¡Hola! Sí, adivinaron: yo soy, la señora de 50 años que cuenta con este maravilloso espacio para poder externar mi opinión acerca de la Marcha Orgullo LGBT que está por realizarse el día de hoy en la CDMX.
La marcha Gay XLVI tendrá un lema que me parece muy interesante: “Ante el Estado opresor y la sociedad indiferente: Exigimos vivir dignamente”.
Esta marcha está diseñada para manifestarse en favor de las disidencias sexuales, los estilos y formas en que cada persona elige amar a otra.
Habrán artistas como Sergio Mayer a quien lo reconocerán como embajador de la comunidad y a Lucía Méndez la cual recibirá el reconocimiento como “Reina LGTB eterna”.
Me parece que la presencia de Sergio Mayer le brinda puntos positivos a su credibilidad pues ante su adhesión a Morena y a Claudia Sheinbaum siendo que antes había renegado de ellos su prestigio iba en caída libre.
Si realmente es un verdadero defensor de la causa, el público se lo reconocerá. Pero si no es así , el público se lo demandará. Las personas que ahí marchan son intuitivos y sensibles, no se les engaña fácilmente.
Más allá de si les favorece o no a los artistas que ahí se presentarán esta marcha, siempre me ha parecido fabulosa, llena de colorido y de aceptación e inclusión.
Alguna vez me tocó estar en una de ellas allá por el año 2015 y todo el ambiente estaba envuelto por música y fraternidad, llena de colores y de cientos de miles de participantes abarrotando todo Paseo de la Reforma con un mismo objetivo: Inclusión, amor, respeto, aceptación.
Hoy por hoy tengo a dos adolescentes que deseo que puedan vivir en un México incluyente, donde si eligen a amar a quien elijan amar no por ello tengan que ser asesinados, bulleados, torturados, rechazados y segregados.
Pero para que eso pase todavía nos falta un largo camino.
Aún vemos en las noticias la enorme homofobia que hay en millones de personas, el rechazo y la discriminación hacia ellas y una falta de respeto y empatía absoluto hacia las personas que eligen ser y amar de diferente manera que uno.
Tampoco es que ellos sean mejores o peores que nadie. Solo son y piden se les deje en paz y se les incluya en la sociedad.
Casi ningún político toca el tema si se fijan, mucho menos algunos de la derecha que se escudan en una falsa moral. Evitan hablar de ello, como si no existiera.
No tengo tampoco muy en el radar si los integrantes de la izquierda se hayan pronunciado también hablando de ello. Me parece que les da pena, vergüenza. Temen perder votos. Un asco.
Les contaré algo que es muy personal pero que no tengo vergüenza escribir sobre ello. Es mi forma de marchar hoy también.
Mi hermana que en paz descanse fue una mujer que encontró el amor en otra mujer. Tuvo que pasar por el rechazo de mi madre y de mi padre y de mucha gente y lo único que ella quería era estar con la persona que amaba y que la dejaran en paz.
Ahora que ella no está pienso que debí de haberle expresado lo mucho que las amaba a ambas.
En realidad la pareja de mi hermana era un hombre que había decidido ser una mujer. Sé que suena complejo de entender pero así fue.
Yo me enteré que la pareja de mi hermana era en realidad un hombre que decirdó ser mujer hasta después de que ella falleció.
Me impresionó la forma tan profunda y diversa en que se da el amor entre las personas y ellas se amaron.
Aprendieron a vivir con este rechazo y este estigma social y familiar, y al final al mundo lo hicieron a un lado para vivir su vida como quisieran.
Cuando murió mi hermana anhelé tener en mi vida alguien que me amara tanto como la pareja de mi hermana la amó. Y entendí que yo no estaba para aceptar o rechazar su relación. Estaba ahí para dejarlas ser. Pero no crean, me llevó un tiempo aceptar todo esto. Mi sistema de creencias era uno y mi hermana me vino a enseñar y hablar del amor.
Les comparto esto porque creo que ya debemos de dejar de rechazar hablar del tema y evadirlo, como si fuera pecado, o como si fuera un crimen, hay que dejar de hacer como que nada pasa.
Yo soy muy creyente de Dios y estoy segura muy que Dios ama a todo aquel que ame a otra persona, no importando el sexo ni el género de los demás.
El mismo papá Francisco ha empezado a integrar ya en su discurso un llamado a la aceptación y a la inclusión de comunidades LGBT.
Pero no estoy de acuerdo en que sigamos estigmatizándolas llamándoles así: “Comunidades” “LGBT”. Son etiquetas y las etiquetas a veces estorban, duelen, segregan. “Ellos” como “nosotros” somos tan iguales como nosotros somos iguales a ellos.
Yo quisiera aprenderles un poquito de cómo se debe realmente de amar a otros.
Porque ahora resulta que las personas que se dicen heterosexuales entonces ellos sí tienen poder de vivir en libertad y merecen ser respetados ahí nomás porque sí, porque ellos son “normalitos” y la verdad es que todos merecemos la misma inclusión y el mismo respeto en esta sociedad mexicana.
Lamento mucho hoy por hoy por la vida de todos aquellos jóvenes y adolescentes incluso adultos que aún se mantienen encerrados en un mundo donde sienten que no pertenecen pero que tienen que aparentar.
Liberarlos es nuestra responsabilidad y nuestra obligación. El camino del amor es el único camino que nos lleva a la paz y a la reconciliación. Pero creo que todavía ese camino es largo.
Hay mucha homofobia en nuestra sociedad y en cada familia hay un homofóbico dispuesto a hacer trizas al familiar que elija ser homosexual. Conozco a personas que son ultra homofóbicas pero que tienen hijos, no quiero ni pensar que seguramente sentirán que el mundo se les viene encima si alguno de sus vástagos elige amar a alguien de su mismo sexo. Eso podría pasar.
A mis hijos que hoy son adolescentes les he dicho que ellos elijan a quien amar y que yo siempre amaré a quienes los amen y repudiare a quienes los hieren. No importa su género.
Mi hermana duró muchos años atrapada y escondida en medio de la vergüenza y la culpa y no quiero lo mismo para mis hijos.
No soy quien para opinar acerca de la marcha de hoy. Solo soy una señora de 50 años que aboga porque el amor se difunda y esparza como polvo de estrellas por toda la humanidad.
Que dejemos de ver como “rarito” aquellos que elijan ser diferentes. Que tampoco ellos nos miren como “raritos” por elegir amar como amamos.
Que todos seamos todos, no “los de la comunidad LGBT”. Que todos seamos todos... Ese es mi deseo.
Honro la vida de mi hermana y por la manera con la que amo a la vida y a su pareja es que decidí contarles su historia, sin sentir vergüenza por ello. Sé que ella en vida se hubiera sentido libre sabiendo que yo publicaría esta columna.
A ella le faltó sentirme más libre. Ahora lo está, pero desde acá le recuerdo que en su nombre y en su recuerdo siempre defenderé a las personas que elijan ser como ellas quieren ser.
Mientras que unos y otros no pasemos por encima del de enfrente y respetemos y aceptemos a los demás, esta nación se construiría de diferente manera. Mientras dejen de asesinar a otros por homofóbicos seremos más libres todos. Mientras dejemos de referirnos a otros con términos tan terribles que para qué los comento aquí, habremos logrado dar un paso importantísimo para que no tenga que ser necesario que otros marchen para ser visibilizados y respetados.
Pero aún hay que alzar la voz. Y yo me sumo a las voces de todos ellos.
Es cuanto.