De acuerdo con la UNESCO, la inclusión es un enfoque que responde positivamente a la diversidad de las personas y a las diferencias individuales, partiendo de que la diversidad no es un problema, sino una oportunidad para el enriquecimiento de la sociedad, a través de la activa participación en la vida familiar, en la educación, en el trabajo y en general en todos los procesos sociales, culturales y en las comunidades.
Estoy consciente de que la industria aeronáutica es un cúmulo inagotable de retos, y que muchas veces sus sabidas características de “alto riesgo” (medio ambiente, economía mundial, guerras, costos de operación, avances tecnológicos, pandemias, etc.) vuelven casi imposible tener “planchados” todos los temas que atañen a la sociedad.
Sin embargo, cuando esos tópicos son parte de la lista de los derechos humanos, su atención se vuelve obligatoria, y debo reconocer que me pesa que a pesar de muchos esfuerzos e implementación de un sinfín de protocolos de atención y seguridad, en los hechos, estamos a años luz de tener una verdadera inclusión en la industria aeronáutica.
Cito ejemplos que por cotidianos parecieran menores, pero no lo son. Por mencionar un tema: los anuncios de seguridad que dan los sobrecargos a bordo de un avión están diseñados para personas que no tienen condiciones especiales en su capacidad visual y auditiva.
Pero si eres débil visual o ciego, los tarjetones no están en lenguaje braille; si a bordo hay personas sordas, las indicaciones no se dan con lenguaje de señas. Las compañías aéreas no se han preocupado por capacitar a sus trabajadores en aprender a comunicarse con los pasajeros que por ejemplo tienen alguna discapacidad auditiva.
Si hay algo positivo que se pueda rescatar en una crisis, es la disponibilidad al cambio. Ya que el Gobierno Federal está sumamente apurado con los trabajos para regresar a la Categoría 1, sería importante tomar en cuenta a los usuarios y sus diferencias individuales, para que todos viajen de manera decorosa, eficaz y siempre respetuosa. Ya sea que, por ejemplo, usen sillas de ruedas o perros guías, que tengan la posibilidad de encontrar instalaciones en las que se puedan desplazar sin ningún problema.
Y debe ser un esfuerzo conjunto, tanto de autoridades gubernamentales, como de empresas aeronáuticas, y por supuesto de la fuerza laboral. Cito otro ejemplo: mis compañeros de Aeroméxico llevan meses reportando que está descompuesto el elevador que los lleva a las oficinas donde firman sus vuelos, mejor conocido como “El Búnker”, en la Terminal 2 del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM).
Por reglamentación, no pueden dejar su maletas abandonadas en la sala de última espera, sino que deben de tener siempre su equipaje con ellos; así que los sobrecargos de Aeroméxico deben bajar dos pisos para llegar a dicho lugar.
Las instalaciones que pertenecen al AICM, y llevan meses con el elevador descompuesto; son detalles que no deben perderse de vista, ni para los trabajadores de las aerolíneas ni para los usuarios de las terminales aéreas.
Yo recuerdo que hace muchos años se implementó, para épocas vacacionales, un programa con personas que usaban sillas de ruedas, que eran los encargados de dar informes y asesoría a todos los pasajeros.
La empatía con el pasajero sería más fácil si se capacita al personal, y tenga las herramientas necesarias para brindar un buen servicio, y no encontrarnos con quejas que ha hecho la comunidad invidente, a quienes le han negado el abordaje con sus perros guías, como ocurrió con Aeroméxico y la integrante del Teatro Ciego, Erika Bernal, y su perro Dozer.
La lista de las cosas que amo de la aviación es larga y extensa, pero lo que más me gusta es que se trata de una industria que se basa en la seguridad, que no deja nada al azar, y que todo está milimétricamente planeado.
Sin embargo, en materia de inclusión y equidad estamos todavía -por decirlo de manera amable- “muy verdes” y opino que como parte de los trabajos que está encabezando el Gobierno Federal, este es el momento de aprovechar y buscar nuevos lineamientos para el trato digno a todos y cada uno de los pasajeros, pero también para los trabajadores de la industria de la aviación.
Hay mucho que hacer y estamos ante un momento coyuntural que habrá que aprovechar, siempre buscando el beneficio de todos los actores involucrados. Ahí se lo dejo de tarea a esta administración.