En Excélsior leí el dato, basado en el World Inequality Report 2022: “El ingreso de la población mexicana más pobre es de alrededor 42 mil 700 pesos al año”, esto es, más o menos 3 mil 558 pesos al mes y aproximadamente 116 pesos al día.
En la página de internet de Noticieros Televisa obtuve información para estimar el salario de Gerardo Fernández Noroña como diputado: unos 75 mil pesos mensuales más 45 mil por asistencia legislativa y 28 mil para atención ciudadana, esto es, casi 150 mil pesos al mes.
El diputado Noroña tiene otros ingresos, en dinero y en especie, por el trabajo intelectual que realiza como comentarista en medios de comunicación. No consideraré estos honorarios, bien ganados, en el presente artículo.
El hecho es que el legislador Gerardo Fernández Noroña gana 150 veces más que una persona pobre. Reconozco que su trabajo como político es fundamental para México. Toda mi admiración y respeto para Gerardo.
Aclarado lo anterior, pregunto: ¿cuántos empleos genera el diputado Fernández Noroña? No muchos. Quizá uno, máximo dos si tiene ayuda doméstica y de algún chofer. Si cuenta con un asesor, es empleo generado por el poder legislativo.
Una persona pobre no ve diferencia entre Noroña y Carlos Slim: para la gente de más abajo ambos reciben verdaderas fortunas al mes. Entiéndase: hablo de la percepción de la población tan pobre que al menos desearía ganar el salario mínimo.
Desde luego, hay una diferencia entre Noroña y Slim. Un momento, hay muchas diferencias. Destaco tres:
√ Primera diferencia: Slim es infinitamente más rico que Noroña y que casi cualquier otra persona en México y en el mundo
√ Segunda diferencia: Mientras Noroña genera cuando mucho dos empleos —seguramente informales: una mujer que le apoya en la limpieza de su casa y un hombre que conduce la camioneta del diputado—, el empresario Slim genera, solo en nuestro país, 250 mil empleos directos y más de 500 mil empleos indirectos.
√ Tercera diferencia: Slim y sus empresas pagan muchísimos más impuestos que todos los políticos mexicanos juntos, Noroña incluido.
Solo puedo decir: ¡¡¡ojalá hubiera más empresarios como Slim!!!
Y ojalá hubiera más idealistas como Noroña, aunque este diputado —que algún día será presidente de México— necesita lecciones de ética económica: su crítica reciente al patrimonio de Carlos Slim está basada en la idea falsa, y muy dañina, de que la riqueza debe limitarse, es decir, la riqueza de Slim, no la de Noroña, que por clasemediero aspiracional que se sienta, comparado con los pobres posee un capital gigantesco e insultante... insultante en la lógica del propio legislador.