El último año, en el marco de un arco más grande, que abarca ya dos décadas, de la denominada “crisis del papel” en los medios impresos de comunicación, ha cobrado preponderancia el surgimiento y adopción de la “Inteligencia Artificial” (IA) en los portales informativos de Internet.

La IA generando debates sobre si actúa como una muleta que reemplaza la creatividad humana o simplemente como un apoyo valioso para los escritores. En una realidad en  donde la automatización se extiende a diversas esferas, la escritura no ha sido ajena a las innovaciones tecnológicas.

La Inteligencia Artificial ofrece eficiencia y velocidad en la generación de contenido escrito. Plataformas como GPT-3 pueden crear textos coherentes y persuasivos en cuestión de segundos. Esto es especialmente útil para tareas repetitivas o la producción masiva de contenido, permitiendo a los escritores centrarse en aspectos más creativos y estratégicos de su labor. Sin embargo, al utilizar textos ya existentes cómo referencia, no existe realmente una variedad en los estilos de escritura.

En este contexto, surge la pregunta crucial sobre la creatividad y originalidad. Al depender en gran medida de modelos preexistentes y patrones de lenguaje, algunos argumentan que la IA puede limitar la innovación y la singularidad en la escritura. Es esencial encontrar un equilibrio que permita a los escritores aprovechar las capacidades de la IA sin comprometer su creatividad inherente. Automatización en algunos casos, pero siempre con supervisión. 

La IA no solo se utiliza para la generación de texto, sino también para la corrección gramatical y estilística. Varias herramientas ofrecen sugerencias precisas, mejorando la calidad de la escritura humana. Este aspecto colaborativo puede potenciar las habilidades de redacción, ya que los escritores reciben retroalimentación instantánea y aprenden de las correcciones. 

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A medida que la IA se integra más en el proceso de escritura, surgen desafíos éticos. ¿Hasta qué punto debemos depender de la tecnología en la creación de contenido? ¿Quién es responsable de los errores cometidos por algoritmos? Estas preguntas subrayan la importancia de un uso consciente y ético de la IA en la escritura.

La relación entre la Inteligencia Artificial y la escritura puede entenderse mejor como una colaboración en evolución. La tecnología actúa como una herramienta poderosa que, cuando se utiliza de manera reflexiva, puede mejorar y amplificar las habilidades humanas en lugar de reemplazarlas. La clave radica en la capacidad de los escritores para integrar la IA de manera inteligente y mantener el control creativo en el proceso de escritura. A fin de cuentas, cómo toda nueva tecnología, la inteligencia artificial puede ser tanto una muleta como un apoyo, dependiendo de cómo se incorpore y se gestione en el proceso creativo. No sustituirá a toda una redacción, pero si pondrá en jaque a los responsables de algunos procesos de la misma.