Los últimos eventos nos han hecho ver con claridad la vulnerabilidad y mentiras de Morena y el gobierno que ellos llaman Cuarta Transformación, la que, por cierto, cada día se parece más a una secta.
Por primera vez todos, simpatizantes o no de Andrés, pudimos constatar la incongruencia de este gobierno y la contradicción de su retórica. Fue algo tangible, una casa y una vida de lujos, las que de “golpe y porrazo” tiraron el teatro de la honestidad, la lucha contra la corrupción y la austeridad.
Ha sido el turno de la sociedad civil, que por mucho ha rebasado a los partidos políticos, como se pudo ver hace una semana con el Space de Sociedad Civil México @socivilmx, la que se ha encargado de hacer y de tejer los hilos que demuestran la corrupción que involucra a empresas desde españolas, brasileñas, norteamericanas y mexicanas con miembros de la más reprobable mafia en el poder que han hecho uso y abuso del erario y la impunidad que les ofrecen desde los más alto en beneficio directo de la familia presidencial.
Conservadurismo intolerante o democracia
El gran problema ahora es que esa luz que se encendió podría ser capitalizada no solamente por la ciudadanía plural e incluyente, a la que se podrían sumar lo mismo militantes de partidos políticos o de otras ideologías, que gente con alternativas distintas de vida, de acción o de diversidad sexual; el éxito de la participación ciudadana enfrenta un grave peligro, el que ante la necesidad de extrirpar al actual gobierno conservador y autoritario, se pueda generar un pensamiento único conservador que excluya la pluralidad, la riqueza de pensamiento, porque entonces ya tampoco seríamos incluyentes, porque sería un conservadurismo contra otro conservadurismo, lo que al final, es populismo.
De lo que se trata aquí, es tener claro que lo que pretendemos es mantener una estructura de gobierno democrático, con un robusto Estado de Derecho e instituciones con contrapesos, de libertades cívicas y con transparencia que permitan ver cómo y hacia dónde avanzamos y cuáles son los resultados a los que esperamos llegar.
Incluir sin excluir
De lo que estamos hablando es del peligro de regresarle todo el poder a quienes han abusado de sus privilegios, pero sobre todo, de un pensamiento clasista bajo la idea de un movimiento que aglutino a todos los desechos de los partidos políticos, del color que sea, con lo que detuvieron o han intentado detener la participación de organizaciones e integrantes de la sociedad civil. Así logró incluir en sus filas a personajes de lo más variado, desde el yunque hasta los más izquierdosos a cambio de privilegios y beneficios, pero sobre todo mediante un sólido adoctrinamiento moral que hoy les permite ser muy resistentes ante cualquier embate, incluso proveniente de ellos mismos.
La marcha y la resistencia
Estos son momento en lo que la sociedad civil tiene la importante tarea de decidir si regresar al conservadurismo que alude a la sabiduría de pueblo para sobrepasar la Ley o que, bajo el velo de la lucha anticorrupción, acusa a todos “los de antes”, mientras con la otra mano comete las peores corruptelas y donde los privilegios se mantienen y el amiguismo, el compadrazgo, el nepotismo son la carta de presentación más valiosa para acceder a un puesto o a un contrato.
Con la irrupción de la sociedad civil en la vida pública en la década de los noventa, se lograron avances importantes para la democracia, la apertura a una pluralidad, la creación de contrapesos, el avance en leyes de inclusión y transparencia y sobre todo, en un órgano electoral ciudadanizado que dio certeza y permitió avanzar a una normalidad democrática. Todo eso se perdió con la llegada de Morena que impide la participación social y busca el regreso al partido de Estado.
El reto que se presenta es decidir entre regresar a las cosas que en el pasado no funcionaron o tomar un camino de verdadera democracia liberal con garantías de participación en términos de igualdad que nos permita ser libres e incluyentes.
El acento está en no caer en la trampa de empezar a bloquear las voces que divergen de modo que solo acabemos hablando entre nosotros mismos y en encontrar un camino que nos lleve hacia adelante.
¿Estarán la sociedad civil, las organizaciones sociales, los partidos políticos, los integrantes de la comunidad intelectual y de diversidad a la altura de estas circunstancias?
Porque tomar la bandera del cambio sin rumbo y sin plan, considerando a ciudadanía, instituciones, economía, etcétera y solo ir por los “buenos deseos” para mejorar las cosas, nos llevará a caer de bruces en un nuevo populismo.
Este el reto que tenemos que enfrentar comienza con una marcha el 3 de abril, rescatar partidos de oposición, organizarnos en nuestras comunidades y crear una alternativa ciudadana e institucional.