El titular es tan amplio como complejo. Honestamente, me falta mucha información para explicar a detalle la problemática que sufre el campo mexicano, en especial el de mi estado, Sinaloa.

Si de algo estamos orgullosos las y los sinaloenses es de la gran producción agrícola de nuestro estado. En cada oportunidad nos jactamos de que nuestra entidad es una potencia alimentaria, nos llena de orgullo decir que Sinaloa es “el granero de México”. Así de importante es para nosotros que al campo le vaya bien. Por eso es imperativo reiterar que la lucha por el campo es y debe ser de todos.

Dicho lo anterior, creo que lo que se está viviendo en Sinaloa con la manifestación de productores agrícolas tiene diversas aristas para el análisis. El contexto es, la toma por parte de productores agrícolas de las centrales de Pemex en Topolobampo, Guamúchil y Culiacán para exigir mejores condiciones de comercialización y precios de garantía para el maíz y trigo.

Gobierno ha hecho el esfuerzo de pagar a 6 mil 965 pesos la tonelada de maíz a todos los productores pequeños, que son de 0 a 10 hectáreas. Es decir, los agricultores más necesitados tienen asegurada la venta de su cosecha a un precio justo, muy cerca de los 7 mil pesos por tonelada. Hay que decir que este grupo de campesinos son mayoría en nuestro estado y representan algo así como 1.8 millones de toneladas de producción.

No debemos perder de vista que todos los productores por más grandes o pequeños, son importantes, son ciudadanos y merecen la atención de sus gobernantes. Entonces, ¿Qué va pasar con los productores de 11 a 50 hectáreas? Resuelto el problema, por así decirlo, de los agricultores más pequeños, sigue donde se complica el asunto.

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El precio del maíz no lo fija gobierno. Se conjugan diversos factores de mercado y en ello influyen muchísimo los grandes compradores y las importaciones de grano. Si a alguien debería exigirle un precio justo el productor, es a los compradores, a las compañías trasnacionales harineras y de procesamiento de alimentos. Su desbordado poder y control en la cadena de producción les permite estrangular al campo, fijan los precios prácticamente a su antojo. La lucha es primero contra ellos.

“Sin maíz no hay país”

El tema del maíz es tan relevante en la práctica, que los gobiernos no han podido controlar este fenómeno e históricamente han terminado subsidiando la producción de grano. Le llamaban Procampo, copete, bono, etc., pero siempre ha sido gobierno quien termina pagando la utilidad en la producción agrícola ante la voracidad de los grandes empresarios y, hay que decirlo, con la complicidad de funcionarios cuya salida más sencilla era la de abrir la chequera con dinero de nuestros impuestos para apoyar al campo, en vez de ajustar las tuercas necesarias para frenar la voracidad de los industriales.

El formato de comercialización actual, pone a los comercializadores e industriales ante un esquema de “competencia” frente a gobierno como principal comprador. Ellos deben cubrir una demanda de mercado y de repente se encuentran con cuando menos 1.8 millones de toneladas menos. Por regla, eso debería mejorar los precios de la producción restante, beneficiando así a los productores de 11 a 50 toneladas, sus principales proveedores.

¿Cuál es el problema? El problema es que hay liderazgos que no aceptan y que exigen a gobierno más del esquema anterior. Estos líderes son todo menos solidarios con los productores más pequeños, pues si su problemática ya está atendida, entonces la lucha que enarbolan no es para ellos, sino para beneficiar a productores más grandes.

¿Hasta dónde estará politizado el tema del campo sinaloense? No lo sé. Repito la lucha es de todos. El precio para el maíz debe ser rentable y para todos. Da igual si el agricultor es pequeño o grande. Es normal, que quien haga el esfuerzo de producir más, gane más. Pero no es lo mismo, el pequeño productor que debe pagar un precio más alto en toda su ruta de producción, que el agricultor que tiene su propia maquinaria, tierras y compra insumos a mejor precio por volumen. Sus márgenes son diferentes, y esto sí hace la diferencia en la práctica.

De ahí mi extrañeza que este grupo se encuentre cerrado al diálogo. La toma de instalaciones de Pemex amenaza con provocar un desabasto de gasolina en el mercado local. Aquí, la afectación sería para diversos sectores productivos y a la población en general. “Sin maíz no hay país”, pero sus derechos y demandas no deberían violentar los derechos y la cotidianeidad de la ciudadanía en pleno.

Quienes hoy encabezan la toma de instalaciones de Pemex, pretenden únicamente generar desestabilidad política. El titular de SEGOB les ha dado cita para dialogar y avanzar. No ha funcionado. Reconozco la lucha de todos los agricultores, verdaderamente, sus demandas deben ser las de todas y todos los sinaloenses. Pero con todo el esquema actual, la atención de Adán Augusto López Hernández en puerta y el conocimiento pleno de la adversidad del mercado, me llama poderosamente la atención que se radicalicen acciones de protesta que deriven en la afectación de terceros.

Hemos visto todo un andamiaje de comentócratas desinformando en redes sociales, realizando comentarios falaces y absurdos con el único objetivo de generar encono y desconfianza en las instituciones. Con mentiras dijeron que el gobierno estatal pretendía reprimir las movilizaciones, que había amenazas y que se les había dado la espalda. Todo mentira.

Creo firmemente que los productores merecen mejorar sus condiciones de comercialización, también pienso que es urgente la solución pues las trillas están a la vuelta de la esquina. Queda confiar en la sensatez de la base manifestante, que los pagos pactados a pequeños productores comiencen a llegar, y ya ‘viendo que es verdad’ todo comience a fluir. Esperemos.

Vanessa Félix | Twitter: @vanessafelixmx