No se puede ni se debe regatear el éxito político de esta nueva marcha, cuyo mérito es de las más de 40 organizaciones ciudadanas que la trabajaron e implementaron. La oligarquía corrupta y enriquecida de los partidos políticos disfrazados de “ciudadanos”, expresan la parafernalia nacional. Los miles y miles de asistentes no, y se debe dialogar con ellos, manifestarse para decir que no hay democracia y que el gobernante es un dictador, es una consigna de la derecha actual, debe convocarse a una mesa e invitar a todas las organizaciones participantes y romper esta captura ideológica de las “clases medias” (en sus distintos niveles) con datos, hechos e iniciativas políticas que incidan en ellas.
Qué lástima que la izquierda haya descuidado tanto a este sector. Veamos la afectación de ellas con el tema del desempleo usando cuatro medidas distintas a nivel nacional: la población desocupada (se considera así a la que se encuentra sin trabajar, pero que busca trabajo), su nivel de estudios, el número de familias clasificadas como “clases medias” y el ingreso promedio.
Fueron 1.8 millones de personas desempleadas (3% de la PEA), el último dato, con una reducción anual de 173 mil; las cifras de INEGI establecen claramente que para mayo de 2023, el 14.3% de las y los desocupados no contaba con estudios completos de secundaria, pero las personas con mayor nivel de instrucción (técnicos, nivel medio y medio superior) representaron 85.7%, más de 1.4 millones.
Adicionalmente, existen un total de 11 millones de profesionistas empleados, la mayoría en administración, negocios, ciencias sociales y derecho; en ingeniería, están en la manufactura y en la construcción, sólo en estas últimas profesiones hay 6.4 millones (https://www.observatoriolaboral.gob.mx/, septiembre 2023).
Ahora bien: el sector más grande de desempleados está entre las personas con estudios de nivel medio superior y superior (como ya indicamos antes), pero ahora sin contar a los técnicos: suman un total de 995,773, más de la mitad del 1.8 millones de desempleados totales (Statista RD, 2023)
Existen también unos 250,000 profesionistas con licenciatura y con posgrado (el dato ahora es sin técnicos ni personas con escolaridad media superior) que están desempleados. Dentro de ellos casi 20 de cada 100 abogados están desempleados, 11 de cada 100 economistas, 12 de cada 100 criminólogos, en los médicos generales, el desempleo es muy alto pero está mejorando, y así podemos seguir dando cifras, esto a pesar de que el empleo en general ha crecido en el país (hace tres semanas el presidente AMLO lo demostró con datos duros), pero no para este sector. Muchos, muchos de ellos se insertaban en la administración pública federal o en el poder legislativo o las administraciones públicas estatales. O en empresas privadas, que hoy ofrecen poco o nulo empleo en ciertas especialidades, sí en otras.
La austeridad republicana (miles de plazas canceladas) y la necesidad de ahorros significativos para canalizarlos a rubros prioritarios (éste, de ofrecer empleo a tales profesionistas, no lo es), ha cancelado sus opciones. Es una tremenda realidad escuchar hablar de su situación a taxistas con maestría o licenciaturas, incluso con especialización, operando un taxi de alquiler, o verlos que tratan de insertarse como promotores comerciales de bienes raíces, seguros u otros productos y servicios. Este gran sector privilegia el empleo, no la ayuda social. Se han movido hacia la “clase baja” o son los hijos los que han entrado al rescate de la situación familiar.
Es una gigantesca anomalía y desperdicio de las políticas públicas en materia de empleo ignorar olímpicamente este sector, porque, si egresaron de universidades públicas, el Estado invirtió en su educación profesional inútilmente, si lo costearon ellos, sacrificaron otro tipo de consumo para estudiar, consumo para sí mismos o para sus familias y ahora se les niegan las posibilidades. Uno de los graves problemas de determinados modelos de desarrollo, es la incapacidad de absorber trabajadores calificados, de dar empleo a los profesionistas que forma y en lo que se invierten cientos de miles de millones de pesos, que es el caso del actual modelo, hasta hoy. Podemos ver tan solo el retiro masivo de recursos de las cuentas de pensiones de todos aquellos que no alcanzan pensión laboral por ley, entre los cuales hay muchos técnicos y profesionistas universitarios desempleados, porque tampoco tienen aún 65 años y no acceden a la ayuda de la pensión para el bienestar.
Un gobierno de la transformación nacional no puede hacer como que no ve esta realidad que le reportan las agencias especializadas como el INEGI (al cual consulta reiteradamente para otras materias como seguridad), en sus indicadores de ocupación y empleo. Y no se trata de que alguna secretaría de Estado u organismo público descentralizado saque a concurso dos o tres plazas o 10 o 20. Unas cuantas son para licenciados, no hay para universitarios con posgrado. Una o dos plazas para este sector, no es nada ante una cifra de un cuarto de millón de personas.
Estamos hablando de amplios grupos sociales de profesionistas severamente depauperados y precarizados, que descendieron en la escala social del bienestar, y ahora, algunos de ellos optan por ofrecer cursos por internet de 3, 5, 9 o 15 horas como mecanismo de autoempleo, ante la terrorífica realidad de la ausencia de una política pública al respecto. ¿Cómo impulsar a sus hijos a que estudien una carrera universitaria con la realidad que viven desde hace años sus propios padres? Los distintos programas de becarios le dan una amplia base social de apoyo al gobierno pero ¿pensando en empleo hacia el futuro?
Correcto, “por el bien de todos primero los pobres”, pero ¿sólo los más pobres? ¿A dónde queremos que se muevan social, ideológica y políticamente esa enorme masa de desempleados junto con sus familias o familiares? Hacia la derecha, hacia el “anti-gobiernismo”, hacia la oposición, y algunos más desesperados, hacía la ilegalidad y las actividades criminales ¿automáticamente? Quizá no, pero tampoco podemos negar que en tales condiciones de pauperización y precariedad personal y familiar, ese es un camino viable para probar si encuentran otras opciones mejores que la 4T no les ofrece. ¿Dos millones de becarios universitarios? Magnífico, y ¿cuál es la perspectiva de empleo? ¿Irán a engrosar las filas de estos 250,000? Garrafal error de la 4T y prueba contundente del abandono de este sector. Al principio de este gobierno los más estudiados estaban con AMLO (según Parametría, “hombres, personas entre 26 y 35 años, escolaridad universitaria o más y altos ingresos”, le dieron el triunfo a AMLO en 2018) hoy no puede afirmarse el mayor apoyo de ellos:
“Es mejor aprobado entre hombres que mujeres; los menores de 30 años y entre quienes tienen escolaridad menor a preparatoria son quienes mejor lo aprueban, mientras que la región sureste-península es mejor aprobado que en el occidente. Los estudiantes, campesinos y amas de casa, aprueban al presidente López Obrador con porcentajes mayores a 60%, mientras que los empresarios y los profesionistas son los que más bajo lo aprueban”
Mitofsky, Enero 2024
Las becas para estudiantes que logren ser contratados es importante pero muy insuficiente para quienes están fuera de este supuesto que son profesionistas de mayor edad. Se los ha ignorado olímpicamente, no existen, a pesar de ser parte y estar en las cifras públicas.
Tradicionalmente a la izquierda le ha dado mucho trabajo articular una postura y una política pública coherente para este sector llamado “clases medias”. ¿Cómo definirlas? No son “pequeños burgueses”, muchos no son productores ni contratan trabajo asalariado en pequeñas escala, sí bien algunos lo hacen. Para el INEGI el 42.2% de los hogares mexicanos son “clase media” con un ingreso mensual de 23,000, acceso a bienes y servicios privados, escuelas privadas, tarjetas de crédito, TV de paga, automóvil y acceso a internet. A este grupo social de millones de personas nos estamos refiriendo. La élite de esta clase media (1.2% de las familias), tiene un ingreso de 78,000 pesos mensuales, que aunada a la anterior suman el 44.1%, rondan la mitad de la población. Una oferta política para ese 42.2% es imperativo como racionalidad política. No puedes dejarlo a la propaganda de la derecha que sabe manipular: situación actual, debilidades, ideología y aspiraciones. Comprometes la estabilidad socio-política de cualquier gobierno progresista.
Ha penetrado en ellos muy fuerte la consigna de que los países más desarrollados como EUA, conformaron y expandieron para serlo poderosas “clases medias” que aseguraron el desarrollo del mercado interno, buen nivel de vida a partir de un ingreso creciente. En México se lo deben los gobiernos anteriores, pero hoy, el actual -según la propaganda de la derecha- quiere hacerlos retroceder en la democracia, sus accesos a bienes y servicios y su patrimonio familiar. En suma, en su identidad sociológica. No lo quieren permitir, conforme a esta lógica.
La conciencia social de las “clases medias” como sea que se les defina (por su economía o por sus identidades sociológicas), con diferentes niveles a su interior, sí está ampliamente impregnada y expresada desde su nivel de vida actual y de sus expectativas de futuro en la inmensa mayoría es un tanto móvil por ello. No olvidar tampoco que dependiendo de un conjunto de circunstancias, las “clases medias” pueden incidir fuertemente en la estabilidad socio-política de un gobierno.
El hecho cierto de que se use a segmentos amplios de estos grupos sociales para distintas conspiraciones contra la izquierda (en diferentes vertientes) y el progresismo político, apoyando las mismas (hoy mediante los “troll centers”) con grandes cantidades de dinero disponibles, no debe llevarnos a un enfoque reduccionista, ello hay que descubrirlo y derrotarlo, pero no puede circunscribirse a eso la visión sobre estos amplios grupos sociales, que además son muy dinámicos, con cada ciclo económico expansivo, crecen de manera importante. Se debe profundizar y actuar políticamente hacia ellos con una oferta política correcta, plausible y razonable. Son “un dilema político de época” (Serrano, Mancilla 2014)
En México, como en otros países, la izquierda, o el progresismo, o el humanismo como queramos denominar al gobierno actual, no le atina con “las clases medias”. El ciclo desarrollista de crecimiento en México las proyectó, amplió y las colocó en el escenario social y urbano mexicano con importancia creciente; la crisis de dicho modelo las depauperó y degradó socialmente y el neoliberalismo las expandió y modificó su cuerpo ideológico hacia el individualismo, la libertad, la competencia, el mercado y el “anti Estado” (al que se culpó de la crisis del desarrollismo y de su penuria social). Un segmento grande estuvo fuera del presupuesto público. También hay una “clase media de origen popular”, pero hoy no parece ser mayoritaria.
Son una fuerza social importante, que en algún momento estuvieron en segmentos significativos, por el cambio de régimen (ver los datos de arriba) y este factor político se ha debilitado sensiblemente. Es un sector de alta gravitación (no digo que determinante). Y este tema de las “clases medias” hoy se sitúa en uno de los escenarios centrales de la controversia política en México.
Tales grupos sociales que comprenden millones de personas han sido siempre “incómodos” o “desconcertantes” para el pensamiento tradicional de la izquierda. Esta se mueve hacia ellos en postulados distintos, cambiantes, de un lado a otro, y al final pierden o debilitan el apoyo de estos segmentos políticos. No le atinan. No innovan, ni concentran una parte sustantiva de atención en ellas.
Es imperativo pasar del análisis social al electoral. Morena no es un partido socialista obrero, tampoco social demócrata, por tanto, debe recuperar su base social no popular que tuvo en 2018 y que le ayudó a ganar la presidencia de la república y la mayoría calificada en la Cámara de Diputados. Hay un descuido que se puede pagar caro. Todavía hay tiempo.