considerablemente, por lo menos en términos partidistas y acusan la necesidad de una ideología empresarial renovada, no impregnada de corrupción como la que proporcionaron históricamente los partidos del orden anterior. La nueva fase consolidada del desarrollo del capital a nivel regional (América del Norte, Europa, Latinoamérica y Asia, en menor medida) correspondiente con una nueva institucionalidad democrática y mecanismos de distribución de la riqueza, también institucionales.

El tema de la democracia parlamentaria o representativa, está hoy acotado en términos de representación política, por ello es necesario mantener formas de expresión popular ligadas a la democracia directa, perfeccionar sus mecanismos de legitimidad procedimental. Hoy el orden anterior con todos sus componentes deben pasar a la historia, vamos aun nuevo orden social con participación destacada de la gran empresa mexicana asociada cada vez más al capital regional y global. En la realidad de nuestro tiempo.