Transcurría el mes de enero del presente año cuando, en Palacio Nacional, salía la instrucción de equilibrar la contienda interna del partido luego de atestiguar la desigualdad de un proceso anticipado. Sabemos que, desde esa sede, López Obrador se reunió con el dirigente nacional de Morena, Mario Delgado. Le solicitó, trascendió en algunos pasillos, la incorporación a la lista de aspirantes oficiales a Ricardo Monreal que, en ese momento, vivía en carne propia la segregación.

Y, para evitar una división de grandes dimensiones, el presidente López Obrador tejió una estrategia para integrar a cuatro perfiles de Morena. Después de eso, hubo varias instrucciones que, a través de la dirigencia nacional, salieron a las entidades federativas para equilibrar la contienda que, en ese momento, se estaba saliendo de control, pues había, todo parece indicar, una libertad de acción para que las corcholatas se promocionarán a lo largo y ancho del país con el apoyo de funcionarios estatales.

A través de una carta, la consigna fue, para todos, darles un trato equitativo, lo mismo que apertura en sus estados. O sea, los gobernadores y gobernadoras emanados de Morena, tuvieron en sus manos una directriz nítida. Nos queda más que claro que, pese a la puntual señal que se trazó, muchos mandatarios hicieron caso omiso. De hecho, fueron muy pocos los que abrieron la puerta luego de un espiral de momentos de desigualdad. Incluso, entre el mes de enero y antes de iniciar el proceso de registro, fue mínima la voluntad de los jefes del ejecutivo estatal en territorios, en ese afán de fomentar la unidad y el piso parejo.

Tuvo que ser nuevamente el presidente López Obrador el que tomará la batuta del ejercicio interno para poner sobre la mesa una maniobra que equilibrara el proceso interno después de una cena privada en un cónclave con los cuatro aspirantes de Morena. Ahí, prometió piso parejo y, en ese sentido, el Consejo Político Nacional aprobó prácticamente el esquema que se presentó desde la oficina del presidente AMLO. Es, ni más ni menos, la manifestación más clara de Andrés Manuel para garantizar la unidad del movimiento. Es decir, una estrategia inteligente.

Sin embargo, la realidad en las entidades, una vez que los aspirantes recorren el país, es técnicamente similar. O sea, sigue habiendo episodios de piso disparejo, especialmente de algunos mandatarios estatales que, se supone, deben de abstenerse a influir en el proceso interno de Morena. Nos cuentan que, funcionarios administrativos, han tratado de desactivar asambleas de información de Ricardo Monreal.

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En una clara postura de ello, el exlíder de los senadores de la fracción mayoritaria en la Cámara Alta, mencionó ese hecho y dijo abiertamente, que hay funcionarios que se mantienen activos para influir impidiendo que la población civil asista a los encuentros de información.

Por un lado, esa situación sigue permeando y, por otro, desde que inició el recorrido territorial hay un promedio exorbitante de espectaculares costosos por todo el país. Y no solo propaganda costosa, sino también un esquema de activismo a favor de una que otra corcholata en específico, pues, todo parece indicar, están decididos apostar todo para conquistar el cariño de la ciudadanía cuando se pactó, desde el Consejo Político Nacional, que el objetivo es informar, y no evidenciar el dispendio y el derroche.

A pesar de que las condiciones son desiguales para Ricardo Monreal, el zacatecano se ha mostrado mesurado y, con una postura clara, sigue promoviendo la unidad en varios puntos del país que ha podido visitar. Además de ello, es el único -de todos- que ha cuidado al pie de la letra los acuerdos pactados en el Consejo Político Nacional de Morena. Eso, en dos semanas de recorridos intensos, le ha permitido ganar terreno y presencia con distintos sectores sociales. De hecho, todos los eventos que ha llevado a cabo Monreal, tienen gran poder de convocatoria, eso sí, sin contar con el aparato de comunicación y propaganda de otros aspirantes.

Aun así, Ricardo Monreal ha sabido aprovechar los encuentros con la población civil. Su presencia, en ese sentido, ha llamado mucho la atención y, desde muchos ángulos, lo hemos fundamentado: Monreal es capaz de cambiar el paradigma político y ser, en la primera semana de septiembre, el perfil ungido que lleve el nombre de coordinador de los comités de la Cuarta Transformación.

Finalmente, Mario Delgado, dirigente nacional de Morena, se tomó una fotografía con los seis aspirantes a suceder al presidente López Obrador el pasado sábado en el marco de la celebración del triunfo histórico del 2018. Es, a todas luces, un gesto de que hay unidad y ánimo para encarar el proceso interno. Sin embargo, está obligado a garantizar piso parejo, pues hay, ni más ni menos, un ejercicio con mucha desventaja para unos, mientras otros, gozan hasta del activismo de muchos servidores públicos en los despachos estatales. O sea, Morena tiene que enfrentar todavía un desafío, primero, librando la exclusión y el piso disparejo.

A propósito, vemos que hay unidad y cohesión de Marcelo Ebrard, Claudia Sheinbaum, Adán Augusto, Ricardo Monreal, Fernández Noroña y Manuel Velasco, que se retrataron juntos y hasta tuvieron tiempo de hablar de respeto y civilidad, a la afueras de Palacio Nacional. Eso, a la postre, garantiza el triunfo electoral del 2024, no hay duda.