Como amante de la literatura, las obras de Óscar Wilde me han acompañado en algún punto de mi vida. ¿Quién no ha querido tener un retrato escondido, y que sea este el que viva los estragos de los pasos de los años, tal y como ocurre en El retrato de Dorian Grey?; ¿quién no leyó en su infancia el El Príncipe feliz y corrió por su mejilla una gota salada, cálida cuando llegó al párrafo donde la golondrina muere?
¿Qué podemos decir sobre El fantasma de Canterville, que no logra asustar a la familia norteamericana que vive en su castillo? Es así como llegamos a La importancia de llamarse Ernesto”; como bien citan algunas sinopsis, “se trata de una obra que, en clave de comedia, es una crítica a la sociedad victoriana, a sus costumbres y a la doble moral en sobre la que estaba organizada, por la cual Wilde, como genuino e irreverente victoriano, sentía una irresistible pulsión amor/odio.”
Pero no estamos aquí para hablar de literatura, sino para usarla de pretexto en un tema, donde la doble moral sigue imperando. Y es que a raíz de la Reforma Laboral del 2019, la democratización de los sindicatos ha sido un tema pendiente hasta el día de hoy.
No hace pocos días, el presidente de la nación, Andrés Manuel López Obrador, tocó el tema en la mañanera, y comentó lo que podríamos llamar “una anécdota”. Una sobrecargo de Aeroméxico se acerca a él durante el vuelo y le entrega una hoja, le pide, de manera insistente que lea el contenido.
Pero ¿qué dice el contenido?, estimado lector, le pido se ponga cómodo, busque una bebida de su elección, encuentre un lugar calmado y prosiga esta lectura, que yo le contaré toda la historia.
La Asociación Sindical de Sobrecargos de Aviación de México, con más de 60 años como sindicato gremial, esto es, agrupando a un tipo específico de trabajadores —sobrecargos de aviación—. “ASSA”, como la conocemos de manera coloquial, detenta cuatro contratos colectivos: los de los sobrecargos al servicio de Aerovías de México, mejor cocida simplemente como Aeroméxico; Transportes Aeromar, Aeromar a secas, para los cuates; Compañía Mexicana de Aviación, Mexicana y Aerovías Caribe que por nombre artístico lleva el de Click, la hermana pequeña de Mexicana.
Durante muchos años, los primeros 50 por lo menos, ASSA de México fue un sindicato democrático; cada año se renovaba un tercio de la representación sindical, y sólo se podía estar el frente de una cartera durante una gestión, cuya duración era de tres años.
Eso fue hasta la llegada de una persona, que después vería en la política del país un modus vivendi, me refiero a Alejandra Barrales. Ella durante su primera gestión al frente del sindicato como secretaria general, reformó los estatutos para poder contender por un segundo periodo, logró en aquel tiempo llevar a cabo dicha reforma estatutaria y se quedó seis años como líder de los sobrecargos.
Lamentablemente el poder, oh sí, “el poder enloquece a los tontos y atonta los más inteligentes”, justo eso fue lo que pasó y apenas un poco antes de terminar su segunda gestión, Barrales salió una vez más con los sobrecargos para que le votarán una nueva reforma, para poder volver a contender por tercera ocasión.
Los sobrecargos de aquella época vieron que la democracia en el sindicato comenzaba a sufrir estragos, por lo que decidieron votar en contra su reforma y finalmente tuvo que dejar el cargo de secretaria general del sindicato.
En sus dos gestiones, Alejandra tuvo gente aliada a ella, y después de su intento fallido de quedarse al frente de ASSA en una tercera ocasión, procedió a “apadrinar” sobrecargos, uno de ellos, es el actual secretario general del sindicato.
Y bien dice el dicho “el alumno supera al maestro”, lo que Barrales no pudo concretar en su tiempo, su pupilo lo hizo con creces. Él llegó a la secretaria general en agosto de 2011, con un sindicato colapsado por dos hechos: primero, una negativa de toma de nota por parte de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social encabezada por Javier Lozano Alarcón, y el segundo ,la bajada de vuelo de Mexicana en 2010.
La propuesta de Javier Lozano para “resarcir” la falta de toma de nota de dos tercios de la representación sindical, fue salir a votaciones con ambos grupos de manera inmediata y con ello, salvar la representación legal del sindicato con los trabajadores ante las empresas.
Es así como en julio de 2011, se convoca a elecciones de carácter inmediato y gana la secretaría general Ricardo Del Valle Solares. Cumplió su primer periodo al frente y no dudó en contender en una segunda ocasión. La gente le dio su voto de confianza para un segundo periodo.
Hasta este punto de la historia no hay mucho que destacar. Es cuando decide hacer el sueño de Barrales una realidad, que las cosas entre los agremiados a la ASSA comienzan a cambiar. Aprovechando el desempleo de los sobrecargos de Mexicana de Aviación, Ricardo les promete “devolverles sus alas”, esto es, entrar a volar en Aeroméxico, siempre y cuando le voten a favor su “reforma estatutaria” para poder “contender por tercera y única ocasión” a la secretaría general.
Utilizando el hambre, literal, de mis compañeros sobrecargos, en una asamblea ilegal, sin los votos requeridos por el estatuto y con la ayuda del asesor legal del sindicato, logra quedarse un tercer periodo al frente de la asociación sindical; esto gracias a los buenos oficios y amistad con Navarrete Prida, entonces titular de la Secretaría del Trabajo del país.
No obstante no le fue suficiente este tercer periodo, pues aprovechando justamente el nacimiento de la Reforma Laboral del 2019, de manera perversa el mismo asesor legal, que es nada más que Arturo Alcalde Justiniani, padre de la actual Secretaria del Trabajo y Previsión Social Luisa María Alcalde, logró “interpretar” la reforma, torciéndola para que Ricardo Del Valle pudiera contender por una cuarta ocasión.
La pregunta es ¿y cómo es que logró ganar otra vez?, por el acoso y terrorismo que imparte la representación sindical en contra de sus agremiados. Nuestro sistema electoral en el sindicato, podríamos llamarlo un poco prehistórico; es costumbre para poder llevar un control, foliar las boletas de votación, pero lo que durante muchos años fue un implemento de ayuda en las elecciones sindicales, se convirtió en el peor enemigo de los sobrecargos: el folio.
Pues a la llegada en 2011 de Ricardo Del Valle, en las siguientes elecciones que se tuvieron, la que era secretaria de actas Doris Gamiño impuso la modalidad de anotar el número de folio y nombre del sobrecargo en un cuaderno, para que en el día del escrutinio verificaran sí la persona había votado por los candidatos oficiales, y no les voy a mentir, pero durante muchos años sólo hubo candidatos únicos.
Pero la llegada de la pandemia vino a cambiar el status quo de los sobrecargos; han tenido que pagar un precio muy alto y hay que subrayarlo, al dejar a Ricardo Del Valle y su representación sindical hacer lo que se les antoje, viviendo atemorizados de contradecirles y con ello ganar la furia del secretario general que para todo usa la amenaza de correrlos de la empresa. Tal cual como lo leen.
Ahora en estos momentos, que escribo estas líneas, hay elecciones en el sindicato nuevamente, un tercio de la representación sale y hay que elegir nuevos representantes sindicales, y ese es el motivo por el cual, la sobrecargo de Aeroméxico se acercó al presidente, para pedirle ayuda.
Los sobrecargos están cansados, hartos, fastidiados del acoso y el terrorismo que utilizan los representantes sindicales, más en esta época electoral cuando no dudan en llamar a los sobrecargos para cobrarles “favores”, ya sea por un permiso con o sin goce de sueldo, resolver una falta, un cambio de vuelo, una cita en relaciones laborales, o cualquier cosa que hayan hecho por los compañeros.
Ante tal situación, la compañera aprovechó para escribir de forma muy apretada una narración de los hechos del terrorismo sindical que viven día tras día,y con angustia entregó esa carta al mandatario de este país, con los ojos llenos de esperanza y su corazón latiendo fuerte, muy fuerte.
Gracias a esa acción se logró que un grupo de sobrecargos de la base, como les decimos a los compañeros que no están dentro de un cargo en la representación sindical, fueran recibidos por Luisa María Alcalde y por el director de lo que antes era el Registro de Asociaciones y obtuvieron un primer gran logro.
El folio de las boletas de esta contienda electoral será desprendible, con lo que se asegura que el voto sea en realidad “personal, libre directo y secreto”. ¡Gracias compañeros! que no se han dejado amedrentar y por seguir en pie de lucha en la recuperación de la democracia en el sindicato de sobrecargos ASSA de México. Para ustedes “Ubuntu”.